Toni Kroos dice adiós. El hombre de hielo, ese que ha ablandado el corazón de todos los madridistas, ese que ha hecho llorar incluso a los más duros y fríos tras anunciar su retirada, vestirá por última vez la camiseta del Real Madrid este sábado, en el estadio de Wembley. El mediocentro alemán pisará el césped vestido de blanco para disputar la final de la Champions ante el Borussia Dortmund. Será su último baile con el traje de gala merengue, con la música de la competición de las estrellas sonando de fondo.
El 3 de julio de 2014, el Real Madrid hacía oficial el fichaje de Toni Kroos. El alemán aterrizaba en Chamartín, donde todavía era palpable la resaca tras lo vivido hacía unas semanas, cuando los blancos levantaron la ansiada décima ante el eterno rival, el Atlético de Madrid, con un ya histórico gol de Sergio Ramos en el minuto 93. El mediocentro sabía lo que era conquistar la orejona, dado que él la había levantado un año antes con el Bayern de Munich. Sin embargo, en el momento en que pisaba por primera vez el Bernabéu y tocaba su nueva equipación durante su presentación ante los aficionados, todavía no era consciente de lo que viviría vestido de blanco.
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Tan solo unos meses después, ya estaba con el escudo de la orejona en el brazo derecho. Su debut en la competición de las estrellas con el Real Madrid fue ante el Basilea, un equipo suizo, donde registró la primera gran goleada de la temporada, dejando el marcador 5-1. El alemán tuvo un partido impecable. No fue el mejor del encuentro (pocas veces lo suele ser), pero hizo esa labor poco lustrosa, aunque fundamental. Y, con los años, ha quedado demostrado que Kroos no suele ser jugador de último pase, no suele deleitar a los espectadores con regates imposibles, pero cuando no está él en el centro del campo, cuando no forma pareja de baile con Modric, el medio está vacío.
Esa temporada no ganaron la Champions. La Juventus truncó sus sueños de conseguir la Copa de Europa por segundo año consecutivo, en semifinales. Pero la orejona no se resistió mucho más. La temporada siguiente (2015-16), Kroos vivió uno de los momentos más mágicos de su carrera al levantar la duodécima copa del Real Madrid, tras frustrar de nuevo las esperanzas de los rojiblancos. El Atlético de Madrid volvía a perder una final de Champions ante el club blanco. La consecución de títulos del alemán en la competición de las estrellas no cesó en años venideros. Durante la campaña 2016-17, el Real Madrid volvía a levantar la orejona y agrandaba su hegemonía como reyes de Europa, al vencer a la Juventus en la final. Y al año siguiente se repitió la victoria.
Tres veces consecutivas llegaron a la final. Y tres veces consecutivas se alzaron con la victoria. Y es que, como suele decirse, el Real Madrid solo juega finales para ganarlas. En esos tres años, Kroos fue asumiendo cada vez un papel más importante en el centro del campo, como maestro de ceremonias, con batuta en mano dirigiendo el juego de un lado al otro del esférico. Con pases cortos, pero certeros. El príncipe del toque se había convertido en un imprescindible en el once blanco y, en especial, de cara a los partidos importantes.
El último baile
Ahora, tras 10 años vistiendo de blanco y cuatro Champions a sus espaldas, Kroos afronta su último partido en la competición de las estrellas. El líder del centro del campo, el francotirador, el iceman, el número 8 del Real Madrid cruzará el túnel de vestuarios por última vez este sábado.
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Este 1 de junio quedará grabado en la memoria de Toni Kroos, así como en la retina de miles de aficionados. Este 1 de junio, Kroos bailará por última vez con el balón en los pies. Y cuando suene el pitido final y la música deje de sonar, ya nunca más volverá a saltar a la pista, ya nunca más volverá a pisar el césped en un partido de Champions, ya nunca más volverá a vestir de blanco, ya nunca más volverá a ponerse la camiseta del Real Madrid.