Se suele decir que cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana. Casualidades del destino, el más que probable final de la dinastía de los Golden State Warriors de Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green en la NBA coincidió con el día más importante de la carrera profesional de un entrenador español que trabaja en la mejor liga de baloncesto del mundo: Jordi Fernández. A sus 41 años, el técnico natural de Badalona, actual asistente principal de los Sacramento Kings, pasará a convertirse en head coach próximamente. Lo hará en los Brooklyn Nets y será el primer jefe en la banda que ha conocido nuestra canasta en Estados Unidos a lo largo de toda su historia. Una pica en Flandes que, por fin, se ha logrado poner.
“Nadie le ha regalado ni una sola cosa que haya pasado en su vida. Se lo ha ganado todo a pulso. Otros entrenadores han empezado como empezó él en Estados Unidos y la carrera que ha hecho no es casualidad. El primer año que estuvo en Cleveland, compartía piso con otros y sólo pasaba los balones a los jugadores antes de empezar los partidos. A partir de ahí, te tienes que hacer tu camino. Y esto no lo consigues ni haciendo la pelota ni teniendo un padrino. Esto lo consigues trabajando. Trabajando duro”, afirma a Infobae España, sin poder ocultar el orgullo de amigo, Vidal Sabater, de quien Jordi fue ayudante en sus inicios.
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Unos en los que también se topó con Quim Solà, otro de sus íntimos: “Quería ver con sus propios ojos y palpar qué es esto del mejor baloncesto del mundo. Cómo se trabaja, cómo se trata al jugador. Quería aprender. Un aprendizaje constante”. Mateo Rubio era el jefe baloncestístico de Fernández cuando este decidió poner rumbo a la tierra de las oportunidades. “Yo creo que no pasaron ni dos meses y le surgió el tema. Recuerdo la mañana en la que vino y me lo comentó. Él ya había estado en un campus de verano allí. Y me dijo ‘mira, me llaman para incorporarme ya. Es que no sé’. Le dije ‘¿cómo que no sabes? Vete ya, vete ya’”, relata a este periódico.
“Se ha adaptado a Estados Unidos, que es muy complicado. Ha sabido pagar ese peaje. Ha empezado desde abajo, desde muy abajo, y ha ido subiendo escalón a escalón. Cada uno tenemos una escalera, por decirlo así. Y él se ha hecho una escalera muy buena y se merece esto y que le vaya bien”, asegura Jenaro Díaz, con quien Jordi trabajó en la selección española absoluta. En el método FEB, también encandiló nada menos que a Sergio Scariolo y a uno de sus aliados imprescindibles, Luis Guil.
“Yo le veo perfectamente acoplado a la mentalidad del mundo NBA y, a la vez, con respecto a otros entrenadores, muy consciente de cuáles son sus raíces. Muy agradecido con lo que han sido sus primeros pasos en el baloncesto profesional y en general en España”, nos resalta el seleccionador nacional. “Tenía claro que iba a llegar a ser uno de los grandes entrenadores españoles y mundiales. Como digo yo, ha tenido las narices de coger las maletas, irse de España y hacer una carrera, hacerse a sí mismo, ir a un país como Estados Unidos, hacerse un nombre desde lo más abajo hasta lo más arriba. Tenía claro que iba a ser el primer entrenador que fuera head coach de la NBA. Creía que iba a ser el año pasado, este o el siguiente”, le sigue el ocupante del banquillo del Palencia en la ACB.
“Nos daba 20 vueltas a los demás, siempre iba más allá”
En su etapa en España, Fernández se curtió en Montgat, Badalonès, Sant Josep, Hospitalet, Lleida y Sarrià (femenino). Sin esos años en casa, sacándole todo el jugo posible a sus distintas experiencias en categorías inferiores, nada habría sido posible. “Quería interactuar en todo. Estaba presente en todo. Podías preguntarle la opinión, porque estaba muy conectado con todo el baloncesto en general. Fuera de que su parcela en aquel momento, como era licenciado en INEF, era como preparador físico. Su conocimiento de la relación con el jugador y de su posible progresión y la del equipo iba mucho más allá”, destaca Mateo Rubio, a quien asistió en Hospitalet y que en la actualidad entrena en Japón.
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Nunca se le cayeron los anillos por marcharse lejos de su casa para seguir curtiéndose. “Estuvo en Andorra, Holanda, Lituania, Noruega… Se movió siempre que podía y pagándolo de su bolsillo. Hacía de camarero para poder ganarse un dinerito e irse luego una semana o diez días. Solo. Y picar a la puerta para poder ver un entreno, un pabellón… Era una inquietud total. Lo tenía muy claro. Nadie le ha ayudado. Todo se lo ha ganado él: no ha tenido ningún tipo de facilidades. Si ha tenido que hacer de camarero, lo ha hecho. Si un verano ha tenido que hacer bodas y bautizos para ahorrar, lo ha hecho”, asevera Quim Solà, que le tuvo a sus órdenes en el Sant Josep y a día de hoy está entrenando en la Associació Esportiva Minguella de Badalona.
“Cada minuto que estaba contigo, él estaba aprendiendo. Y sabías que volaría, que iría muchísimo más arriba. Al ser una persona humilde, es capaz de cogerlo absolutamente todo de todas las personas. Aprender muchísimo de cada una de ellas y después sacarlo”, aprecia Vidal Sabater, maestro de Jordi en el Badalonès y director técnico del Sant Josep. Y añade: “Siempre se le ha visto algo especial como persona. Un tío listo, que sabe trabajar y estar donde tiene que estar. De muy joven, ya empezó a destacar por lo espabilado que era. Él nos daba 20 vueltas a los demás en manera de pensar y de actuar. Siempre iba más allá”.
Mateo Rubio lo ejemplifica. “Él no buscaba sólo la mejora física, sino cómo podía ayudarte a que fueses mejor jugador en los aspectos técnicos y tácticos del juego. Esto era como muy revolucionario. Ahí ya se veía que él ejercía como preparador físico, pero su mentalidad no era esa. Era de entrenador. En la vertiente de ayudar al jugador a mejorar y en la de tener una visión global del baloncesto. Esto no era nada habitual en un chico que en aquel momento tenía 20-21 años y que estaba comenzando. Tenía una visión de mucha más experiencia de la que realmente tenía”, expone. “Ya se le veía un poquito adelantado al momento. Todos los trabajos que él hacía son cosas que después de 15 años yo he visto que se trabajan. Por ejemplo, él hacía el trabajo físico, pero no lo hacía en la sala de pesas, como lo hace todo el mundo. Lo hacía ya en la pista, integrado con trabajos técnicos y de toma de decisiones”.
Luis Guil tampoco se queda atrás al recordar cómo le ayudó Jordi con su España sub-19 en 2013: “Me aportó mucho conocimiento sobre todo de una parte que no trabajamos tanto en España, como es la técnica y la táctica individual defensiva. Como cultura, en Estados Unidos sí le dedican ese tiempo a la utilización de las manos, a ciertos gestos. De hecho, hay muchas cosas que él en ese momento trabajó que yo he utilizado con la absoluta y con mis equipos posteriormente”.
“Es un ejemplo para cualquier entrenador de cómo tus sueños se pueden hacer realidad con trabajo, perseverancia y cojones”
“Estaba todavía a mitad de su evolución, pero con gran capacidad de aportar y, a la vez, gran humildad de sentirse en un ambiente nuevo y querer adaptarse y aprender cuáles eran un poco los códigos, el sistema, la forma de hacer que teníamos. La colaboración fue muy buena. Conseguimos un valiosísimo bronce en un Europeo (2017) dominado por Luka Doncic y Goran Dragic, que nos eliminaron en semifinales con Eslovenia”, continúa, en la misma línea, Scariolo.
Queda claro que Fernández no se ha quedado estancado en las casi dos décadas, desde 2006, que lleva en USA. Todo lo contrario. “No tiene problemas en seguir aprendiendo y viendo cosas que hacen los otros entrenadores. No digo copiarlo. ‘He visto un ejercicio de minis que me gusta. Mira, lo puedo adaptar de esta manera, me lo traigo a mi terreno’. No tiene ningún problema. ‘Ostras, ¿esto es trasladable a un jugador de la NBA?’”, sentencia Solà.
“Transmite trabajo y confianza”
Todos están de acuerdo en que buena parte del éxito de Jordi tiene que ver con su humanidad. “Siempre me ha parecido un hombre de principios, de personalidad. No tiene miedo de decir las cosas claras y directas a los jugadores, pero, a la vez, tiene un enfoque positivo. Sin herir nunca al jugador. Es afable, capaz de interesarse por las personas más allá de los jugadores y colaboradores. Gran padre de familia, excelente hijo y con una fuerza moral realmente de alta calidad”, opina Scariolo.
Dos de sus mejores amigos lo ven parecido. “Yo he estado en Cleveland cuando él estuvo en los Canton Charge, de entrenador de la G League, y el general manager me lo dijo. ‘Yo es que tendría a este chico siempre aquí. Sé que no le podré mantener, porque ojalá pudiera, pero seguro que no encontraré una persona tan trabajadora y con tantas ganas de hacer cosas como él’. Se gana la confianza de la gente. Aparte de ser muy trabajador, es muy buena persona”, reconoce Sabater. “Es un tío muy tranquilo. No pierde nunca los nervios. Tiene mucho tacto y domina muy bien las relaciones personales. Con cualquier persona. Todos le quieren y le buscan en verano para hacer entrenos personales”, dice Solà.
“Es una persona auténtica. Es como se muestra. Cercano con la gente. Además, mantiene la relación. Le preocupa tu vida personal y profesional y mantienes con él una relación de verdad de amistad, aunque pase tiempo. Te transmite confianza y es supertrabajador. Todo lo que le va a dar o le está dando la vida a nivel profesional se lo merece, porque trabaja cien por cien cada día. Transmite trabajo y confianza: las cosas más importantes que te puede transmitir una persona”, explica Guil. Jenaro Díaz no iba a ser menos: “Siempre es un tío positivo, que envuelve, que trabaja, que transmite energía, positividad. Y eso es muy importante. Yo creo que aparte del baloncesto que sabe, cómo se ha formado y cómo ha ido paso a paso, que creo que ha sido brillante, tiene unas cualidades humanas fundamentales para todo esto. Está en una postura muy interesante e inteligente: está cerca del jugador para exigirle y decirle que puede más. Le exige y le da la confianza”.
Al echar la vista atrás, Mateo Rubio piensa lo mismo. “Él es un gran seductor. Con conocimientos. Tiene muchísimos. Y, además, su don de lenguas, su capacidad de expresarse y su nivel cultural le hacen ser capaz de conectar muy bien con los demás. El mensaje llega muy claro, muy limpio y muy motivante”, describe a Jordi. Un hombre que ha entrenado a LeBron James y Nikola Jokic, entre tantos otros, y que tiene un vínculo de hermandad inmenso con Juancho Hernangómez, padrino de sus dos hijos. “Cómo maneja la situación de motivación de jugadores, trabajar con ellos y llevar grupos va a hacer que sea un entrenador que tenga un éxito de muchos años dentro de la liga”, le augura Luis Guil.
El mismo de siempre
La Impact Basketball Academy de Las Vegas (2006-2009); los Canton Charge de la Liga de Desarrollo, más los Cleveland Cavaliers (2009-2016: le descubrió Mike Brown, que ha vuelto a ser su jefe en los Kings, y participó del anillo de la franquicia en el 16); los Denver Nuggets (2016-2022) y los Sacramento Kings (desde 2022: ya le ha tocado dirigir allí) han ayudado a Fernández a prepararse sobre el terreno (estadounidense) para el reto que le viene. Al igual que, a partir de 2023, su condición de seleccionador de Canadá, que ha maravillado a propios y extraños con bronce mundialista incluido. Y que, además, demuestra lo mucho que mima sus orígenes (ya vivió una aventura en selecciones junto a Brown con Nigeria en Tokio 2020).
“¿Por qué le escoge Canadá? Porque es el entrenador que mejor puede interpretar el basket FIBA, pero que a la vez tiene relación directa y entiende a todos los jugadores NBA. Está entre los dos mundos. Ha sido una pieza indispensable ahí donde ha ido. Ha demostrado que siendo primer entrenador también es capaz, en un nivel tan alto, de sacar el máximo rendimiento”, valora Sabater. “Él es muy amante del baloncesto europeo. Mucho. Sigue muchísimo la Euroliga y la ACB, al dedillo”, constata Solà.
Aunque quienes más le sufrieron, el pasado verano, fueron Scariolo y Guil. “En un grupo donde había muchas individualidades, formó un bloque muy cohesionado y capaz de actuar sin celos ni egos. Hubo la sensación de que podían ganar el partido constantemente. Estuvimos por delante en el marcador durante muchísimos minutos, pero mirando hacia el banquillo rival, nunca tuve la sensación de pánico, de que no estaban en control. Esto, al fin y al cabo, incomoda un poquito. Porque tienes la sensación de que el partido nunca está ganado. Como de hecho no lo estaba”, admira el primero. “Creo que es la mejor selección que tenía preparadas nuestras armas para contrarrestarlas. Es muy conocedor de cómo trabajamos, de cómo entrenamos, de cómo hacemos las cosas. Es de los rivales más duros, que no querría ver”, teme sanamente el segundo.
En el entorno de las pequeñas cosas, sigue advirtiéndose a la perfección que Jordi no ha cambiado tras su llegada a la cima. “Cuando le voy a visitar, en lugar de hablar de De’Aaron Fox, hablamos de los amigos que tenemos en Badalona. No es elitista para nada”, nos cuenta Vidal Sabater. Y revela: “A sus hijos nunca les habla en inglés. Porque él quiere que, cuando vengan aquí, los niños puedan hablar y entenderse con todo el mundo. Hace sentir bien a la gente que hay a su lado”.
El detalle que comparte Quim Solà es otra confirmación más de esta realidad. “Aunque lleve muchos años en Estados Unidos, cuando en verano puede escaparse una o dos semanas a Badalona, ocupa el tiempo básicamente en estar con sus padres, su hermana y todos sus amigos. Y si podemos reservar un día para hacer una cenita y vernos, una vez al año o una vez cada dos años, vamos, lo tiene apuntado en la agenda”, pone en valor. Su mujer, la familia y los amigos más cercanos ocupan su tiempo lejos de la canasta, que ni mucho menos le absorbe. “Él tiene, sobre todo, esta necesidad de apartarse un poco de este mundo tan profesional. Más que sólo estar metido en esta burbuja. Tiene inquietudes políticas, piensa de manera crítica, no es todo perfecto ahí donde está. Puedes hablar absolutamente de todo con él”, le define Sabater.
“Cómo me acogió a mi familia y a mí para ir a ver las Finales de la NBA que se jugaron entre los Cleveland Cavaliers y los Golden State Warriors. Nos permitió ir con su familia. Como sorpresa a mis hijos. Un regalo que será para siempre”, no se le olvida a Luis Guil. “A partir de ahí (2017), se fraguó una amistad muy sólida, que ambos creo que nos hemos demostrado en momentos en los que realmente se demuestra una amistad”, no duda en admitir Scariolo. En conclusión, según Sabater: “Todo el mundo te puede hablar auténticas maravillas de él. No verás una persona oscura, que te va por detrás. Verás una persona que si te tiene que decir algo, te lo dirá, y que intentará sacar lo mejor de ti de la mejor manera posible”.
“No entendemos la magnitud que tiene esto”
La noticia oficiosa, que no oficial (pero lo será), del salto a primer entrenador de Fernández en la todopoderosa NBA ha generado un entusiasmo unánime entre sus colegas. Jenaro Díaz aprovecha la coyuntura para, a la vez que aplaude el logro de Jordi, romper una lanza a favor de los casos igualmente triunfales de Jorge Sanz, ayudante en la Universidad de Gonzaga, y Chus Mateo, al frente del Real Madrid tras quemar todas las etapas posibles en el club blanco. “Todos esos caminos creo que son los que hay que alabar. La gente que recorre el camino entero. No que llegan y les ponen en un sitio, sino que hacen el recorrido y crecen y mejoran con el camino”, ensalza el míster del Clavijo (LEB Oro, segunda categoría española).
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Quim Solà, por su parte, pide un mayor reconocimiento a raíz del hito: “Lo que está haciendo creo que está teniendo incluso poca repercusión. Si no se llamara Jordi Fernández y tuviera un apellido lituano, abriría portadas. Día sí y día no”. Vidal Sabater se marca un pronóstico: “Será durante muchos años entrenador de la NBA. Es más, lo será tantos como él quiera. Tendrá muchísimos años para desarrollarse”. Mateo Rubio se queda con la autenticidad de la que sigue haciendo gala: “Todavía veo al Jordi aquel, con ese carisma tan especial que tiene a la hora de comunicar y el hambre de seguir creciendo y mejorando”.
“Es el entrenador que mejor puede interpretar el basket FIBA, pero que a la vez tiene relación directa y entiende a todos los jugadores NBA”
“Lleva 20 años fuera. Profesionalmente, digamos, en la NBA. Y eso obviamente tiene su peso a la hora de haberse ganado el respeto del mundo NBA. Hasta el punto de poderle considerar como uno de ellos, ya perfectamente capacitado para llevar en primera persona una franquicia tan prestigiosa y ambiciosa como son los Nets. Pero yo creo que, en general, su formación, aunque enriquecida por estos 20 años de experiencia NBA, tiene una sólida base europea. Viene de Badalona, que es una cuna histórica del baloncesto mundial”, vuelve a elogiar Scariolo. “Será muy interesante poder conjugar esos conocimientos con lo que normalmente funciona en un equipo NBA”, confía.
Luis Guil es igual de generoso. “Muchas veces, hemos hablado del talento de los jugadores españoles, pero yo creo que el talento de los entrenadores españoles es muy grande. Eso, llevado a la máxima expresión, ya lo hizo Sergio, siendo asistente y campeón de la NBA con Toronto Raptors (aunque no es español, para mí, como si lo fuera), y ahora Jordi, con esto de ser head coach de la NBA. Es un orgullo para todos nosotros. Creo que lo que también transmite él es que los sueños son posibles y que todo, con trabajo, se puede llegar a realizar. Es un ejemplo para todos”.
“Tiene mucho mérito. Scariolo y Ettore Messina, que son increíbles, han logrado ser ayudantes y nunca han podido dar el paso, de momento, a ser primeros entrenadores. Que tengamos uno que dé ese paso ha roto un poco la botella. Para mí, es increíble. No entendemos la magnitud que tiene esto, es tremenda. Yo me acuerdo de cuando Pau Gasol fue. Antes, celebrábamos cuando Fernando Martín jugaba 15 segundos. Y de repente fue un jugador y dominó. Yo te diría lo mismo. Que ahora de repente vaya y que va a dominar. Y que parece que tiene carrera para largo”, completa Díaz.
No cabe duda de que Jordi Fernández está a punto de abrir un capítulo realmente mágico del gran libro del deporte de la pelota naranja en nuestro país. Y, sin embargo, no ha dejado de ser aquel chaval sencillo que a principios de siglo se propuso comerse el mundo en lo suyo y, a base de tesón, lo ha conseguido. “A él le gusta mucho el fuet. Y allí no es lo mismo que aquí. Cuando viene, siempre vamos a comer un bocata de fuet. Mira si es simple, pero aquí lo tiene reservado, con su Coca-Cola, en verano. Para poder compartirlo con todos sus compañeros”, concluye Solà.