Nuevo capítulo de tensión entre Ferrari y Carlos Sainz. El piloto español dio un golpe -otro- encima de la mesa al conseguir en Suzuka su tercer podio de la temporada, cuarto para la escudería italiana. Un tercer puesto trabajado -con adelantamientos a su compañero de equipo y Norris- a la par que sólido, al no dar opciones de caza en ningún tramo de la carrera. Fue el tercero en ver la bandera de cuadros, primero de los mortales, ya que tan sólo los Red Bull -en otra galaxia- le superaban. Se bajó del monoplaza más que satisfecho con el trabajo realizado y dispuesto a “seguir creciendo” para dar caza a Verstappen y Checo Pérez a corto plazo.
Lo de Ferrari parece un giro de 180 grados en los que eran sus grandes puntos negros de antaño. No sólo tiene un coche muy veloz y eficiente en curva rápida y media, sino que clava las estrategias y es capaz de batir en carrera a coches más veloces a una vuelta, como era el caso de los McLaren este fin de semana, al que arrebataron el podio. “El de hoy muy luchado, teniendo que pasar muchos coches en pista al ir más largo en la estrategia, volviendo al ataque al final, pero ha salido bien con la dura nueva al final y he podido pasar a todo el mundo”, aseguraba una vez bajado del monoplaza.
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Sin embargo, sus sensaciones se dieron de bruces con las de Ferrari, que no acudió a la celebración de tan excelente resultado. Cuando Sainz se despojó del casco, su mirada se perdió en la nada. Mientras Max y Pérez se abrazaban con sus mecánicos, el español buscaba a los suyos. Pero nunca los encontró porque no asistieron. Estaba solo. Únicamente asistió un miembro del departamento de comunicación que grababa al piloto mientras se quitaba el casco con perplejidad ante la soledad que le tocaba experimentar. Una situación casi idéntica a la vivida en Baréin, cuando tampoco estuvo acompañado para celebrar el primer podio de la temporada.
La no celebración de Ferrari dibuja un escenario cuya duda retumba en las paredes. ¿Qué hubiera pasado si en lugar de Sainz es Leclerc el que sube al podio? Porque los del Cavallino Rampante siempre han dejado clara su preferencia por el monegasco. Valgan los episodios vividos la temporada pasada como explicación, siendo el de Italia -casa de Ferrari- el más llamativo. El español realizó una tensa carrera de principio a fin. No pudo rodar tranquilo en ninguna de las 51 vueltas que tuvo que completar para conseguir su primer podio de la temporada. Cuando no tenía a Verstappen acechando su nuca, era Pérez y posteriormente Leclerc, su compañero de equipo.
En Japón como en Baréin y Monza
El monegasco a punto estuvo de ganarle la posición en la reincorporación de Sainz al salir de boxes. Leclerc, pasivo en su defensa con Checo, fue combativo con Carlos en el tramo final de la carrera. En lugar de tratar frenar al mexicano para que su compañero abriera hueco, decidió reservarse las pocas ruedas que le quedaban para presionar a Sainz. La agresividad de Charles fue tan brutal como la protección del español, que se defendió hasta en seis ocasiones. Finalmente, Sainz logró un podio al que apenas asistieron integrantes de la escudería. Este curso, Sainz cuenta por podios todas las carreras que ha disputado, porque, cabe recordar que en Arabia Saudí no compitió debido a la operación de apendicitis a la que fue sometido. Un podio más que Leclerc.
Llama la atención que el piloto del que Ferrari ha decidido prescindir para el año que viene haya superado al ‘primer espada’ en las tres carreras que ha competido. Porque no se engañen, la operación de apendicitis no ha sido el golpe más duro que se ha llevado Sainz. Durante el invierno, sin razones deportivas existentes, la escudería italiana confirmó a Hamilton para ocupar el asiento de Carlos en 2025. No obstante, el español no ha tenido ni una mala cara, ni unas declaraciones fuera de tono, nada. Es más, cuando enfilaba los metros finales en Australia pidió por radio que Leclerc se juntara a él para celebrar juntos el doblete del equipo. Él habla sobre el asfalto. Que tome nota Ferrari, su descarte les salvó los muebles.