El ruido de los motores en Yeda silenció -al fin- el exceso de habladurías que rodean el paddock. El Horner leaks y la rumorología sobre un efecto dominó que situaría a Verstappen en Mercedes y Alonso en Red Bull dieron un paso al lado con la llegada del asfalto, donde la escudería austríaca se siente inmune a conato alguno de guerra civil. Y así ocurrió. Ni siquiera el trazado revirado de Arabia, que mostraba durante los entrenamientos un tablero completamente diferente al de Baréin. Alonso y Leclerc parecían poner en jaque durante la clasificación la tiranía de Verstappen, pero fue apagarse el semáforo y el neerlandés restituyó el orden mundial.
El monegasco cerró el segundo doblete de Red Bull en dos carreras, mientras que Alonso tiró de su imperecedero manual de milagros y obró uno nuevo al sacar el máximo jugo a su monoplaza. “¿Alguna posibilidad de plan B? Porque están en otra liga”. El asturiano se desesperaba por radio, temiéndose que el peor ritmo del Aston Martin en tandas largas pudiera pasarle factura, especialmente a final de carrera. Pero configuró todo para ponerse en modo clasificación. “Darme el orden de las vueltas al revés”, pedía.
Russell, frustrado
Fernando tiraba con todo, al máximo en cada vuelta. Exprimiendo un Aston Martin que Stroll había estampado contra el muro vueltas antes. Porque el riesgo existía y más cuando el pie no se levanta del acelerador. Alonso lo sentía, pero se mueve como un funámbulo en la milimétrica distancia que separaba el muro de su AMR24. Sólo así se explica el trabajado quinto puesto conseguido tras haber llevado su coche al límite y haber mantenido a raya a Norris y, especialmente, a Russell, a quien mantuvo siempre fuera de la zona DRS gracias al “modo clasificación” que desesperó al piloto británico.
“La reflexión ha sido ver la parte trasera de Fernando durante toda la carrera. Estaba entre un segundo y segundo y medio durante las 40 vueltas, ha sido un poco frustrante. Cuando era más rápido, le he podido seguir y cuando era más lento, también. No podía acercarme más. Necesitamos entender dónde está el coche y cómo podemos mejorar para Melbourne. Es frustrante estar tres años seguidos casi en la misma posición. Tenemos que llevar a cabo algunos grandes cambios. Vemos a tres equipos que están delante de nosotros, con tres diferentes conceptos y nosotros tenemos que ganar rendimiento. El coche es bueno en curva lenta y no es malo en media, pero en las rápidas estamos kilómetros por detrás. Estaban en otra categoría cuando intentaba cazarles en esos puntos”, señala Russell.
Tensión dentro, risas fuera del asfalto
En ese alambre se movía Alonso desde que salió de boxes, con el aliento del británico en el cogote. “Los neumáticos aguantaron bien, pero tuvimos un gran rival con George (Russell) toda la carrera, entre un segundo y segundo y medio (por detrás). No pudimos cometer ningún error, así que fue una carrera mentalmente muy exigente”. Ese error pudo haber llegado “con el beso al muro”, como le anunció el español a su ingeniero.
“Mucho susto, porque nunca quieres cometer un error. Mi compañero estaba desde esa vuelta siete fuera de carrera, y se me pasó por la cabeza que, si cometía un error y estaba fuera de carrera, sería un varapalo para el equipo, así que cogí un poco más de margen después del susto”. Aunque no había demasiado margen para ello. Mientras tanto, Alonso bromeaba al terminar la carrera sobre el duelo con Russell, con quien mantiene una gran relación. “Volamos juntos de vuelta, tendré unas palabras con él”, comentó entre sonrisas. Seguro que en el paquete de la conversación no entrará solo su duelo en carrera.