La polémica ha llegado a los Juegos Olímpicos de París de la mano del boxeo. Desde hace días, la boxeadora argelina Imane Khelif, que venció a la italiana Angela Carini en solo 46 segundos de combate, se encuentra en el foco de todos los medios. La controversia se centra en que Khelif, hace un año, fue inhabilitada para competir en los campeonatos mundiales debido a que los resultados de pruebas médicas por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) revelaron niveles de testosterona superiores a los habituales en mujeres, identificándola como un nuevo caso de androgenismo en el deporte femenino. Cabe señalar que, aunque la IBA la suspendió, las reglas de los Juegos Olímpicos las rige el Comité Olímpico Internacional (COI), lo que permitió su participación en París. Este hecho ha avivado recuerdos del caso de la atleta sudafricana Caster Semenya, quien vició un caso similar hace unos años.
A los 18 años, Caster Semenya asombró al mundo del atletismo con su dominio en las pruebas de 800 metros. Sin embargo, no solo sus victorias captaron la atención, sino también las acusaciones de que podría ser un hombre. Antes del Mundial de 2009, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) intentó obligarla a someterse a un ultrasonido transvaginal debido a niveles elevados de testosterona detectados en su país. Semenya no accedió a este examen por la falta de un traductor. Pese a la controversia, compitió y ganó su primer título mundial.
Un mes después, se revelaron los resultados de las pruebas médicas realizadas por la IAAF, determinando que Semenya era una persona andrógina: nacida con vagina pero sin útero, y con testículos internos que producían altos niveles de testosterona. Este diagnóstico provocó una suspensión provisional mientras la IAAF discutía nuevas regulaciones. Finalmente, se alcanzó un acuerdo para que Semenya se sometiera a tratamiento hormonal, lo que afectó significativamente su salud con efectos como ataques de pánico y náuseas, obligándola a abandonar el tratamiento.
Esta situación desencadenó críticas desde diversas partes, como la del corredor retirado Michael Johnson, quien criticó a la organización por su falta de discreción, y varios medios locales que argumentaban que la Federación buscaba evitar que las atletas sudafricanas se destacaran. Eventualmente, la IAAF permitió a Semenya volver a competir, y ella ganó nuevamente títulos mundiales en 2011 y 2017, además de obtener oro olímpico en los Juegos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. Sin embargo, en 2018, la IAAF endureció sus normas, prohibiendo competir en distancias específicas a atletas con altos niveles de testosterona a menos que redujeran estos niveles por debajo de 5 nanomoles por litro durante al menos seis meses.
En respuesta a estas restricciones, Semenya demandó a la Federación y en su biografía, The Race to Be Myself, cuestionó la “ignorancia, racismo y fanatismo” de la IAAF y defendió su derecho a competir en las carreras femeninas. Semenya llevó su caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que en julio de 2023 alegó que el tratamiento al que la habían sometido era discriminatorio. Sin embargo, una apelación de la IAAF y World Athletics impidió el cierre del caso, y la atleta regresó a los tribunales para una revisión.
¿Volverá a competir?
En mayo de este año, sus abogados presentaron sus argumentos ante el TEDH, destacando el impacto profesional y personal de la inhibición y calificando el tratamiento de “nocivo, inútil y pretendidamente correctivo”. Buscan que a los 33 años, Semenya pueda volver a competir. Todavía se espera una sentencia definitiva en pocos meses, la cual no admitiría apelaciones, lo que podría poner fin a uno de los casos más controversiales del deporte moderno.
La controversia que rodea a Imane Khelif ha hecho que el caso de Semenya resurja en las discusiones sobre androgenismo en el deporte femenino. Con una batalla legal y médica tan prolongada, el caso de Semenya presenta un antecedente crucial para el debate actual, revelando las complejidades y la continua evolución de las políticas deportivas internacionales desde una perspectiva de género y equidad.