Pocas veces un partido amistoso ha levantado tanta expectación como el disputado en el Santiago Bernabéu. Vivía tranquila la selección española en Las Rozas, pero consciente de que la tensión estaba llamando a la puerta. “Es sólo la décima vez que nos enfrentamos a Brasil, imaginaros si es importante. Podría ser la semifinal o la final de una Copa del Mundo”, aseguraba Luis de la Fuente. Aunque por más que se empeñase en centrar el partido en el ámbito deportivo, los focos apuntaban hacia otra dirección: el racismo y Vinicius. No obstante, un Lamine Yamal eléctrico y el oportunismo de Endrick le robaron el protagonismo. Luis de la Fuente le cambió la piel a su equipo y España recuperó la memoria y el fútbol para cerrar la preparación a la Eurocopa con un buen recuerdo.
Pese a que el triunfo se le escapara en el añadido por un penalti de Carvajal anotado por Paquetá. Necesitaba la Roja mejorar su imagen después de la derrota contra Colombia y lo hizo. Cuando perdió en Londres contra Colombia, quedó claro que al seleccionador no le funcionan las grandes transformaciones, como le pasó en Glasgow, la otra derrota de su mandato. Por eso decidió jugar con los nombres de toda la vida. Los que llevan la etiqueta de titular marcada en la frente. Como Rodri, que regresó a la concentración después del funeral de su abuelo. Morata le cedió el brazalete de capitán como muestra de cariño y el lanzamiento de penalti que puso a España por delante.
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España manda, Brasil se mantiene con vida gracias a destellos
Rodri miró al cielo para dedicar el gol a su abuelo después de que Lamine Yamal hubiera llevado su mirada al suelo tras el piscinazo que provocó la pena máxima. Una maravilla germinada en sus botas culminó con una caída poco forzada en el área aprovechando la ausencia de vigilancia del VAR. Sobre el campo, un once que, a la espera de Pedri, y quizá con la única incógnita del lateral izquierdo, que ocupó Cucurella, podría ser el del estreno en el torneo de Alemania, el 15 de junio contra Croacia en el Olímpico de Berlín. El centro del campo lo tomaron Rodri, Fabián y Olmo, que mezclaban dominio del espacio y amenaza con la pelota. El jugador del Leipzig se movía en la misma sintonía que Nico y Yamal, inspiradísimos en las bandas.
Williams y Lamine eran los brasileños de España. Ponían el ritmo, la velocidad y el desborde necesario en el fútbol moderno y que tan buen equilibrio encuentra con la pausa y toque española. Uno de esos bailes de Yamal provocó el primer penalti, mientras que otra danza de Nico provocaba otra falta peligrosa. Ambos eran un dolor de muelas para Wendell y Danilo. Ya saben, como esa cita con el dentista a la que hay que ir anestesiado para mitigar el dolor. Dani Olmo se sumó a la fiesta de los dos chavales con un gol de autor. Caño a Beraldo, recorte hacia fuera y fusil a Bento. Más ventaja para España que dominaba la circulación y los tiempos del partido.
Efecto Endrick
Brasil apenas asomaba por el balcón del área nacional. Sin señales de Paquetá ni de Vinicius, el hombre viral antes de que rodara el balón. Tan sólo las conducciones de Rodrygo hacían temblar -poco- los cimientos españoles. Sin embargo, Unai Simón dio dinamita a la canarinha. Su error en la salida de balón desembocó en una jugosa vaselina que Rodrygo no desaprovechó. Primera explosión de una Brasil cuya pólvora estaba mojada. El amistoso dejó de ser amistoso. Empujones, choques, reclamaciones al árbitro y una breve sucesión de amarillas subrayaron los picos de alto voltaje que al final del partido volverían a crecer. De la caseta salieron caras renovadas en Brasil cuya energía agitó el partido. Couto, Pereira, André y Endrick, que jugaba en el Santiago Bernabéu meses antes de que lo pueda hacer con la camiseta blanca.
El sábado jugó por primera vez en Europa y marcó en Wembley a Inglaterra, y anoche apenas necesitó cuatro minutos sobre la hierba de su futura casa para encontrar el camino al gol. Dos catedrales del fútbol europeo conquistadas a las primeras de cambio. España se quedaba sorda de un pie hasta que Danilo cometió otro penalti dudoso sobre Carvajal. De nuevo lo transformó Rodri para seguir mirando al cielo. El propio Carvajal pasó de héroe a villano al cometer en área propia otro clamoroso penalti que transformó Paquetá sobre la bocina de un partido que empezó bajo la denominación de amistoso y terminó en conato de reyerta. España afina ante la pentacampeona de cara a la Eurocopa de Alemania, donde deberá dar continuidad a su agudizado oído e interpretar mejor el compás. Allí, una paso mal dado arruina el baile.