Adrian Newey, el ingeniero ‘de oro’ de la F1 que suena para Aston Martin, quiere trabajar con Alonso y diseñó el coche más ganador de siempre

El británico, cerebro al frente de todos los éxitos de Red Bull, podría reforzar a la escudería del español o a Ferrari. Con los monoplazas que han llevado su firma, se han ganado 13 Mundiales de pilotos y 12 de constructores, además de más de 200 Grandes Premios: ha trabajado con mitos como Prost, Senna, Vettel y Verstappen

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Adrian Newey en el GP
Adrian Newey en el GP de Arabia (REUTERS/Hamad I Mohammed)

Estoy contento en Red Bull, pero ya veremos en el futuro. No suelo planificar con demasiada antelación”. Con sus últimas declaraciones, Adrian Newey no ha ayudado precisamente a que la rumorología en torno a él se calme. Todo lo contrario. En una silly season especialmente movida, en la que Lewis Hamilton y Fernando Alonso, dos de los pilotos con los que le gustaría trabajar, han cambiado de aires, el ingeniero británico también es protagonista. No podía ser de otra manera cuando suena para reforzar a Aston Martin o Ferrari. Es decir, las escuderías en las que militan (el heptacampeón, a partir de 2025) las dos leyendas en activo de la Fórmula 1 a las que a uno de los mejores diseñadores de monoplazas de la historia no le importaría, en absoluto, asociarse.

Newey está detrás del coche más dominante de todos los tiempos en el Gran Circo: el RB19 de Red Bull, con el que Max Verstappen ganó su tercer título mundial el pasado 2023. Tanto el neerlandés como Checo Pérez consiguieron que esta máquina fuese prácticamente infalible a la hora de ganar carreras: 21 de 22, nada menos que el 95,45%. Carlos Sainz, con Ferrari, fue el único integrante de la competición capaz de evitar el pleno del constructor austríaco, al que prácticamente nadie es capaz de toser en los últimos tiempos.

Newey con su inseparable cuaderno
Newey con su inseparable cuaderno rojo en Yeda (REUTERS/Hamad I Mohammed)

Entre los culpables de este dominio con mano de hierro, uno muy importante es Newey. El director técnico de Red Bull tiene a sus espaldas 13 campeonatos de pilotos y 12 de constructores desde su llegada a la F1 en 1988, con victorias para sus obras maestras en más de 200 Grandes Premios. Una trayectoria mítica la suya, que le ha llevado a trabajar en algunas de las marcas de mayor prestigio del deporte rey del automovilismo y junto a varios de sus grandes ases, resultando una pieza clave para conducirles a la gloria.

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Dedicado al motor desde que Alonso nació

Nacido en Colchester el 26 de diciembre de 1958 (65 años), Newey procede de una familia que no tiene nada que ver con la profesión que desempeña hoy en día. O quizá, de alguna manera, sí. Su padre era veterinario, nada que ver. Sin embargo, su madre fue conductora de ambulancia durante la Segunda Guerra Mundial. Además, Adrian coincidió en el colegio con Jeremy Clarkson (el mítico presentador de Top Gear), así que el gusanillo por el motor siempre estuvo ahí. Curiosamente, le expulsaron a los 16 por romper las ventanas del edificio durante un concierto, al subir demasiado el volumen de la música.

Primero de la clase en Aeronáutica y Astronáutica en la Universidad de Southampton, se introdujo en el mundillo nada más graduarse, entrando en la escudería Fittipaldi: era 1980, el año en el que nació Alonso. En 1981, pasó a engrosar las filas de otro equipo de la F1, March. No tardó en ponerse a diseñar bólidos, haciendo las Américas para acabar de triunfar. Lo hizo en la IMSA GTP tanto en 1983 como en 1984 y, posteriormente, en la Indy Car, ganando la CART (1985 y 1986) y la Indy 500 (1985, 1986 y 1987).

Después de trabajar en Haas Lola brevemente y en Newman-Haas, donde fue ingeniero de carrera de Mario Andretti, volvió a March en 1988 para entrar en la F1 definitivamente, y como diseñador jefe. Su primer coche en el Gran Circo ya apuntó maneras: un segundo puesto en Portugal y un breve liderato, adelantando al todopoderoso McLaren-Honda de Alain Prost, en Japón. Newey llegaría a ser director técnico allí, pero los resultados empeoraron y acabó siendo despedido en verano de 1990: “Ya había decidido que me iría, porque una vez que un contable dirige un equipo, es hora de moverse”.

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Williams le esperaba, desde 1991 y hasta 1996, para empezar a labrar su prestigio. En 1992, llegó su primer Mundial de pilotos, gracias a Nigel Mansell. Pasaría lo mismo en el 93, de la mano de Prost y sumando su primera victoria en el campeonato de constructores. Este último se revalidó en el 94, con la trágica muerte en carrera de Ayrton Senna, que corría para el equipo, ensombreciéndolo todo: Newey estuvo entre los integrantes de la escudería acusados inicialmente de homicidio involuntario en el Gran Premio de San Marino, quedando absuelto de forma total en 2005.

Hubo sequía en el 95. No así en el 96 y en el 97, con Damon Hill y Jacques Villeneuve llevándose los entorchados de pilotos y Williams en su conjunto haciéndose con los de constructores. Con 59 victorias, 78 poles y 60 vueltas rápidas en 114 pruebas, más allá de los trofeos, Newey decidió marcharse a McLaren, donde siguió en lo más alto de la F1: Mika Hakkinen fue campeón tanto en 1998 como en 1999, con el título por equipos añadido en el primer caso.

En 2001, estuvo a punto de marcharse a Jaguar, pero finalmente continuaría en McLaren hasta 2006, cuando aterrizó en Red Bull, su casa desde entonces. La transformación de la marca en toda una referencia de la F1 no se entendería sin la aportación de Newey. Poco a poco, los resultados fueron in crescendo, al igual que la estructura del equipo. A partir del cambio de normativa de 2009, todo fue coser y cantar, con un subcampeonato que era un claro aviso a navegantes de lo que estaba por venir.

Entre 2010 y 2013, Red Bull acaparó todos los títulos de la F1, con un Sebastian Vettel que sumó los cuatro que atesora, replicados a nivel de equipo. Hasta 2014, nadie pudo con los energéticos: del RB6 al RB9, la cima fue un continuo. Cuando esa etapa gloriosa cesó, Newey rechazó una oferta muy golosa de Ferrari (más de 23 millones de euros) y pasó a contar con aún más funciones en el equipo, llegando a diseñar para la Copa América de vela e incluso un coche de carretera, el Red Bull-Aston Martin Valkyrie.

Volver a ganar el campeonato de pilotos no fue una opción hasta 2021, ya con Verstappen a los mandos. Entre 2014 y 2020, Red Bull consiguió que todos los coches de Newey, salvo el RB15, ganasen al menos dos Grandes Premios. Una vez que el equipo encumbró a Mad Max, llegaron los dobletes, al ser también los mejores entre los constructores, de 2022 y 2023. Y, por ende, el coche más dominante que haya existido jamás, superando al todopoderoso McLaren MP4/4 del 88.

La opinión del jefe de Alonso en Aston Martin sobre la posibilidad de que el coche de 2024 gane carreras.

“En cuanto a pilotos, Fernando Alonso es alguien con quien siempre he querido trabajar. Lamento que nunca haya sucedido, porque le tengo un gran respeto. En 2013 tuvimos una conversación breve, pero nuestra colaboración nunca llegó a producirse”, se resignaba Adrian Newey hace unos meses en una entrevista en la BBC. “Trabajar con Fernando y Lewis (Hamilton) habría sido fantástico, pero nunca sucedió. A veces no se dan las circunstancias… así son las cosas”, zanjaba. Quién sabe si el particular rey Midas de la ingeniería aplicada a la F1 podría cumplir ese deseo próximamente, con el ímpetu de seguir estirando el chicle de un talento tan único como el suyo: “He tenido la suerte de trabajar con grandes pilotos. Si bien sus personalidades podían ser significativamente diferentes en su comportamiento, todos ellos tienen en común la capacidad de conducir el coche al límite”.

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