Fernando Alonso está empeñado en ir a la guerra con tirachinas. Al español le importa poco o nada que su Aston Martin no esté hoy, a diferencia de hace un año, en condiciones de disputar los podios de la Fórmula 1. Cuando se sube al coche, ese en el que confía para ir un paso más allá en un futuro, lo pone al límite y no se deja nada en el tintero, acallando todo tipo de teorías que le colocan más abajo de lo que él acaba consiguiendo. El Gran Premio de China de este domingo no ha sido una excepción, con el bicampeón del mundo sacando por enésima vez las uñas y los dientes para pelear, en la medida de lo posible, con las armas de las que dispone. ¿Que dicen que terminará noveno o décimo? Pues él sube la apuesta y cruza la línea de meta séptimo. Y, para más inri, con la vuelta rápida de la carrera.
¡Así fue la salida de Fernando Alonso en Shanghái! 👏👏#ChinaDAZNF1 🇨🇳 pic.twitter.com/kMChjOsquB
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El “viejo zorro” de la parrilla era muy consciente de que la tercera plaza desde la que partía iba a ser más que estéril en cuanto los monoplazas con más hechuras que el suyo empezasen a carburar. Pero Alonso no sabe lo que es rendirse. Ese concepto nunca ha sido incluido en su manual de estilo. Ni lo será. Por eso, cometió la osadía de adelantar al Red Bull de Checo Pérez al poco de que el semáforo se pusiera en verde. Sabía que se trataba de una batalla ganada de corto recorrido. Aun así, le dio igual: llegó a ser segundo.
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Pero ya se sabe que la alegría dura muy poco en casa del ‘pobre’. Ciñéndonos al AMR24, cuando se encuentra fuera de posición, el tiempo que tarda en habilitarse el DRS de los rivales más pujantes y, sobre todo, el que le cuesta degradarse a los neumáticos del bólido británico. Es decir, nada y menos. De ahí que la irrealidad de ver a Alonso por detrás de Max Verstappen durase apenas cinco vueltas.
En la séptima, otra bajada de la nube: Lando Norris (que no tardó en oler sangre, como atestiguó su radio) también superaba a Magic. Más abajo, a Carlos Sainz le tocaba batallar en las últimas plazas que reparten puntos. A diferencia de otros fines de semana, Ferrari pasó sin pena ni gloria por Shanghái: esta vez, lo de ser el primero entre los mortales fue cosa de McLaren. Al poco de que su primer espada le ganase el puesto a Alonso, a este no le quedó más remedio que entrar en boxes. Qué remedio, porque las gomas no aguantaban más.
Dos safety car
Superada la etapa de calzar medios, las noticias no eran ni mucho menos malas para el asturiano, que seguía instalado en el Top 5 de la prueba. Ya con duros, apareció en escena el primer coche de seguridad de la jornada, ya que el motor del Sauber de Valtteri Bottas dijo ‘basta’ y tuvo que salirse. El cambio de escenario llevó a Alonso a actuar rápidamente. Otra parada, otros neumáticos: los blandos.
¡BRUTAL SALVADA DE FERNANDO ALONSO EN PLENA REMONTADA! 👏👏👏
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¡Qué cruzada! ¡Qué manos para salvarlo en el último instante y acabar adelantando a Hamilton! 🔥 #ChinaDAZNF1 🇨🇳 pic.twitter.com/t6ALVMKa15
Fue entonces cuando los dos españoles se encontraron frente a frente y el más experimentado salió vencedor, adelantando al único hombre capaz de arrebatarle victorias a Red Bull últimamente. Alonso ni se inmutó cuando el safety car regresó tan rápido como se había ido, en esta ocasión por un toque entre Kevin Magnussen y Yuki Tsunoda. Parecía que su estrategia se podía ir al traste, con Sainz acercándose poco a poco. Pero no tembló: volvió a cambiar de neumáticos, a medios, y se puso a remontar como si nada.
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Lo cierto es que Alonso voló en el tramo final. Salió duodécimo del pit lane y pudo recuperar hasta cinco lugares. La marcianada fue evidente. Para muestra, cómo comentaron Verstappen, Norris y Pérez, en la antesala del podio, tanto la salida que protagonizó el ovetense como su ritmo. Magia por parte de un sospechoso habitual en estas artes y muebles salvados por parte de Sainz, quinto. En lo más alto, la duda ofende, Mad Max.