Paren el mundo que llegan los Juegos Olímpicos. Desde que el viernes pasado se celebrara la ceremonia de inauguración, el deporte ha pasado a un primer plano, incluso aquellos que en otros momentos del año tienen menos repercusión. Muchos atletas incluso han tenido que poner su vida y, en concreto, sus profesiones en pausa para poder acudir a la cita más esperada para cualquier deportista profesional: los Juegos Olímpicos. Este es el caso de Alberto Fernández, el atleta de tiro olímpico, compagina su carrera deportiva con la artística, ya que es miembro de un grupo de música.
Su interés por el tiro le viene de su padre, que era aficionado y un joven Alberto solía acompañarlo en los entrenamientos y las competiciones. “Siempre le decía que me dejara probar. Era tan cansino que al final me dejó tirar a un plato. No sé si con fortuna o con mala suerte, lo rompí. Y ya hasta hoy”, detalló en una entrevista con Olympics.com. Sin embargo, su aventura en el tiro tardaría todavía un poco en comenzar. Primero probó otros deportes. Fútbol sala y judo fueron las disciplinas que tanteó cuando era pequeño, pero ninguna de ellas le enamoró como lo había hecho el tiro. Fue un amor a primera vista, un flechazo que a día de hoy sigue teniendo con este deporte.
“Era el deporte en el que yo notaba que más me ardía la sangre cuando lo hacía”, aseguró en declaraciones al Comité Olímpico Español (COE). A partir de ese momento, la sangre nunca dejó de arderle. Rápidamente comenzó a despuntar y en 2006 ganó su primera medalla, un bronce; en un Europeo. Tan solo dos años más tarde debutó en unos Juegos Olímpicos con Pekín 2008. Tras su aparición en la cita olímpica ya no había quien le parara.
En el año 2010 registró una temporada de ensueño, proclamándose campeón de Europa y del mundo con tan solo un mes de diferencia. Su palmarés no dejaba de crecer: doble campeón del mundo, triple campeón de Europa y múltiples medallas en distintas Copas del Mundo. Pero aún tenía una espinita clavada: los Juegos Olímpicos. En la competición de los anillos no conseguía la actuación que sí lograba por el mundo. En Pekín obtuvo el puesto 33º; en Londres, consiguió la plaza 25; y en Río, la 17º. Su impecable trayectoria no acababa de lucir en los Juegos.
“Siempre que voy a una competición, sea un Campeonato de Europa o del Mundo, voy a disfrutar del tiro al plato, que es lo que me gusta. Y cuando uno disfruta, los resultados salen. Pero en los Juegos Olímpicos creo que he hecho todo lo contrario. He ido con esa obsesión de ganar una medalla y me he olvidado de lo principal, que es disfrutar”, aseguró en el COE. Y entonces, llegó Tokio y con esta nueva cita olímpica el precio a todo el esfuerzo y preparación técnica, física, pero, sobre todo, psicológica.
En Japón, Alberto Fernández obtuvo su mejor resultado, entrando en el top 10 con un noveno puesto en la prueba individual. Fue en los mixtos junto a Fátima Gálvez, donde alcanzó la gloria. Oro olímpico. Con la medalla al cuello y escribiendo su nombre junto al de su compañera en los libros de historia del tiro olímpico regresó a España. Cuatro años después ha regresado a la cita olímpica, esta vez en París, donde se ha quedado a las puertas de la ansiada final. Tras los Juegos, será el momento de retomar su otra pasión, esa que también le ha llevado a recorrer diferentes lugares: la música
De la escopa a la guitarra
Los Geiperman, grupo madrileño que rinde tributo a Hombres G, es donde Fernández deja volar su parte más artística y disfruta de su pasión. El deportista olímpico lleva más de una década compaginando ambos mundos y lo cierto es que lo sigue haciendo. Guitarra en mano, ha recorrido numerosos locales interpretando a las canciones de grandes bandas y cantantes del pop rock español y en especial las de Hombres G. Cuando deja la guitarra es la escopeta lo que coge para dedicar tiempo y entrenar en su otra pasión. Y la fusión de ambos mundos lo que lleva a este deportista y músico. Guitarra y escopeta. Música y tiro. Pasión y pasión.