Un 17 de enero de 1999, sin que nadie lo supiera en esos precisos instantes, el baloncesto español, y podemos atrevernos a decir que incluso mundial, cambió para siempre. Parece mentira que 29 segundos tengan un cariz trascendente, pero sería el caso en última instancia. No al producirse la escena, porque Pau Gasol únicamente dejó un saque de fondo para la galería esa jornada. De hecho, hubo derrota sonada de su Barça ante el Cáceres (92-78). Un estreno anecdótico como profesional, pero sin el que todo lo que vendría después para él, que fue muchísimo, nunca habría sido posible.
Con la perspectiva que siempre otorga el tiempo, el cero que presidió todos los casilleros de su estadística en el Pabellón Universitario V Centenario cacereño fue una rara avis. La historia a la que se abonaría después el mayor de la saga, y de forma vertiginosa, es de sobra conocida por todos: galones progresivos como azulgrana, una explosión sin parangón en la Copa del Rey de 2001, número 3 del Draft de la NBA, europeo de referencia en la mejor liga del mundo y doble ganador del anillo con los Lakers, santo y seña indiscutible de la selección española en todos y cada uno de sus principales logros… La epopeya de Gasol se ha contado una y mil veces. Y las que quedarán por llegar. Así de notoria es la retahíla de éxitos que conforman su legado.
Te puede interesar: La primera etapa de Ricky Rubio en el Barça, desde dentro: “Jugábamos al ajedrez, tardaba mucho en tirar y me enfadaba”
Sin embargo, la introducción de una de las mejores historias habidas y por haber en nuestro deporte, 25 años después del estreno de Pau en la ACB, no se recita de carrerilla. Ni mucho menos. Recién llegado al primer equipo barcelonista, los focos no le alumbraban. Ni siquiera había sido, aún, júnior de oro con España. Además, le quedaba potencial por desarrollar y el que ya tenía distaba mucho de ser de dominio público. Lo que Gasol podía suponer para el deporte de la canasta sólo se atisbaba, y con muchas más cuentagotas de las que podría parecernos a día de hoy, en el mundillo.
Infobae España ha conseguido ahora que sea la propia leyenda quien narre un salto al máximo nivel discreto, a la par que germinal. Compañeros y rivales de la época completan el relato de unos inicios en la élite que también merecen ser rescatados. Sin ellos, aunque sean menos llamativos que los episodios siguientes, nada habría sido lo mismo.
Te puede interesar: El primer oro de Ricky Rubio con España, contado por los protagonistas
Primeros entrenamientos
Antes de la temporada 1998-1999, en la que empezaría a contar con minutos en el Barça, Gasol ya había tenido su pertinente toma de contacto con los mayores. Un curso antes, pasó a ser un habitual de los entrenamientos.
Steve Trumbo (ayudante de Aíto García Reneses): “Le vimos jugar en el Barça B. Cada año crecía más y tenía un talento impresionante. Estuvimos hablando y viendo cuándo sería un buen momento para subirle. Empujé a Aíto para que le dejase entrenar con nosotros. No había jugadores de su estatura. Podía jugar como base, entendía el juego, veía todo. Con 16-17 años, era impresionante ver a alguien así. Me recordaba a Kresimir Cosic y a Toni Kukoc”.
Pau Gasol: “Fue una mezcla de emociones, ilusión, nervios, muchas ganas, impresión también. Con todos aquellos veteranos que tenía el primer equipo y con el factor de que también estaba Juan Carlos (Navarro) conmigo. Él llevaba ya más tiempo, tenía más experiencia con el primer equipo. Yo tuve la oportunidad también, creo que gracias a Joan Montes (entrenador ayudante), de poder subir al primer equipo a entrenar. Recuerdo sobre todo a Quique Andreu y a (Andrés) Jiménez bromear un poco con nosotros y conmigo”.
Por alusiones, el subcampeón olímpico en Los Ángeles 1984, otro mito de la canasta nacional, toma la palabra.
Andrés Jiménez: “Antes de entrenar con el primer equipo, algunos días, él venía acompañando a Juan Carlos. Al principio, le conocíamos por eso, porque se quedaba tirando y jugando un poquito mientras nosotros nos duchábamos. Y luego fue entrando en la dinámica de los entrenamientos. Primero venía a los que eran más de técnica individual y luego ya también a algunos que ya eran de equipo. En los que ya se entrenaba más fuerte, más en serio. El chaval se adaptaba muy bien. Con buena actitud y, sobre todo, mucha calidad. Eso sí que se le veía”.
No obstante, se dio la circunstancia de que las cosas no empezaron con buen pie para Pau. Él mismo lo tiene muy presente, ya que las batallas en la pintura que libró le causaron un cierto resquemor.
Pau Gasol: “Me quejé demasiado a los entrenadores en cuanto a las faltas. Y eso hizo que después del primer entrenamiento tardara un tiempo en volver a subir. Algunas semanas”.
¿A qué se debió el enfado? El que fuera uno de los veteranos que pudo causarlo se explica.
Andrés Jiménez: “Era blandito. Ese era su punto débil en esos primeros entrenamientos. Calidad ya tenía. Era muy alto, con brazos muy largos. La verdad es que hacía muchas cosas bien. Tiraba, un buen manejo de balón… Recuerdo, a la hora de jugar un poquito de uno contra uno o tres contra tres para hacer técnica individual, que los veteranos usábamos más el cuerpo. A los chavales jóvenes, en este caso, les cuesta un poquito más […] Físicamente, era en lo que nosotros a lo mejor hacíamos más bromas. Porque claro, en una dinámica de equipo, si te llega un júnior y además se queja un poquito, lo que acostumbras a hacer es chincharle un poco más. Eso pasó con Navarro. Era muy hábil y a lo mejor hacía alguna chulería. Inmediatamente, si estaba Djordjevic o cualquiera que le había vacilado un poco, lo que haces es intentar ponerle un gorro, robar el balón… Pero eso forma parte de la dinámica divertida de cuando vienen chavales que tienen mucho descaro y que juegan bien. Forma parte de esa calidad el tener ese descaro”.
Steve Trumbo: “A los veteranos no les gustaba nada. No querían a un joven entrenando con ellos. Pero, poco a poco, llegaba allí y todo el mundo veía su talento”.
Entre los hombres con solera de ese Barcelona, también estaba Rafa Jofresa. “Ya se veía que tenía una calidad muy alta, pero él se mostraba un poco precavido, muy respetuoso. Ayudaba en los entrenamientos cuando había jugadores lesionados”, recuerda sobre su última campaña, en la que coincidieron. Se barruntaba que la dupla Pau-Juanqui podía dar de qué hablar.
Oriol Junyent: “Cuando acabábamos los entrenos, jugábamos un dos contra dos. Juan Carlos y él contra Joan Montes y yo. Nos costaba un mundo ganarles. Y eso que eran júniors. Digo ‘bueno, estos en uno o dos años ya nos mojan la oreja pero sin problema’. Ya se les veía que tenían una calidad espectacular y que iban a ser los dos mejores jugadores de la historia del baloncesto español. Cuando se igualaba la cosa, ya les intentábamos hacer alguna trampilla. De momento, aún ganábamos nosotros. Pero porque eran muy jovencillos”.
Rafa Jofresa: “Entre los dos, se protegían un poquito. Intentas que se acoplen lo más rápidamente posible, que se sientan cómodos y que puedan desarrollar su talento al máximo. Más que preguntar, ellos miraban. No hablaban mucho. Estaban atentos a todo, supongo, con el hambre de poder dar el salto definitivo en cualquier momento”.
“Era blandito. Ese era su punto débil en esos primeros entrenamientos. Calidad ya tenía”
Steve Trumbo: “Ellos siempre estaban juntos, trabajando antes y después de los entrenamientos. Eran los primeros en llegar a entrenar y los últimos en irse. Los grandes siempre se quedan haciendo más y más. Y Pau y Juan Carlos se quedaban haciendo las cosas que necesitaban para subir a las alturas a las que luego llegaron”.
En la actualidad, Pau no olvida lo mucho que significó compartir con su inseparable Navarro aquellos primeros compases.
Pau Gasol: “Que Juan Carlos estuviera en ese momento también subiendo al primer equipo, para mí, era un factor de confianza y de familiaridad. Y de apoyo. Pasábamos bastante tiempo juntos fuera de la pista. Habíamos pasado dos años juntos en el júnior del Barça, algo también en el Barça B. Él entró más en la rotación antes que yo en el primer equipo. Así que, sin duda, me ayudó mucho tenerle como apoyo”.
“Me llamaba la madre para decirme que Pau tenía que estudiar”
Aunque en esos tiempos no despuntase como lo haría después, no cabía duda de que Pau, si todo iba bien, tenía madera de estrella dentro y fuera de la cancha. Una idea que no tardó en calar tanto en el Barça como en las categorías inferiores de la selección.
Nacho Rodríguez: “Ya se le veían, para su estatura, unos movimientos en la pista, unos desplazamientos, que no eran normales. Era muy flacucho, muy débil físicamente, pero con unos brazos muy largos. Y, sobre todo, cómo se movía en la pista. Ya se veía que era un jugador diferente”.
Germán Gabriel: “En nuestra generación, desde el momento en el que él apareció, ya le vimos algo especial. Al principio, era por sus dotes físicas. Pero, sobre todo, por el tema del desarrollo que tenía por delante. Le faltaba no por carencia, sino porque todavía estaba en su periodo de crecimiento y desarrollo físico. A todos nos llamaba mucho la atención. También la actitud. Yo creo que él siempre ha sido un tío supercercano, con los pies en el suelo. Su familia le ha ayudado en eso de forma espectacular. Tengo muy buenos recuerdos en los torneos, tanto de él como de su madre y de su padre. Siempre estaban con nosotros y eran personas que nos trataban como si fuéramos de la familia”.
Berni Rodríguez: “Siempre recuerdo un Pau muy profesional. Muy divertido, como siempre, pero muy serio en su trabajo, en lo que él quería hacer y en la dirección en la que quería ir. Esto es lo que más me ha llamado siempre la atención y creo que ha sido una de las claves de su carrera”.
Eso sí, nadie pudo ver, desde el minuto uno, lo que estaba por venir. El capitán barcelonista cuando Gasol empezó a hacerse un hueco en la plantilla lo deja muy claro.
Roger Esteller: “Vi a alguien con calidad de jugador grande. Pero como había visto muchos. Con talento, pero poco práctico. Con muchísimas posibilidades, pero había otros jugadores que con menos habilidades físicas, menos mano y menos recursos eran más pragmáticos a la hora de jugar. O podían tener más cabida en el equipo. Como Navarro. A él, desde que llegó, se le veía que ya podía jugar en el primer equipo sin ningún problema. A Pau no le veía de esa manera. Si alguien lo adivinaba, lo respeto profundamente. Había visto 25 jugadores de esa envergadura, de esa altura, de ese talento, en el Barça. No era una realidad en ese momento”.
Pero la determinación de Pau lo pudo todo.
Germán Gabriel: “Cuando ya empezamos a tocar el baloncesto profesional, a nivel de ACB, ahí hubo un cambio bestial de una concentración en la selección española a otra. Él llegó y su juego cambió totalmente. Después de estar entrenando con el primer equipo del Barça, volvió con una actitud de que le gustaba el contacto. Jugaba muy duro. Cuando iba al aro, iba a comérselo. Eso ya es la confirmación de que va a ser un tío por encima de la media”.
“Los padres de Pau nos trataban como si fuéramos de la familia”
En cuanto fue consciente de que debía trabajar su físico para llegar más lejos, la promesa se puso manos a la obra.
Rodrigo de la Fuente: “Se hablaba siempre de que estaba muy delgado, de que cuando llegara al mundo profesional igual le iban a dar muchos golpes y este tipo de cosas. Y puso muchas horas extras en remediar esto. Tuvo la suerte de tener un preparador físico que fue Pepe Casal, que pasó innumerables horas con él. En esa época, también coincidimos muchísimas horas extras en el gimnasio. En días libres, Pau iba allí. Desde el principio, él ya sabía que para esos grandes objetivos que él tenía, necesitaba poner trabajo”.
Steve Trumbo: “Recuerdo un viaje a Rusia, a Moscú. Después de terminar, yo me quedaba un poco más ahí con Pau, haciendo trabajo en la cancha. El antiguo pabellón del equipo nacional y del CSKA tenía unas escaleras que eran casi rectas hacia arriba. Como no podías imaginar, subiendo directamente arriba. Le recuerdo corriendo por las escaleras mientras todos se estaban duchando para volver al hotel. Le hacía ponerse más en forma”.
A nivel personal, siempre supo cuál era la estela que tenía que seguir para que todo fluyese.
Pau Gasol: “Sasha (Djordjevic), Nacho (Rodríguez), Roberto (Dueñas). Me acuerdo sobre todo de Nacho y Roberto Dueñas. Nos apoyaron y nos arroparon mucho desde el principio. A Juan Carlos y a mí”.
Nacho Rodríguez: “Yo vivía muy cerca de ellos. Mi primer año en Barcelona, les dejé mi casa y mi coche todo el verano. Yo me iba con la selección a jugar el Mundial en Atenas. Teníamos una relación muy cercana. En la primera concentración, yo estaba con él en la habitación. Le llamaba la madre y le decía ‘pásame a Nacho’. Y hablaba conmigo. ‘Dile que tiene que estudiar’. Porque él se había matriculado en Medicina. ‘Dile que tiene que estudiar, que es importante, que tú estás estudiando’. Yo estaba estudiando INEF”.
Los estudios superiores que había decidido afrontar Gasol fueron motivo de sorpresa entre los jóvenes que le rodeaban.
Germán Gabriel: “Le preguntabas qué iba a estudiar y el tío te decía que Medicina. Chocaba, en esa época en la que todos éramos muy soñadores, que el jugador de mayor proyección de repente te dijera ‘voy a estudiar Medicina’. Madre mía, hijo. Eres el prototipo perfecto. Era una constancia hacia no irse por las nubes o no pensar… Vamos, ni se hablaba de la NBA. Ni él hablaba de la NBA ni nada. Siempre se mantuvo en la edad en la que le tocaba vivir”.
“Jugaba muy duro. Cuando iba al aro, iba a comérselo”
Lo cual no quita para que Pau, cuando tenía que hacerlo, se pusiese serio en pos de alcanzar sus objetivos.
Rodrigo de la Fuente: “En esa época, tenía un agente, digamos, un poco más pequeño, y él estaba muy interesado en contactar con alguien que tuviera contactos en Estados Unidos. Entonces, como yo me había formado en Estados Unidos y universidades americanas, habló conmigo. Me llamó la atención que desde tan joven él tuviera tan claro cuál era su objetivo. Estamos hablando de una persona que estaba entre el primer equipo y la Liga EBA, pero él ya tenía muy, muy claro desde muy joven hacia dónde quería ir”.
“Cuando él tenía la pelota, hacía unos pases como un base”
La suya no fue una entrada arrolladora en la primera línea, aunque los mimbres estaban ahí. Sus excompañeros mantienen muy presentes algunas escenas ejemplificadoras del talento que atesoraba Pau.
Rodrigo de la Fuente: “Me acuerdo de un partido en el Palau en el que sale y la imagen que yo tengo de Pau es de una asistencia que le dan. Está debajo del aro. Era un mate. Con esa envergadura que yo dije ‘oye, este chaval… yo eso no lo he visto antes’”.
Oriol Junyent: “Me parece que Nacho le tiró un alley-oop y fui a saltar para coger el balón, pero ya vi que no lo cogía y me metió un mate en la cara tremendo. Y eso que era un delgadillo”.
Germán Gabriel: “De repente, Pau llegaba y te metía cinco triples contra Estados Unidos en semifinales. Cuando tú le veías, no podías colocarle una proyección. Ahora es fácil de decirlo. Más que su carrera, ese es su gran logro: siempre ha sido una persona que ha superado todas las expectativas que alguien ponía sobre él”.
Los entrenadores que tuvo en el Barça también supieron apreciar que tenían un diamante en bruto entre manos.
Steve Trumbo: “Cuando él tenía la pelota, hacía unos pases como un base. Hacía pases por detrás de la cabeza. Me recordaba a Cosic, Kukoc, Divac. Usaba su talento, que era entender el juego, para mejorar el equipo. No para ser él el mejor y llegar más allá”.
“Me metió un mate en la cara tremendo. Y eso que era un delgadillo”
El carácter del que hacía gala impactó igualmente.
Nacho Rodríguez: “Muchas veces, le decía antes de un partido ‘cuidado con este, que juega tal’. Y me decía él, que parecía un poquito soberbio, ‘¿y este quién es? A este le meto yo 15 puntos’. Era muy habitual. Eso hablaba de la gran seguridad y confianza que tenía en sí mismo. Había que pararle los pies en ese sentido de respetar antes de los partidos a los rivales”.
Roger Esteller: “Tenía una seguridad en sí mismo mucho mayor de la que realmente podía tener. Eso sí que me sorprendía. ‘Yo voy a jugar a esto, voy a dominar’. Decías ‘bueno, pues tampoco es para estar tan seguro de ti mismo, ¿no?’. Pero, en cambio, lo estaba. Y eso es digno de admirar”.
Alfonso Reyes: “Coincidieron la entrada de mi hermano Felipe y la suya en la selección absoluta. Con lo cual, para mí es muy especial también. No tenía el cuerpo que tuvo en la NBA. Y conmigo le gustaba jugar al cuerpo a cuerpo, empujar. En aquella época, yo estaba en plenitud física, y todavía le costaba un poco moverme. Lógicamente, después hubiera sido muy difícil por mi parte haber podido competir contra él”.
Aun así, Pau, haciendo gala de una cualidad que le ha acompañado en todo su periplo baloncestístico, nunca miró a nadie por encima del hombro. De hecho, al volver sobre los éxitos con la sub-18 en el 98 (oro en el Torneo de Mannheim y en el Europeo de Varna), no duda en afirmar: “No era uno de los jugadores principales, ni mucho menos”. Y eso no hizo sus vivencias menos memorables. Todo lo contrario.
Pau Gasol: “Sobre todo, me acuerdo del ambiente, el compañerismo. Nos lo pasábamos bien tanto dentro como fuera de la pista. El buen rollo que siempre desarrollamos, las partidas de cartas también en los momentos de tranquilidad o de recuperación antes de entrenamientos o partidos. Siempre nos relajaba mucho y hacíamos equipo. Eso también se trasladaba y salía a relucir en la pista”.
“Tenía una seguridad en sí mismo mucho mayor de la que realmente podía tener”
En el Barça, ocurría más de lo mismo.
Steve Trumbo: “Le gustaba jugar a las cartas en el autobús y en el avión. Yo jugaba mucho con él y un grupito. Era muy buen compañero de equipo. Todo el mundo estaba encantado con él porque siempre luchaba. Tenía respeto a los veteranos. A todo el mundo”.
En las filas culés, no hay que pasar por alto el influjo que pudo tener sobre él Aíto García Reneses. Fomentar otros intereses en Pau, ajenos a la pelota naranja, quizá fuese incluso más importante que lo puramente relativo a la pelota naranja.
Nacho Rodríguez: “Aíto obligaba siempre a los jóvenes, si teníamos una mañana libre en cualquier ciudad europea o española, a hacer una visita cultural. A una catedral, un museo o cualquier monumento de la ciudad. Para el resto de los jugadores, era voluntario”.
Roger Esteller: “Aíto, a los chicos jóvenes, intentaba, sobre todo, inculcarles que hay más cosas aparte del baloncesto. La idea de que utilizar el cerebro fuera te va a hacer que lo utilices dentro. Estoy totalmente de acuerdo con eso. El hecho de poder leer, tener inquietudes culturales, académicas, ayuda muchísimo. En dos motivos. Primero, porque te ayuda a jugar mejor. Y segundo, porque te aísla de lo que está pasando. Todo ese ruido mediático que hay por estar jugando en el Barça”.
Steve Trumbo: “Cuando me fui de allí, le dije a Pau que escuchase a Aíto hasta la última palabra. Que le siguiera. Esto sería bueno para el Barça y para su futuro”.
“Si lo sé, me quedo con un par de zapatillas suyas”
Por circunstancias de la vida, el partido contra el Cáceres en el que Pau debutó y su Barça cayó a domicilio fue un día especialmente señalado para dos integrantes del equipo local: Juanjo Bernabé (15 puntos, cuatro rebotes, seis asistencias y dos robos para 25 de valoración) y José Antonio Paraíso (13 puntos).
Juanjo Bernabé: “Aquel día, en concreto, fui nombrado jugador nacional de la semana, porque me salió un partidazo contra el Barça. Mi mejor partido en ACB justo coincide con el debut de Pau y ganamos el partido”.
José Antonio Paraíso: “Yo he hecho debutar a Pau, a Ricky Rubio y a Calderón. Con Ricky, yo jugaba en Granada. Con Calderón, fue cuando él estaba en Alicante. Haciendo debutar a estrellas (risas)”.
Gasol tiene presente cómo Alfons Alzamora, otro de los júniors de ese Barça, y él contaron con una oportunidad ese día. Fue el primero de los únicamente cuatro choques que disputó, de inicio, como culé. También fue de la partida contra Cantabria (sus primeros puntos, seis, más dos rebotes, una asistencia y un robo), Girona (dos puntos) y Estudiantes (cuatro puntos, dos rebotes y una asistencia). Lo máximo que jugó fueron 10 minutos, en el tercero de estos encuentros.
Pau Gasol: “Jugué algún partido y al final pude estar con el equipo en los playoffs, que también fueron una experiencia muy bonita. Fue la temporada siguiente la que entré más, digamos, en plantilla”.
Nacho Rodríguez: “En la pista, había poco que decirle. Cuando era joven, el margen de mejora que tenía era el tiro de tres puntos. Como era tan grande, tan físico, y con una envergadura muy grande, suplía su tiro exterior, que los primeros años no era bueno”.
Juanjo Bernabé: “En aquel momento, nadie tenía ni idea de lo importante que iba a ser Pau. Si no, te garantizo que me quedo con un par de zapatillas suyas de aquel partido. Se las hubiera pedido”.
El suyo fue un comienzo de puntillas. Aunque todo llegaría, y de forma vertiginosa.
Roger Esteller: “En la Copa del Rey de Vitoria, en 2000, yo estaba en el Baskonia, y vi un Pau que me sorprendió absolutamente. De la 98-99 a la 99-00, cambia de una manera descomunal. En todos los sentidos. Vi que iba a dominar”.
Rodrigo de la Fuente: “Todos los años que yo estuve en el Barça, fueron a los entrenamientos muchos ojeadores de la NBA. Pero es que en 2001 fueron absolutamente todos los equipos de la NBA”.
Esa es otra historia. La del origen de Pau Gasol entre los profesionales termina aquí. Con una sensación generalizada entre quienes lo vivieron de cerca: a pesar de todo lo que vino después, no ha dejado de ser aquel gigante de Sant Boi que holló la cima de su profesión sin perder por el camino sus valores ejemplares.
Steve Trumbo: “Nunca creyó que era mejor que nadie. Eso era otra cosa que me impresionaba de Pau. Cuando llegó a las alturas a las que lo hizo en la NBA, seguía humilde. Esto no se ve mucho en el deporte. Cuando la gente llega a ese nivel, se pierde en la fama. Él no. Supongo que era por sus padres y familia”.
Germán Gabriel: “Pau siempre es muy cercano. No tengo una relación con él de que le llamo por teléfono. Pero sí que es verdad que si coincides en un sitio, siempre es un ‘hola, Germán, ¿cómo estás? ¿Qué tal todo?’. Eso te impacta. Que una persona con ese legado y calibre aún siga siendo cercano me parece digno de mención”.