“Me parece precioso pensar que mi padre podía haber frenado uno de los golpes que me llevaron a la victoria y hasta los juegos olímpicos”, finalizaba Lucia Martín-Portugués, representante española del equipo olímpico de esgrima, una anécdota muy bonita del amuleto en forma de cruz que lleva. La protagonista de esta hermosa historia ha narrado de forma muy emotiva la razón para llevar ese amuleto y lo que piensa que esa cruz ha podido hacer por ella.
El amuleto, tan importante para la sablista, es un regalo que su madre le hizo por Navidades. Su madre no sabía qué regalo hacerle, pues tenía la fortuna de tener de todo. “Que le regalas a alguien que tiene de todo” afirmaba Lucía en la entrevista con Eurosport España. Pues bien, su madre decidió estas Navidades hacerle a la familia regalos de objetos pertenecientes a su marido, fallecido hace algunos años, con el objetivo de mantener aún más vivo su recuerdo y mantener su esencia cerca en todo momento. Así, desde que lo recibió, Lucía lo ha tenido como un amuleto que le ha llevado a poder disputar unos Juegos Olímpicos.
La deportista de Villanueva de la Cañada afronta los Juegos Olímpicos bajo la protección de su ángel, su padre. La sablista madrileña consiguió su clasificación a París 2024 tras mucho esfuerzo y bajo un aura especial en ella. Tenía la fuerza de su padre desde el más allá en todo su camino hacia la capital francesa.
La competidora, antes de recibir el regalo de su madre por Navidades, se encontraba fuera de la clasificación todavía, es decir, no estaba entre las mejores que podían optar a asistir a la máxima celebración del deporte mundial: los Juegos Olímpicos. Sin embargo, una vez ella obtuvo esa cruz, ella no se lo pensó y decidió llevarla durante todo momento. Casualidad o no, Lucía obtuvo la medalla de oro en el siguiente campeonato grande que disputó. La deportista española se hizo así con un Gran Premio, una victoria que jamás había podido realizar antes. Ese campeonato ha sido la clave, pues la hizo estar en el puesto número dos entre las jugadoras europeas dentro del ranking, de forma que ese acontecimiento, nuevo para ella, había ayudado a conseguir su pase para poder disputar la competición de París 2024.
Una vez acabó esa competición que la impulsó a lograr la clasificación, la madrileña se empezó a desvestir del mono de competición, y fue en ese momento cuando se dio cuenta de lo que había podido haber hecho su padre en ese torneo. Tras despojarse de la parte de arriba, ella se dio cuenta de que algo había pasado con su amuleto. “Al verme la cruz vi que tenía un pequeño golpe”, afirmaba Lucía a la entrevistadora para, posteriormente, dejar una de las frases previas más bonitas de nuestro deporte a los Juegos Olímpicos y que dejó “con la piel de gallina” a la entrevistadora: “Me parece precioso pensar que mi padre podía haber frenado uno de los golpes que me llevaron a la victoria y hasta los juegos olímpicos”.