Un Vinicius bipolar neutraliza a Osasuna y encarga media Liga para el Real Madrid

El recital del brasileño, con dos goles, queda empañado por su quinta amonestación que acarrea sanción. Los de Ancelotti se blindan en el liderato del campeonato

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Vinicius y Brahim celebran un
Vinicius y Brahim celebran un gol del Real Madrid a Osasuna (AP).

Una jornada más es una jornada menos. Tic tac que diría aquel, ya saben. LaLiga es eso que transcurre entre la imbatibilidad del Real Madrid. Seis meses sin abdicar, tan sólo el Atlético de Madrid ha conseguido doblegar en Liga a los blancos que se examinaban en El Sadar, un feudo que históricamente se asemejaba más a una cita con el dentista que un partido de fútbol. Ir a Pamplona era un dolor de muelas para el Real Madrid, pero la situación se ha revertido. El protector bucal con el que se presentaban los de Ancelotti pronto se transformó en una endodoncia para Osasuna.

Tras la reforma, las gradas y el poder intimidatorio se han alejado del césped, convertido en una alfombra roja para Vinicius, el mejor actor de reparto y de guion imprevisto. Actuación prodigiosa y enésima amarilla por cuestionar al árbitro, el continuo paradigma de Vini. Carvajal y Brahim cerraron una goleada maquillada por Iker Muñoz e igualada de manera provisional por Budimir. El partido, que venía pintado en las pizarras como una construcción sólida y sustentada por los cinco defensas rojillos, y con el Real Madrid teniéndose que armar de paciencia para demolerla, pero los cimientos pronto temblaron. En la confianza de Catena comenzó el derrumbe de Osasuna.

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No hay quien para ni haga callar a Vinicius

No circuló el balón cuando debía, lo aguantó y provocó la presión de Vinicius que le birló la cartera y batió a Sergio Herrera. Aunque lejos de quedarse en la lona, Osasuna no acusó el golpe y se rehizo de inmediato y a su manera. Por aire. El enmascarado Budimir empujó un córner que Herrando había tocado en el segundo palo. Ancelotti eligió El Sadar como centro de experimentos de cara a la eliminatoria europea contra el Manchester City. Rüdiger y Tchouaméni, dúo que apunta a ser el que lleve la voz cantante en defensa contra los de Guardiola, formaron en el eje. Por delante de un Nacho relegado al banquillo.

Brahim celebra su gol anotado
Brahim celebra su gol anotado a Osasuna (EFE).

Restablecido el equilibrio, apareció el partido imaginado en las pizarras. Osasuna añadía ladrillos a su muro y el Madrid buscaba su punto débil. Arrasate había protegido el eje, pero tenía algo descuidado los costados de Areso y Mojica. Dos laterales con más ida que vuelta y por ahí germinó el derrumbe rojillo. Un pase con música de Brahim, tras su semana de reflexión entre Marruecos y España, desencadenó la maniobra inteligentísima de Valverde cambiando de flanco a la media vuelta y Carvajal culminó rematando con el exterior. Recuperaba el Madrid su ventaja.

Brahim brilla de nuevo y Arda Güler reclama su tiempo

Osasuna tampoco se derrumbó en exceso. Mantuvo la línea de presión alta y planteó dificultades al Real Madrid hasta enfilar el túnel de vestuarios. Tras el paso por la caseta y la amarilla de rigor para Vinicius -se perderá el siguiente partido por sanción y entre parón de selecciones y final de Copa del Rey estará casi un mes sin jugar partido alguno con el Madrid- los de Ancelotti sentenciaron. A Osasuna no le daban las piernas y precisamente eso le sobra a Vini y Brahim. El último recogió a la carrera una peinada de Valverde y sólo se detuvo para batir a Herrera.

Mientras el brasileño, también en plena galopada, fue quedándose sin ángulo, pero tocó sutilmente a tiempo. Aún hubo tiempo para que Arda Güler reclamara el suyo con un larguerazo desde el centro del campo. Llegará su hora, el turco promete. Maquilló el resultado Iker Muñoz en el tiempo añadido, pero el Madrid había salido de la consulta del dentista con su dentadura intacta. Una vez más. También una menos porque cada vez está más cerca el canto del alirón. Tic Tac.

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