Cada vez son más los deportistas que compaginan su entrenamiento físico con las sesiones con el psicólogo. Aumentan aquellos que dan importancia a la salud mental, que saben que muchas veces un buen rendimiento en una competición o en un torneo pasa no solo por la cuestión deportiva, sino por la concentración, por saber gestionar las emociones, presiones. Saber asumir una derrota, pero también una victoria. Sin embargo, no se le da ni la visibilidad ni la importancia necesaria. Esto hace que el presupuesto, en especial en deportes minoritario o en aquellos que no tienen tanta visibilidad, sea reducido. “La parte psicológica es una cosa que se mira mucho, pero se invierte poco”, reconoce Javier Ayuso, responsable de Mentes Deportivas (centro de psicología del deporte y de la actividad física), a Infobae España.
Al principio fueron los propios deportistas quienes se pagaban el psicólogo, pero poco fueron las propias Federaciones quienes establecieron el vínculo al encargar distintos proyectos. Y así, los atletas pasaron de contar con un psicólogo fuera del lugar de trabajo, a contar con uno dentro del Centro de Alto Rendimiento. Sin embargo, el camino hasta allí no fue fácil, dado que como este profesional destaca, la psicología del deporte “no es que esté relacionada con problemas, porque hay mucho mito de locura, trastorno, no tiene nada que ver”. Ayuso aclara: “La psicología del deporte sobre todo trabaja las habilidades psicológicas que influyen en el rendimiento del deportista”.
Entre estas habilidades destaca la gestión emocional, de los pensamientos, la motivación, la gestión también de los objetivos. “El establecimiento de objetivos es algo importantísimo en la preparación de un deportista, también la gestión de la propia ansiedad, del estrés, de la presión, de cómo se maneja todo eso, la lectura de la competición, que es casi más importante que la preparación”. A pesar de que los deportistas cada vez son más abiertos a este tipo de trabajo alejado del deporte físico, todavía hay una montaña que escalar: los entrenadores.
Javier también considera que hay trabajo por hacer dentro del deporte en general: ”Se nos percibe como una amenaza. Hay muchos que te dicen simplemente que no creen en eso, pero esto es ciencia, da igual que creas o que no, porque va a suceder”. Poco a poco algunos se van abriendo, algunos preguntan a estos profesionales, “pero todavía hay otros que te miran con mucho recelo”.
Respecto al papel que juega la salud mental en un atleta, afirma: “Los deportistas necesitan estar al 100% a nivel mental, al igual que físicamente, para poder rendir”. La herramienta para conseguirlo es trabajar con un psicólogo, con un profesional. “Lo más importante a nivel de salud mental es la imagen que tienes de ti misma o de ti mismo, que el autoconcepto esté bien construido. Saber un poco de dónde vienes, qué tipo de creencias tienes y por qué, qué tipo de valores tienes y por qué”. Con estas bases y con este autoconocimiento cuentan con unas herramientas que te permiten conocer las emociones que te están afectando y de dónde vienen. Javier Ayuso asegura que él es partidario de trabajar desde la prevención y desde la psicoeducación: “Al final, si tú te conoces, sabes lo que es cada sentimiento, de dónde viene, las herramientas para frenarlo se desarrollan solas”.
Cómo preparar unos Juegos Olímpicos a nivel psicológico
“Preparar unos Juegos Olímpicos al final es preparar una competición que han hecho igual 100 veces o más de 100 veces en toda su vida. Entonces no dista mucho de la forma de prepararlo. El inconveniente que te encuentras al final es que es la primera vez que hacen una competición en ese punto”, explica Ayuso. A lo que añade: “A lo ideal sería poder someter al deportista a un nivel de estrés continuado, hacer una inoculación de estrés con el deportista de forma continuada para que se pueda acostumbrar un poco el sistema nervioso a ese estímulo”.
En este sentido, destaca que él trabaja desde la perspectiva de los focos de atención, que consiste en proyectar tu atención hacia otra cosa a alejada de pensamientos que no ayudan en una competición para conseguir el objetivo, para después volver al estímulo que sí es relevante. Una vez controlan esto, tienen una herramienta para gestionar las emociones y pensamiento en una competición: “Tú no te pones nervioso y te desconcentras, sino que te desconcentras y te pones nervioso”, resume Javier Ayuso.
Victoria o derrota
Respecto a qué es más difícil de gestionar si la derrota o la victoria, Javier Ayuso considera: “Depende de la victoria, depende de la derrota”. Pero, añade: “Con una derrota bien gestionada al final se aprende mucho. Te sirve para hacer un buen análisis de la situación. Se puede trabajar para futuras competiciones. Es más duro, pero se aprende. Tiempo de luto y a seguir”. Sin embargo, con las victorias es diferente: “Nos educan en ese resultadismo y al final aprendes a ver la victoria como una necesidad y cuando lo has experimentado dices bueno, pues tampoco era para tanto. Te cuelgan la medalla y vuelta a empezar”.
“En muchos casos se genera un vacío bastante grande porque dicen ‘ah, que era esto’. Nos han estado entre comillas engañando y vendiéndonos la moto de cuando tengas esto vas a ser muy feliz y realmente lo tienes y no era una necesidad”. Por este motivo, este profesional intenta educar en que “cuando compites, cuando juegues o cuando entrenes, hazlo para encontrar la autosatisfacción en el rendimiento que tú tienes”. Y concluye: “La autorrealización personal la podemos encontrar en la sensación de haberlo dado todo, de haber rendido bien. Incluso cuando tú pierdes pero tienes la sensación de que lo has dado todo lo gestionas de otra manera”.