Mario Gómez puede que no esté en la memoria de muchos aficionados al fútbol, al menos no en España. Con nacionalidad alemana y española, el exjugador del Bayern de Múnich tiene sus orígenes en Albuñán, un pequeño pueblo de Granada que, en 2012, le llegó a dedicar una calle al futbolista.
El hispano-germano colgó las botas en 2020, pero sigue vinculado al fútbol, aunque desde otra posición. Actualmente, es el director deportivo del Red Bull Bragantino, equipo de la primera división brasileña. Mario Gómez ha dedicado prácticamente toda su vida al fútbol, desde que comenzó en 1998 en las categorías inferiores hasta ahora.
Una historia que ha pasado desapercibida
Pese a que el nombre de Mario Gómez no ha resonado dentro del mundo del deporte en España, eso no quiere decir que no lograra grandes cosas. Como comentó en Mind Set Win, un pódcast de Red Bull: “Yo era el que tomaba las decisiones, era el jugador que todos los equipos necesitaban para ganar partidos”.
Su 1,89 metros le convertía en el delantero perfecto, posicional y rematador. “Creo que este puesto (”9″ puro) es el más difícil en el mundo del fútbol porque las expectativas están muy altas. Todo el mundo valora si eres bueno o no, porque si marcas goles eres el mejor y si no marcas eres una mierda. La presión de los porteros y de los delanteros es la más alta”.
Su carrera como profesional comenzó en el VfB Stuttgart, que milita actualmente en la Bundesliga, primera división alemana. En su primera temporada en el club tan solo marcó ocho goles, sin embargo, su perfil goleador despertó pronto. La siguiente temporada (2006/2007) anotó 16 tantos y dio ocho asistencias.
“Al principio todo fue bien, muy rápido. Jugué mi primer partido, marqué, mucha gente amaba la forma en la que jugaba porque era joven y alocado”, comentaba Mario Gómez. “Con las primeras dificultades, porque no podía marcar o controlar la presión clara que tienes, dudas y piensas sobre por qué la gente te animaba y ya no”, ampliaba el jugador.
La camiseta alemana, un sentimiento
Pese a tener nacionalidad española, el delantero pasó casi toda su vida en Alemania y, por eso, decidió vestir la camiseta de la selección teutona. No obstante, no siempre lo pasó bien bajo ese escudo. “Fui a la Eurocopa en 2008, la gente tenía muchas expectativas porque había jugado con un equipo joven e interesante en Stuttgart y se pensaban que iba a ser el mismo jugador en 2008. Empezamos la competición, todo fue bien, ganamos el primer partido 2-0, pero perdimos el segundo porque no fue un buen partido, yo tampoco jugué muy bien”, afirma Gómez.
Precisamente fue en esa competición cuando vivió uno de los momentos más duros de su carrera. “Tuve un buen pase de Miroslav Klose y estaba solo delante de la portería, a un metro, y el portero no estaba. Intenté meterla en la portería, pero había un pequeño agujero en la hierba. El balón saltó un poco arriba, así que no toqué el balón de la forma correcta. El balón se acabó marchando al cielo”, apuntaba. Finalmente, aquel partido acabó 0-1, gracias al gol de Ballack.
Pese a seguir vivos en la competición, Mario Gómez no pudo sobreponerse a la presión. De hecho, fue el último partido que jugó en la Eurocopa de 2008. “Volví a Stuttgart y seguí marcando goles porque era como mi casa. Pero cuando jugaba en una ciudad distinta, todo el estadio estaba en mi contra”, confesaba.
En 2009 llegó al Bayern de Múnich, donde logró conquistar todas las competiciones. A su llegada ganó la liga y la Copa de Alemania. Aun así, lo mejor estaba por llegar. En la temporada 2012/2013, el Bayern culminó con un triplete: liga, Copa de Alemania y Champions League.
“2012 fue el mejor año de mi carrera”, comentaba. En la temporada 2011/2012, Mario Gómez marcó un total de 41 goles. Esa actitud goleadora, sumada a los éxitos conquistas la siguiente temporada, le llevaron a estar en el radar de muchos clubes. “Tuve una oferta del Real Madrid. Me querían como un repuesto para Karim Benzema. También tuve ofertas del Atlético de Madrid y de la Fiorentina”.
El principio del fin
Finalmente, se decidió por el equipo italiano. “Mi familia era toda del Real Madrid, pero cuando se trata del fútbol nadie me dice qué hacer. Por eso decidí animar al Barcelona, me encantaba ver a los jugadores brasileño: Ronaldinho, Rivaldo, Romario”, escribió en The Players’ Tribune. Puede que por eso no vistiera la camiseta blanca.
Allí, pese a tener un buen inicio, comenzó el principio del fin. En el tercer partido con la camiseta violeta, una entrada del portero rival le alejó del verde. Se rompió el ligamento interno de la rodilla y, pese a que esta lesión tarde entre seis y ocho semanas en curarse, él estuvo fuera del campo siete meses: “Hice mi recuperación y volví a entrenar, pero solo estaba al 80 %, siempre tenía la sensación de que alguien me golpeaba la rodilla con un cuchillo”.
“Al final, tarde unos siete meses en descubrir qué me ocurría y por eso me perdí el Mundial en Brasil de 2014 y Alemania ganó. Jugué todas las competiciones desde 2008 hasta 2018, pero me perdí la única que ganamos”, finalizaba diciendo.
“Vi al equipo levantar el trofeo en Brasil y no estaba ahí por la lesión. Supe que no quería perderme momentos como ese nunca más”., comentó.
El objetivo pasó a ser estar listo para la Eurocopa de 2016. Para ello se marchó al Besiktas turco en el verano de 2015. Allí se convirtió en el mayor goleador de la liga con 26 tantos.
Eso le sirvió para regresar a la selección tanto en 2016 como en el Mundial de Rusia de 2018. Después de un breve paso por el VfL Wolfsburgo, Mario Gómez volvió a donde todo había empezado: el VfB Stuttgart. Allí colgó definitivamente las botas.