Las luces del MGM Grand Garden Arena fueron perdiendo fuerza hasta apagarse por completo para dejar paso a dos tenistas que brillan con luz propia. Rafa y Carlos. Nadal y Alcaraz. La leyenda contra el prodigio. Un cara a cara entre los dos siempre es garantía de éxito, de espectáculo, aunque no haya nada más en juego que ganar para reforzar la moral. El Slam de Netflix tuvo un final de película. Un partido así merecía acabar con suspense. Hubo que esperar al súper tie break para conocer al ganador. Finalmente, ganó (3-6, 6-4 y 14-12) Alcaraz, aunque eso es lo de menos porque la gente fue a ver show y es lo que tuvo.
Los creadores de este espectáculo lo llaman el Slam de Netflix, que es una manera grandilocuente de referirse a un simple partido de exhibición, pero a los estadounidenses les gustan este tipo de espectáculos ultraprocesados. Máxime si se celebran en Las Vegas y son auspiciados por alguno de sus grandes casinos, lo que siempre le confiere un enorme interés desde el punto de vista de las apuestas. La organización ofrecía a los aficionados la opción de poder entrenarse antes con los jugadores de forma individual e incluso compartir mesa durante una cena pagando 138.800 euros. Todo bajo el paraguas de Netflix, que retransmitió el partido en directo por vez primera en su historia y se rascó el bolsillo para ello.
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Un partido, un millón
En el caso de Rafa Nadal, la compañía americana ha desembolsado un millón y medio de euros para lograr que participe, mientras que a Carlos Alcaraz le han abonado un millón. Cifras desorbitantes, más todavía si se comparan con los bonus repartidos en los Grand Slams. El último del que se tiene referencia es el Open de Australia, donde Sinner, campeón del torneo, se llevó 1,9 millones de euros. Tuvo que jugar siete partidos al mejor de cinco sets, en lugar de uno a dos mangas, como la exhibición de Nadal y Alcaraz, y pagarse una estancia de tres semanas para él y todo su equipo en Melbourne.
El canal de transmisión es novedoso, pero no así una dinámica que empieza a cobrar más y más fuerza. Mientras los torneos de perfil intermedio o bajo -ATP 250 o 500- comienzan a perder vínculo competitivo con el circuito, las exhibiciones van erupcionando en un calendario demasiado cargado. Concentradas antes a final de año en el marco de pretemporada, van incrustándose en la agenda tenística. Así comenzó la Laver Cup impulsada en su día por Federer que hoy en día ya aparece como un torneo más a disputar.
El músculo económico árabe
Arabia Saudí va dando pistas de lo que es capaz. Primero organizó exhibiciones en diciembre durante las pretemporadas, luego se hizo con las Next Gen Finals, pronto anunciará el Masters femenino, y en octubre celebrará en Riad la primera edición del ‘6 Kings Grand Slam’, un torneo de exhibición que reunirá a seis de las mejores raquetas del planeta. Allí estarán los tenistas más reconocidos y reconocibles del momento.
En el cartel están Novak Djokovic, Rafael Nadal, Carlos Alcaraz, Jannik Sinner, Daniil Medvedev y Holger Rune, seducidos por la gratificación económica a percibir. La pasada semana la ATP hacía oficial su estratégica y millonaria alianza con Arabia Saudí que rompía definitivamente las barreras de entrada al tenis. Fuegos artificiales y luces de neón, el espectáculo debe continuar.