Iturralde González se lleva el silbato a la boca, señala el túnel de vestuarios y la locura toma una parte del Martínez Valero, donde los zapatos abandonan sus zapateros para desembocar en el mismo marco. Los integrantes del cuerpo técnico y los jugadores del Mallorca se mezclan y funden en abrazos dentro del terreno de juego donde escasos instantes antes un club, el Mallorca, había tocado el cielo al vencer (3-0) al Recreativo de Huelva y conquistar su primera y, hasta la fecha, única Copa del Rey. Aquel 28 de junio de 2003 sigue grabado a fuego en la memoria de aficionados y futbolistas bermellones que tallaron su nombre en la historia del club.
“Hombre, claro, me acuerdo de todo”, responde Gregorio Manzano, entrenador del Mallorca aquel, cuando Infobae España le pregunta por aquella final ganada. “Esos momentos son imborrables”, asegura con una sonrisa tan amplia que tiene un efecto nostálgico en su tono de voz. “Me acuerdo de la marea roja, el estadio dividido con los colores de cada equipo, la paellera multitudinaria... Fue un momento de disfrutar. En toda su historia el Mallorca se ha clasificado, contando la final de este sábado, a cuatro finales de Copa. Eso es una final cada más de 25 años... hay que aprovechar y disfrutar”, asegura a este periódico Albert Riera, mítico exjugador bermellón y actual entrenador del histórico Girondins de Burdeos, desde donde ha seguido todos los partidos de su Mallorca esta temporada.
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A la tercera fue la vencida para los bermellones, subcampeones en 1991, cuando perdieron (1-0) con el Atlético de Madrid en la prórroga, y en 1998, con un desenlace todavía más cruel (5-4) en los penaltis contra el Barcelona. Aquel equipo se conoció jocosamente como la Ensaimada Mecánica y sorprendió a propios y extraños al tratarse de un recién ascendido. Sin embargo, en cierto modo, supuso el inicio de la época más exitosa del club, con la consecución de la Supercopa de España de 1998 o la disputa de la final de la Recopa en 1999, la cual perdió por 2-1 contra la Lazio. Cuatro años más tarde obtendrían el indulto en forma de Copa del Rey.
El Superdépor y el Real Madrid de los Galácticos por el camino
Fue la culminación de una temporada extraordinaria, de una plantilla gestada con mimo y precariedad y de un equipo de noveles y veteranos que se acoplaron a la perfección. En los despachos lideraban un imberbe Mateu Alemany y Pep Bonet; en el banquillo Gregorio Manzano y en el campo lideraba un Samuel Eto’o acompañado de jugadores importantes como Ariel Ibagaza, Walter Pandiani, Albert Riera o Leo Franco. “Lo más fuerte que teníamos era el grupo, se hicieron buenos fichajes y gran trabajo en el área deportiva. También había una base de futbolistas mallorquinistas, de la isla, que inculcaban lo que era el club”, asegura el meta argentino durante su conversación con este medio.
El camino hasta Elche estuvo lleno de obstáculos, algunos de gran envergadura, como el Superdépor o el Real Madrid de los Galácticos, a los que Riera, Leo Franco y compañía endosaron un 4-0 en la vuelta de los cuartos de final. “Hay que recordar que eran dos de los equipos más fuertes y les ganamos con autoridad y buen fútbol, a nuestra manera de jugar”, recalca Leo Franco. “Yo creo que nada más por las eliminatorias que superamos nos tenían que haber dado el trofeo de Copa sin haber jugado la final”, afirma un Gregorio Manzano que rememora una a una todas ellas con brillo en los ojos. “Me acuerdo de todo. Superamos al Gramanet por la mínima, al Hércules en penaltis. En las dos primeras eliminatorias tuvimos las primeras dificultades. En octavos eliminamos al Valladolid, un rival de nuestro mismo estatus más o menos y luego ya tocaron los premio gordos. Ganamos al Real Madrid y al Superdépor de manera justa y eso nos dio moral para la final”.
El factor Eto’o
Donde brilló con dos goles un Eto’o que estuvo a punto de no jugar. Se había perdido las dos últimas jornadas de Liga por disputar la Copa Confederaciones con Camerún, pero el Mallorca negoció para que volviese. Samuel regresó... y se llevó uno de los mayores golpes de su vida a dos días de la final: mientras el equipo se entrenaba en un campo anexo al Martínez Valero conoció la muerte de su compañero Marc Foe, que se había desplomado en un encuentro ante Colombia en la propia Confederaciones. Manzano fue el encargado de comunicárselo antes de que el delantero abandonase la sesión entre lágrimas. No obstante, el camerunés, uno de los estandartes de aquel equipo, jugó.
“Me acuerdo de la charla previa al partido que nos dio Gregorio Manzano, puramente psicológica. Recuerdo que a Samuel le dijo ‘si no te encuentras bien para jugar, tranquilo. Lo primero es la persona’. Eso me quedó porque yo siempre digo lo mismo. Antes de la profesión primero eres persona. El respeto tiene que estar siempre. Eto’o sabía lo importante que era para el equipo y que le necesitábamos para ganar la Copa. Se marchó al entierro sin poder celebrar el título. Él fue una pieza muy importante”, recuerda Albert Riera.
“Tú, tú. El penalti era expulsión, no amarilla”
El camerunés marcó dos goles y provocó un penalti, transformado por Pandiani, que abrió el camino. “Ese penalti tiene una buena anécdota. Iturralde sacó amarilla al jugador del Recreativo en lugar de roja. Y, con el paso del tiempo, cuando volví a verlo en algún aeropuerto, le dije en plan coloquial ‘Tú, tú. El penalti era expulsión, no amarilla’. Y me respondió que no podía dejar a un equipo con un jugador menos en en el minuto 17 de una final. Menos mal que ganamos”, zanja Gregorio esbozando una sonrisa. De aquel equipo, al actual han pasado 21 años. Más de dos décadas de evolución del fútbol en el que la figura de mediapunta se ha ido perdiendo. Y tanto Manzano, como Leo Franco y Riera coinciden en una tesis. “No hay similitudes entre ambos equipos”.
“Con los jugadores que teníamos éramos un equipo para dominar. Nos gustaba jugar en campo contrario y atacar más que defender. Pero no hay una manera mejor o peor, sino en la que cada equipo se encuentra mejor. Y en este caso yo creo que estamos de acuerdo que la manera en que se encuentra mejor el Mallorca es como lo está haciendo ahora, en bloque bajo y medio y la generación que tuvimos nosotros en el 2003 era un equipo que jugaba diferente. Ese equipo del 2003, si me dices ‘vamos a estar 90 minutos esperando al rival defendiendo’. Yo creo que nos caían bastantes goles porque no era un equipo hecho para defender 90 minutos y no nos sentíamos cómodos defendiendo 90 minutos”, explica Riera con la energía y pasión que le caracterizaba como jugador y ahora desde la banda.
Su Mallorca está a 90 minutos, quizás 120, de reditar aquella gesta. De Elche a Sevilla, donde la climatología aguó la Semana Santa al reservar el sol para unos días más tarde, para una final de Copa abrasadora por un calor de justicia y por la invasión de las dos aficiones que protagonizan esta fiesta anual del fútbol español. Athletic o Mallorca. Mallorca o Athletic. “Va a estar igualado, como toda final”, augura Leo Franco.