Son las 17 horas. Javier Pérez llega a las instalaciones del Centro de Alto Rendimiento, situado en plena Ciudad Universitaria, con un polo azul de España y mochila a la espalda. Dos minutos más tarde aparece Adrián Vicente, camiseta roja de España y también mochila a la espalda. Ambos entran en la sala de taekwondo. El entrenamiento comienza a las 17:30, por lo que el resto de sus compañeros todavía no han aparecido. Conversan entre ellos, hacen bromas, se preguntan cómo se encuentran tras el campeonato del fin de semana. Es un martes cualquiera, y están a punto de comenzar su segundo entrenamiento del día. No se atisba un solo ápice de nervios, a pesar de ya ha empezado la cuenta atrás para la cita que en unos meses tienen en París.
Faltan cerca de dos meses para que comience el evento deportivo más importante del mundo. El próximo 26 de julio tendrá lugar la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París, el pistoletazo de salida para las competiciones y, sin embargo, ni Javier ni Adrián se han dejado llevar por los nervios. “Estamos bastante bien. La preparación está siendo buena. Ya solo queda afinar los últimos detalles estos dos meses y yo creo que tanto Javi como yo estamos con más ganas que nunca”, asegura Adrián en una entrevista con Infobae España.
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Aunque no siempre ha sido así. En 2023, la mente estaba puesta en conseguir una plaza para París: “Fue una locura”, afirma Javier, quien relata que durante la campaña pasada se centraron en conseguir todos los puntos posibles en los campeonatos que disputaron para poder alcanzar esa ansiada plaza olímpica. Una vez conseguida, la situación ha ido más rodada para ambos. “Ahora todo se gestiona mucho mejor. Tenemos muchísimo más tiempo para entrenar y tanto Adri como yo podemos ir un poco más relajados, en el sentido de que no tenemos tanta carga de competición. Por lo que estamos más tranquilos en los campeonatos a los que vamos y sin tanto estrés en las competiciones pequeñas”.
Ambos consiguieron su plaza hace meses, lo que les ha permitido encarar el resto del camino a París con una estrategia diferente. “Siempre estamos con la cabeza en los JJOO. Es el gran objetivo de cualquier deportista. Pero gracias a que estuve clasificado desde octubre, hemos podido planificar un poquito más esas competiciones, esos entrenos y adaptar la carga en función a ello”, relata Adrián. Respecto al momento de su clasificación, el deportista de 24 años recuerda que “no fue muy efusivo, porque fue todo matemático. Nos enteramos de que estábamos clasificados después de un Grand Prix”. Una situación anticlimática, que ocurre con cierta asiduidad en este tipo de clasificaciones.
Aunque Javier sí tuvo una clasificación en toda regla. “La mía fue más emocionante. Me clasifiqué en el último campeonato que quedaba para sumar puntos. Fue en el Grand Prix de finales de diciembre. Además, me clasifiqué ganando en semifinales en los últimos tres o cuatro segundos del combate. Imagínate la descarga de adrenalina y tensión que supuso eso”, recuerda Javier. Los dos deportistas olímpicos coinciden en que fue un momento “muy especial”. “Recuerdo gritar como un loco y saltar en el tatami y que el entrenador nos dijo: ‘Pero qué hacéis, meteros dentro que todavía quedan unos segundos’”. Tras ello hicieron una cena con todo el equipo, algo habitual tras un campeonato, tanto si consiguen un buen resultado como si sale mal.
El taekwondo siempre consigue medalla
Desde que el taekwondo entró en los Juegos Olímpicos en el año 2000 en Sídney, los representantes españoles siempre han conseguido traer colgada del cuello una medalla. Durante esos JJOO, el equipo español de taekwondo consiguió una de plata. Tras ello, siete más se han sumado al palmarés del taekwondo español: un oro, cinco platas y un bronce.
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“Al final se trata de un deporte individual, donde el equipo es fundamental por los entrenamientos del día a día, pero la competición la hace uno solo. Es verdad que España siempre ha sido una buena baza en los Juegos. Hemos conseguido medalla en todos. Entonces, bueno, esperamos volver a repetir en París esas medallas”, considera Javier. Pero, ¿es posible el oro? “Sí, claro. No hemos dudado ninguno de los dos”, afirma Adrián.
El trabajo mental y el pesaje
En competiciones de este calado, en las que no solo disputas el campeonato más importante de tu carrera (para la mayoría de los deportistas), sino que representas a todo un país, la concentración, la presión y los nervios son factores importantes. Por este motivo, detrás de muchos deportistas existe mucho trabajo a nivel mental con profesionales y psicólogos, aunque cada deportista se gestiona de una manera. Adrián explica que en el pasado sí trabajó con psicólogos, pero “ahora mismo creo que no me hace falta. Estoy bien tanto física como mentalmente. Gracias también a herramientas que he aprendido todos estos años, estoy bien encaminado”. Además, relata, siempre que necesita un apoyo acude a sus compañeros, entrenador y familiar.
Lo mismo que hace Javier, quien considera: “Al final, es verdad que los Juegos son un campeonato especial en el que hay muchas cosas que influyen, y es súper mediático. Sí que tenemos que ir un poco preparados para esa puesta en escena, pero al final es un campeonato más. Yo creo que tenemos que prepararlo con la seriedad que preparamos europeos y mundiales”.
Otro punto importante para estos deportistas es el pesaje. Ambos deben estar en el peso exacto el día de las mediciones, Adrián en 58 kilos y Javier en 68 kilos. Ambos se mantienen siempre muy cerca de estos pesos gracias al trabajo físico y una dieta estipulada por nutricionistas. Pero, cuando se acerca una competición y hay que afinar esas medidas, se someten a un trabajo un poco más concienzudo de gimnasio, priorizando el cardio. En caso de que lleguen a una competición con unos gramos de más, se someten a una sesión de sauna. Nada fuera de lo normal, dado que, como detalla su entrenador, no quieren que se hagan locuras de bajar muchos kilos en muy poco tiempo. Ellos apuestan por un pesaje más mantenido y fácil de adaptar y conservar.
Respecto a las futuras promesas del taekwondo y lo que les dirían a esos jóvenes que ven a Javier y a Adrián y sueñan con una plaza olímpica, el segundo de ellos considera: “Tampoco pensar en demasía en esos Juegos Olímpicos, sino ir campeonato a campeonato. Que te guste entrenar, te guste estar con los compañeros, disfrutar”. A lo que Javier añade: “Que disfruten y paciencia. Al final nadie ha empezado en esto ganando. Todo tiene que ser poquito a poco y perdiendo y perdiendo. No puedes pensar a lo grande, tienes que fijarte objetivos poquito a poco y que estén dentro de tus posibilidades”.
Comienza a sonar la música. Los deportistas terminan de ponerse las protecciones: peto, tibiales, casco... y se preparan en el tatami para empezar los ejercicios. Adrián Vicente abandona la sala y se dirige al gimnasio. Esta tarde no entrenará con el resto de sus compañeros: el europeo del fin de semana le ha dejado tocado de la rodilla y prefiere hacer una sesión “más relajada”. Javier Pérez, junto al resto de sus compañeros, escucha las indicaciones de su entrenador. Situados en parejas, empiezan a volar las patadas. Uno ataca y el otro defiende. Al grito de “otro” del técnico, cambian los papeles. Patadas bajas, altas y a media altura. No se notan los nervios ni la tensión. Se trata de un entrenamiento más. Con una diferencia: hay dos deportistas con una plaza para los Juegos Olímpicos de París.