La misión era clara: pasar de la fase de grupos en lo alto de la tabla para sortear los rivales más complicados en la siguiente ronda. ¿El problema? Las bajas. La Eurocopa y un calendario muy apretado de partidos se transformaron en un virus con tendencia a convertirse en epidemia que se coló en el vestuario de numerosos equipos. Luis de la Fuente se las tenía que ingeniar para jugar como en la Eurocopa, sin los jugadores de la Eurocopa. El ritmo no ha sido el mismo, pero el resultado sí. A los pocos minutos de que comenzara a rodar el balón, Laporte adelantaba a La Roja gracias a un centro impecable de Pedro Porro. El marcador no volvía a moverse, a pesar de que España tuvo un penalti a favor que Morata no fue capaz de transformar, pero pudo redimirse con un gol minutos más tarde. Baena ponía la guinda al encuentro. Tres tantos y tres puntos para catapultar a la selección a lo alto de la clasificación de su grupo.
Desde que comenzó la temporada, las lesiones se han extendido por los vestuarios de los diferentes equipos como una epidemia y el parón de selecciones no ha hecho más que acrecentar este problema. Desde que Luis de la Fuente hizo pública la lista de convocados, se evidenció un problema que lleva tiempo ganando protagonismo en el escenario futbolístico: los jugadores no aguantan la carga de partidos. Tal es la situación, que poco queda de la España que ganó la Eurocopa hace unos meses, y que ahora encara los encuentros de la Nations League.
Córdoba recibía este martes a la vigente campeona del torneo europeo o, al menos, a una sombra de lo que fue. Sin Rodri, Lamine Yamal, Dani Olmo, Unai Simón, Le Normand, Dani Carvajal, Ayoze, Nacho Fernández y Jesús Navas (estos dos últimos por decisión propia), el seleccionador de España encaraba la Nations League con un vestuario en cuadro. Tras haber conseguido un empate y una victoria en septiembre ante Serbia y Suiza y una nueva victoria ante Dinamarca este domingo, solo falta el duelo ante Serbia. Un encuentro decisivo si los de Luis de la Fuente quería cerrar la fase de grupos a la cabeza, dado que la clasificación ya la habían asegurado.
La tarea más difícil era armar un once ganador a pesar de las bajas. Lo armó. Con un once diferente al que acostumbraba a elegir en la Eurocopa, saltaban al Nuevo Arcángel. El árbitro indicaba el inicio del encuentro y mientras todavía resonaba el pitido en Córdoba, llegaba el primer tanto de España. La Roja ponía en juego el balón desde la esquina con un pase en corto que acababan cediendo a Pedro Porro, quien, sin pensarlo dos veces, la colgaba al área. Y ahí aparecía Laporte para mandar el balón al fondo de la red.
Los de Luis de la Fuente seguían intentándolo, pero ahora con un ritmo más pausado, más lento, con ganas de tener la posesión y construir. El objetivo seguía siendo el mismo, ganar, pero estando ya por delante en el marcador, la dinámica era diferente. España se sentía superior y, al menos en el marcador, lo era. Los minutos fueron pasando hasta que el árbitro indicaba el final de la primera mitad y los 22 enfilaban el túnel de vestuarios. Con un hambre de gol renovado, saltaban al verde los españoles, querían sentenciar el encuentro y la oportunidad se presentaba tan solo 10 minutos después de que arrancaran los segundos 45 minutos.
Pedro Porro, de nuevo, entrando en escena en una ocasión de gol para la Roja, cogía el balón en el área un poco escorado, eso no le importó para armar la pierna, disparar contra la portería de Rajkovic. El balón impactó directamente contra el brazo de Veljko Birmancevic. El árbitro lo tuvo claro de inmediato: penalti. Morata se escabulló de la marea que serbios que se formó alrededor del colegiado y fue directo a por el balón. Era su oportunidad, quería marcar. Respiró y puso dirección hacia el balón, lo golpeó, pero este se marchó por encima del larguero. Ninguno de los allí presentes se lo podía creer. Ni siquiera el portero serbio. El capitán había fallado el disparo desde la pena máxima.
Unos instantes más tarde llegaba el momento de su redención. Morata cogía el balón de espaldas a la portería y de primeras se la cede a Fabián, este controla y devuelve la bola al capitán que de primeras dispara contra la portería de serbia y certifica el segundo del partido. Un tanto para quitarse esa espinita que le había dejado el penalti, un gol para dar un golpe en la mesa como viene haciendo desde la semana pasada, un tanto sanador.
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