Con tan solo once años, la vida de Loida Zabala dio un giro de 180 grados: le detectaron mielitis transversa. Una afección que no permitió que frenara su vida, sino todo lo contrario. De la mano del deporte, la joven española desató todo su potencial. Pekín 2008 fue su primer billete a la cita olímpica, tras ello fue Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2021. Con los Juegos Paralímpicos de París 2024, una nueva enfermedad golpeó su vida. El diagnóstico de cáncer de pulmón puso en peligro la cita parisina, pero lejos de rendirse, Loida se sobrepuso y destinó todos sus esfuerzos en su recuperación para estar en Francia representando a España. Ahora, sueña con estar en los Juegos de Los Ángeles, aunque es consciente de que su enfermedad puede lastrar esos planes: “Tengo aceptado que mi final va a llegar antes, pero ojalá sobrevivir hasta Los Ángeles 2028″, asegura a Infobae España.
El deporte llegó a la vida de Loida cuando era pequeña, mucho antes de su primer ingreso en el hospital. “Cuando andaba hacía karate, porque era algo que me gustaba, pero no competía ni nada, simplemente entrenaba”. A los once años, llegó el diagnóstico de mielitis transversa. “Yo no era consciente de lo que tenía cuando estaba ingresada en el hospital”, recuerda Loida. Entonces era tan solo una niña que se aburría mucho porque “no tenía ningún entretenimiento”.
Del Hospital Niño Jesús de Madrid, donde inicialmente estuvo ingresada, la trasladaron al Hospital Nacional de Parapléjicos, situado en Toledo. Allí la sentaron por primera vez en una silla de ruedas. “Fue la sensación más increíble de mi vida. Por fin podía salir de las cuatro paredes del hospital, salir a la calle, notar el aire en la cara. Fue un regalo de la vida. Y ahí es donde me di cuenta verdaderamente del significado de la palabra libertad”. Su vida, como ella misma reconoce, no cambió, simplemente era “una niña más madura”, dado que esa experiencia le hizo “evolucionar como persona”. En Toledo le enseñaron a hacer musculación para que su día a día fuera más fácil y pudiera ser más independiente.
“Desde entonces me enganché a las pesas y a los 18 años, cuando volví a ese hospital de Toledo a sacarme el carné de conducir, me hablaron de la halterofilia. Yo no sabía lo que era y en cuanto lo probé me enganché y ya llevo casi 20 años enganchada a este deporte”, asegura la deportista. Se metió de lleno en ese nuevo deporte que acababa de descubrir y su carrera profesional no tardó en despegar. Tal fue la situación, que su primer billete a una cita paralímpica llegó con Pekín 2008. La noticia llegó de forma totalmente inesperada para ella porque una persona entendida en dicho deporte le aseguró que nunca iba a ir a unos Juegos Paralímpicos.
“Me han dicho muchas cosas, como que nunca pasaría de 80 kilos y el año pasado hice 101 kg; que nunca iba a conseguir una medalla en un campeonato de España… Al principio me lo creía, pero luego me ha servido de motivación cada vez que me han dicho cosas similares”, relata. Y añade: “Me lo tomo como un reto. Me gusta que me digan que hay algo que no puedo hacer porque se convierte en un objetivo y a mí me hace muy feliz el trabajar en los objetivos. Así que, uno más a la lista”.
El diagnóstico del cáncer de pulmón
“Al principio me quedé en shock porque es una noticia que no esperas que te van a dar. Es una lotería. Y la lotería normalmente nunca toca”. Poco a poco fue asimilando el diagnóstico, tenía cáncer de pulmón con metástasis en múltiples órganos: nueve tumores cerebrales, bazo, vesícula biliar, hígado, riñones, suprarrenales. Para sobreponerse tuvo que hacer un ejercicio de introspección y pensar en qué fue lo que hizo en otros momentos de su vida para sobreponerse a las adversidades. “Me acordé de que en los Juegos de 2012, un mes antes, mi pareja de ese momento me maltrató. Lo denuncié, pero toqué fondo, lo pasé muy mal. Tenía un estado emocional que estaba en un pozo”, relata.
“En ese momento me funcionó dirigir toda mi atención a Londres. Al final fui y salí de esa situación, me recuperé a nivel mental y eso es lo que hice en esta ocasión. Me centré en los Juegos de París. Afortunadamente, pude ir. No sé qué hubiera pasado si finalmente no hubiera ido, con la importancia que le he dado durante estos meses. Pero eso me hizo estar motivada para mejorar todo lo máximo posible”, asegura. Actualmente, Loida tiene dos tumores en el pulmón y dos residuos tumorales en el cerebro. El resto han desaparecido. “Es increíble porque tenía metástasis en muchos órganos. Aunque soy consciente y tengo totalmente la aceptación de que mi tipo de cáncer no tiene cura. Ahora mismo estoy centrándome en el próximo europeo de 2026, donde esperamos poder revalidar el título de campeona de Europa y ojalá sobrevivir hasta Los Ángeles 2028″.
Objetivo: París
Los de Pekín fueron sus primeros Juegos, pero después llegaron los de Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2021. Sin embargo, París fue “el más especial de todos”. Cuando quedó campeona de Europa de 2022, pensó que el camino hasta la cita paralímpica francesa sería sencillo y que incluso podría pelear por colgarse una medalla al cuello. Nada más lejos de la realidad: en octubre de 2023 le diagnosticaron cáncer de pulmón. “Todo se alejaba. Era casi imposible ir a París. Estuve dos meses sin entrenar. Y después, mi rendimiento con la medicación bajó muchísimo”. Pasó de levantar 101 kilos a 40 kilos y durante la última Copa del Mundo, que era clasificatoria para los Juegos, estuvo ingresada.
Una vez superados los problemas de salud, llegó el problema físico: bajar de peso. “Estuve tomando corticoides en noviembre y diciembre para sobrevivir y eso hizo que subiera de peso de 50 a 61 kilos de peso corporal”, recuerda. Ni ella ni su nutricionista Aritz se rindieron y el esfuerzo tuvo su recompensa. Pusieron rumbo a París y sauna tras sauna, fue bajando de peso, pero llegó un punto en que se estancó: “Era muy frustrante porque en la última sesión de sauna ya no sudaba nada. Y ya no podía hacer nada más. Afortunadamente, conseguí orinar esos últimos tramos”, recuerda. A la hora de la verdad, la báscula señaló 50,00.
El maltrato de su pareja
“Toqué fondo por completo. No entendía por qué mi pareja de ese momento me había hecho eso. Obviamente, denuncié porque pienso que el amor propio es muy importante, el respetarnos a nosotros mismos y no permitir este tipo de comportamientos. Mi familia estuvo ahí en ese momento. Y gracias a eso y a Londres pude salir de esa situación”, afirma Loida. Un billete a los Juegos que se complicó todavía más, después de que su entonces pareja le lesionara el brazo, ya que no podía entrenar.
Los médicos le dijeron que sería muy difícil que pudiera volver a estirar el brazo en tan poco tiempo. Finalmente, gracias a mucha rehabilitación lo consiguió y pudo viajar Y acudir a la cita londinense. “Este tipo de actuaciones hay que denunciarlas, porque si vuelve a hacer eso a otra persona, pues hay más probabilidades de que termine en la cárcel o que le den alguna medida en la que pueda aprender, que estas son cosas que no se deben hacer”, afirma Loida.
La alarma “Sigues viva”
El deporte ha sido muy importante en la vida de esta atleta. Primero por la independencia que le ha dado desde pequeña. Después por el caso de maltrato y ahora para el tema del cáncer. “El deporte ha sido mi mejor amigo toda mi vida”, considera. En cuanto a sus próximos objetivos, destaca que le gustaría revalidar el título de campeona de Europa y poder llegar a los juegos de 2028. Aunque hay un objetivo que destacar por encima de todos ellos: “El tercer objetivo que me he marcado es ojalá poder ver una alarma que tengo en mi móvil para dentro de unos años en los que en teoría no debería estar viva. La alarma se llama ‘Sigues viva’. Y ojalá poder verla”.
“El cáncer te puede matar una vez, pero no te puede matar todos los días de tu vida. el presente está aquí y tenemos que disfrutarlo al máximo, porque este presente se va a convertir en pasado y ya no va a volver. Tengo aceptado que mi final va a llegar antes, pero también me sirve de motivación y para aprovechar cada momento”. Y eso está haciendo. El próximo 8 y 9 de noviembre tiene un concierto en Ourense para personas con cáncer. “Estoy muy contenta de poder ayudar a otras personas con cáncer, motivarlos a seguir adelante, porque al final es una situación muy complicada y yo incluso también me inspiro de otras personas que también lo tienen”. Todo un ejemplo de superación y fuerza que inspira no solo a personas con cáncer, sino a todas las personas que escuchan su historia.