Desde que acabó el Gran Premio de Australia, los aficionados españoles a la Fórmula 1 no caben en sí de gozo. La expectación entre ellos es máxima ante el rumor de magnitud considerable que afecta a nuestros dos pilotos en el campeonato: a día de hoy, tanto Fernando Alonso como Carlos Sainz cuentan con opciones serias de pasar a engrosar las filas de Red Bull, nada menos que la mejor escudería del Mundial, en 2025. El bicampeón, por su experiencia contrastada, y el tres veces ganador los domingos, por ser el único capaz de arrebatar triunfos al todopoderoso constructor austríaco en los últimos tiempos, se han ganado con creces la posibilidad de acompañar en el futuro a Max Verstappen. Un sueño que podría ser más real de lo previsto y que el jefe del equipo, Christian Horner, estaría por la labor de cumplir.
En el caso de Alonso, el medio alemán F1-Insider habla de “conversaciones avanzadas” entre el asturiano y Horner, a quien podría interesarle sobremanera cerrar este fichaje bomba para apuntarse un tanto en la guerra interna que divide a Red Bull ahora mismo. Por un lado, el director británico y los accionistas mayoritarios tailandeses, que le confieren plenos poderes. Por otro, Mark Mateschitz, heredero de Dietrich, cofundador de la marca; Helmut Marko, sempiterno asesor, y Jos Verstappen, padre de Mad Max. “Con Red Bull cree (Alonso) que puede ganar su tercer título el año que viene, sobre todo porque puede estar seguro del apoyo de los poderes de Red Bull en torno a Horner”, aseguran desde Alemania.
Te puede interesar: Christian Horner quiere a Fernando Alonso en Red Bull para 2025
No obstante, nada es oficial todavía y Alonso no es el único español de la parrilla sin contrato cuando expire la temporada. A estas alturas, es de sobra conocido que Sainz tendrá que abandonar Ferrari debido a la llegada a la Scuderia de Lewis Hamilton. Por tanto, el madrileño también está en el mercado. Y Red Bull, para cuyo filial ya corrió entre 2015 y 2017 (dos cursos con Verstappen), no le hace ascos, ni mucho menos. En este caso, con declaración incluida de Horner: “Basándonos en una actuación como esa (la de Melbourne), no se puede descartar ninguna posibilidad. La carrera de hoy la ha ganado un piloto desempleado, por lo que el mercado es razonablemente fluido”.
Mientras se aclara qué monoplaza conducirán Alonso y Sainz la próxima campaña, parece que quien respira más tranquilo es el directivo que podría andar detrás de ambos. En casi 20 años en el Gran Circo, nunca se había oído una palabra más alta que otra sobre Horner hasta hace dos meses. Fue entonces cuando el escándalo, teóricamente por primera vez, llamó a su puerta.
Te puede interesar: La exhibición de Sainz en Australia le abre la puerta de Red Bull
De ser el director más joven del Mundial…
Horner (50 años) estaba predestinado, de alguna manera, a dedicarse a algo que tuviese que ver con el motor: su abuelo fue director de compras de Standard Motor Company y posteriormente ayudó al padre de Christian, Garry, a idear una agencia suministradora de componentes para los fabricantes de coches. Eso sí, el tercero de la saga, antes de pasarse a la gerencia como sus antecesores, probaría suerte al volante.
Tras iniciarse en los karts, obtuvo una beca en la Fórmula Renault en 1991 y en 1992 pasó a engrosar las filas del Campeonato Británico de esta modalidad, convirtiéndose en el mejor debutante (ganó una carrera) corriendo para Manor Motorsport. Después de ser segundo en la Fórmula 3 británica en 1993, con P1 Motorsport y alcanzando hasta cinco victorias, pasó por diferentes equipos en los años siguientes: Fortec (1994), ADR (1995) y TOMs (1996). Tras un breve paso por la Fórmula 2 british en 1992, llegaría a la Fórmula 3000 en 1997.
Horner hijo apuntaba maneras como cabeza pensante, puesto que su padre y él se lanzaron a la aventura de formar su propio equipo: Arden. Un préstamo de dinero del cabeza de familia, entre otros, resultó clave para que la escuadra saliese a la luz. Casualidades de la vida, le compró un remolque de segunda mano a Helmut Marko cuando este se encontraba al frente del equipo júnior de Red Bull, rival por aquel entonces en la Fórmula 3000. Entre 1997 y 1998, Horner apenas sumaría un punto como piloto de la competición.
En un test de pretemporada en Estoril (Portugal), el inglés tuvo claro que lo más sensato, por su parte, era colgar el casco. El culpable fue Juan Pablo Montoya, con el que también se reencontraría en la F1: al comprobar que “no era capaz de replicar el nivel de compromiso” del colombiano, decidió que pasaría a ser director al término del curso. Su trabajo entre bambalinas acabaría dando sus frutos: campeones por equipos en 2002, en 2003 y en 2004, cuando Arden también conquistó el título de pilotos gracias a Vitantonio Liuzzi. ¿Quién llevó al italiano a la escudería? Su manager, personaje recurrente de esta historia: Helmut Marko.
Tocaba dar el salto a la máxima categoría, y lo consiguió de la mano de Red Bull. Al comprar Jaguar a finales de 2004, el inglés pasó a estar al frente del nuevo equipo auspiciado por la firma austríaca, a apenas ocho semanas del arranque del Mundial de 2005. Se convirtió en el director más joven de la época (31 años), con David Coulthard y Christian Klien como primeros integrantes de la alineación (34 puntos para el equipo en su estreno). Horner jugaría un papel clave para reclutar a uno de los pilares fundamentales en los éxitos venideros: el ingeniero Adrian Newey.
Te puede interesar: Gruconsa, Dismatec Sport y Conecta 17 Consulting: las empresas en el punto de mira por el caso Rubiales
En 2006, celebraría el primer podio de los suyos en la F1, nada menos que en Mónaco, lanzándose a una piscina con una capa de Superman como única prenda. Poco a poco, Red Bull seguiría creciendo, rozando la gloria en 2009 y alcanzándola por fin en 2010, con doblete en pilotos, de la mano de Sebastian Vettel, y constructores. Así, Horner se convirtió, con 36 años, en el segundo director de mayor precocidad, tras Colin Chapman (34 al vencer con Lotus en 1963), que triunfaba.
… a convertirse en el más experimentado
2011, 2012 y 2013 traerían consigo nuevos entorchados para Vettel y Red Bull, conformando la primera dinastía de los energéticos en la F1. La hegemonía austríaca tardaría lo suyo en volver, con Mercedes pasando a ser el gran dominador del deporte rey del automovilismo hasta que, en 2021, Verstappen le arrebató el Mundial a Hamilton de forma vibrante. Las cosas serían muy distintas en 2022 y 2023, con un paseo militar de los chicos de Horner en todos los sentidos.
Con siete trofeos de pilotos y seis de constructores a sus espaldas en casi dos décadas, el líder fuera de pista de Red Bull se ha convertido en el director con mayor bagaje en la F1 entre todos sus colegas de paddock. Siempre bastante discreto lejos de la esfera deportiva, lo más digno de mención hasta la fecha en cuanto a su vida personal tenía que ver con su segundo matrimonio. Es así porque Horner está casado con la cantante Geri Halliwell, en su día miembro de las archiconocidas Spice Girls.
Sin embargo, la faceta extradeportiva de Horner quedó seriamente dañada el pasado 5 de febrero. Fue así porque se supo que había una investigación en marcha contra él debido a la denuncia, por supuestos comportamientos inapropiados, de una empleada de Red Bull. Finalmente, el director quedó exonerado de toda culpa 23 días más tarde, tras haberlo negado todo.
Eso sí, la sombra de la sospecha se quedó flotando en el ambiente. Aunque cualquier problema que se tercie es mucho menos engorroso con unos 50 millones de dólares de patrimonio neto y más de 10 millones al año de sueldo (el jefe de equipo mejor pagado). Son las cantidades que maneja un Christian Horner salvado del escarnio (o, al menos, eso parece) y que ya le da vueltas a cómo prolongar todavía más el dominio con mano de hierro de Red Bull.