Se dice que los hijos se parecen a los padres, pero lo de Rafa Lozano y su hijo es de otro nivel. El Balín, como se conoce a Rafa Lozano Jr, ha querido seguir los pasos de su padre ya desde pequeño, cuando comenzó a dar los primeros ganchos en el ring. Y desde entonces no ha parado. Ahora ha ido un paso más allá y hace tan solo unos días desembarcó en París con un objetivo en mente, tomar el testigo de su padre y tratar de repetir el hito que hace años consiguió al que se conoce como El Balita: una medalla olímpica.
A sus 19 años, está a tan solo a un paso de volver a repetir la historia del que ahora es su entrenador: su padre. El Balita consiguió un bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y una plata en Sídney 2000. Esta fue la última que se registró en el boxeo español en una cita olímpica. Esa ansiada medalla ya está asegurada gracias a Emmanuel Reyes, que este jueves ha certificado su pase a semifinales. Sin embargo, una nueva presea podría llegar nada más y nada menos que de su hijo, El Balín.
Hace tres días debutó por primera vez en unos Juegos Olímpicos ante el australiano Yusuf Chothia, ni más ni menos que el número cinco del mundo, en la categoría de 51 kilos. Sabía lo que tenía que hacer, tenía la estrategia clara. Enfundado en un traje azul se lanzó al centro del ring: rápido, ágil, supo ser paciente, esperar a su rival, para después conectar duros golpes en la cara de su oponente. Tras concluir el primer asalto, los jueces se rindieron ante Lozano. Entonces, el australiano se lanzó al ataque, debía remontar el combate, pero era incapaz de encontrar un hueco en la guardia de El Balín y de nuevo los cuatro jueces le volvieron a dar la victoria.
Tan solo faltaba un asalto. Lo tenía hecho. Estaba tranquilo, con la cabeza fría, tirando de su derecha y buscando sorprender a su rival con un gancho de izquierda. Esquivó todo lo que le lanzó Yusuf Chothia, los minutos pasaban, el encuentro estaba a punto de concluir y entonces, final. Rafa Lozano se metía así en cuartos de final y su padre le bendecía con un beso en la cabeza. De padre a hijo. De Balita a Balín. Tan solo le queda un combate para volver a escribir el apellido Lozano en los libros de historia de los Juegos Olímpicos. Será este viernes 2 de agosto cuando se juegue el todo por el todo, cuando se decidirá si asegura la medalla para la delegación española y coge el testigo de su padre.
Padre, entrenador y medallista olímpico
El apellido, el mote, los genes. Todo está de cara para que este viernes haga historia y asegure una medalla. “Yo saco un extra con mi padre, tengo mucha confianza en él, como entrenador y también por ser mi padre, y si él no estuviese aquí no sería lo mismo”, aseguró el joven boxeador en declaraciones a los medios tras el combate. En la esquina, haciendo las veces de entrenador y de padre, ahí estará El Balita para ver cómo su hijo hace historia. “He hecho mucho por estar aquí y ahora no lo puedo desaprovechar. Son momentos que no se sabe si se van a volver a repetir. Ya he hecho mi trabajo y estoy orgulloso del trabajo que he hecho”. Una oportunidad que apunta a medalla.
Pero, ¿cómo fue la trayectoria de El Balita? Hizo su aparición estelar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, cuando consiguió un diploma olímpico. En las siguientes dos citas olímpicas a las que acudió no fallaría. En Atlanta 96 consiguió el bronce y en Sídney 2000, la plata. En 2007 anunció su retirada, pero regresó para combatir siete veces más y en 2010 colgó los guantes definitivamente. A partir de ese momento, se hizo promotor de peleas y después entró en la Federación de boxeo, donde se hizo seleccionador. Ahora, como entrenador de los olímpicos y padre de uno de ellos, espera que el equipo de boxeo español regrese a España con una medalla al cuello, pero en especial desea que su hijo, El Balín, siga alargando la leyenda del apellido Lozano y consiga una presea en París.