El fútbol levanta pasiones. Y también tensiones. Así quedó demostrado, una vez más, en el derbi del pasado domingo entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid. Los goles de Militão y Correa, que pusieron el 1-1 en el marcador, quedaron empañados por los incidentes provocados por el Frente Atlético. Sin embargo, estos no fueron un hecho aislado: el auge de la violencia en este deporte es ya una realidad. Tal es así que, en las dos últimas temporadas, la Policía Nacional tuvo que realizar un total de 305 detenciones. Pero, ¿qué opinan de esto los ciudadanos? ¿Cómo creen que deberían actuar los equipos? ‘Infobae España’ ha salido a la calle para comprobarlo.
El Estadio Cívitas Metropolitano volvía a abrir sus puertas para celebrar el primer derbi de la temporada. En este tipo de partidos se presupone cierto ambiente de tensión entre los dos clubes, pero lo sucedido si causó sorpresa. “Es un derbi y entiendo que los del Atleti estaban frustrados, en una situación de desventaja, por eso explotaron”, manifiesta Carlos (19 años). Este joven tiene claro que “el fútbol también está para que la gente desfogue del día a día y apoye a su equipo con todo, aunque también influye que quizá toman alcohol”.
El caos se desató en el minuto 64 de partido, cuando tuvo que suspenderse durante 15 minutos. Militão adelantaba a los blancos y, tras su gol, la grada de animación rojiblanca respondió con violencia y lanzando objetos al campo a las supuestas provocaciones de Thibaut Courtois, exjugador del Atleti. Para Julio (29 años) “no hubo provocación y se les fue de las manos”. Pero hay quienes creen, como Simeone, que son los propios futbolistas los que, en ocasiones, provocan esta situación de tensión. “Los jugadores tienen un poco de culpa, ellos generan esa violencia y los árbitros tendrían que liquidarlo antes de que lo pague la afición”, sostiene José María (69 años), quien se autodefine como “atlético y antimadridista”.
La agresividad en las gradas, una realidad intolerable
La Policía Nacional lo confirma: los grupos clasificados por la Comisión Antiviolencia como radicales están compuestos por unos 9.000 miembros. “El deporte no tiene por qué conducir a la violencia, es más la afición, que se lo toma demasiado en serio y lo llevan al extremo”, asegura Manuel (24 años), al tiempo que opina que esto es algo que ha ocurrido “siempre en el fútbol”.
Con frecuencia, los motivos que se esconden detrás de los enfrentamientos entre aficiones o con los jugadores de equipos rivales no son puramente deportivos, puesto que, tras ellos, hay razones ideológicas. “Acaban llevando al fútbol sus ideas políticas y tildan este deporte de algo que no es”, lamenta Manuel. Así, la violencia es, para Jose (31 años), algo que va asociado al propio deporte, que es “machista y homófobo y dispara odio por todos lados”
Andrea (28 años) va más allá. Considera que esta es una cuestión de educación, dado que no siempre se prioriza la inteligencia emocional: “puedo entender la pasión pero, cuando se cruza un límite, es una forma de desfogar la violencia y no se disfruta del partido, que es a lo que se va”. De esta forma, su opinión tiene como eje la falta de respeto. “Siempre dicen que los estadios son un templo, un lugar sagrado, pues no entiendo cómo lo pueden profanar y faltar el respeto a lo que se dice apoyar”, enfatiza.
¿Cerrar el estadio o echar a los ultras?
“Yo echaría a los ultras de los estadios, aunque al final los clubes no lo van a hacer porque es de donde sacan dinero”, afirma Manuel, aunque reconoce la “dificultad” que conlleva erradicar la violencia de las gradas. De ahí que piense que el mejor método es “exponerlos y darle visibilidad a que están haciendo algo que no viene bien a nadie, ni a las personas que sufren la violencia, ni al propio deporte”. Por el contrario, Juanjo (43 años) y Gabriela (33 años) opinan que la solución es “prohibirle la entrada a gente violenta y con antecedentes y, sobre todo, no hay que darle visibilidad”.
Y es que lo cierto es que lo ocurrido el pasado domingo puede no quedarse ahí: el próximo miércoles 2 de octubre, el Comité de Disciplina de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se reunirá para decidir qué sanción recibe el Atlético de Madrid. De hecho, podría enfrentarse incluso al cierre temporal del estadio. “Si fuese el club, no actuaría, no echaría a los ultras”, garantiza Carlos. “Hay crispación pero, el que es violento, lo es en todos lados”, relatan Juanjo y Gabriela.
El Frente Atlético se considera uno de los pioneros del movimiento ultra en el fútbol español. Mientras que Ultras Sur (Real Madrid) y Boixos Nois (FC Barcelona) tienen prohibido el acceso a sus estadios, el Atlético de Madrid aún no ha tomado esa decisión. Algo que comparte José María, quien defiende que “no todos los ultras son malos y debería dejarse solo a quienes no insultan”. Al hilo de esto, explica su idea: “Yo pago una entrada cara y ellos se llevan millones, así que tienen que aguantar críticas, pero no insultos racistas”.
Otra de las acciones más criticadas del encuentro fue que los jugadores del Atleti se acercaran y aplaudieran a la grada donde estaban los violentos al final del partido. “Son los que les animan y saben a quién tienen que acercarse y a quien no”, explica Carlos, a pesar de que eso “no significa que estén a favor de ellos”. De hecho, para Julio, “había mucha gente allí y algunos no habían hecho nada, e igual ni siquiera compartían lo ocurrido”. Entiende que los ultra son también parte de la afición, pero que “el problema es si cruzan la línea y es ahí donde hay que intentar erradicarlos”.
“En todos los campos siempre hay unas zonas más seguras que otras”
Las edades de los individuos que forman parte del sector ultra de los equipos de fútbol en España oscila entre los 17 y los 50 años. Al frente de estos grupos suelen estar los más veteranos, que no tienden a participar de manera activa en los enfrentamientos: de esto se ocupan los “cachorros”, los más jóvenes. A sus 19 años, Carlos no tiene dudas: “Llevaría a un niño a un campo de fútbol”. Hay quienes optan por que esto ayudaría a “controlar el tipo de gente que va”, como Juanjo y Gabriela. Para Julio, la cuestión es dónde se ubiquen los niños, ya que defiende que “en todos los campos siempre hay unas zonas más seguras que otras”.
En ocasiones, son los aficionados más jóvenes los que protagonizan buena parte de los incidentes violentos, lo que lleva a ciertas personas a pensar que los estadios no son un lugar seguro para los niños. José María garantiza que, “hoy por hoy, no llevaría a los niños a un estadio de fútbol”, puesto que entiende el fútbol como una “fiesta”, sobre todo, enfocada al disfrute de los más pequeños.
Hay quienes optan por un cambio en la normativa de los estadios, que aleje de ellos a quienes sustituyen la diversión y el disfrute que debería ir asociado al fútbol, por la agresividad y la violencia. De esta forma, no solo se haría un lugar “más seguro” para todo el público, sino también para los jugadores, a los que consideran “víctimas de los actos vandálicos de la afición”.