La protagonista de esta película se llama Ana, trabaja en el Reina Sofía como vigilante de sala y se enfrenta a la transición de género de su hija. Cuando apenas tenía 18 años, Ángeles Santos Torroella pintó Un mundo, una de las obras pictóricas más enigmáticas y ambiciosas dentro de su generación.
La autora nació en la localidad de Portbou, en Girona, en 1911, donde fue destinado su padre, que era inspector de aduanas, y donde vivía su familia materna. Sin embargo, los sucesivos destinos de su progenitor le procuraron recorrer otras ciudades hasta llegar a Ayamonte, en la provincia de Huelva, donde ingresó interna en una colegio de monjas. Sería allí donde se iniciaría en el dibujo y la pintura. A la edad de 14 años ya dominaba buena parte de las técnicas.
Más tarde, cuando se trasladó a Valladolid, recibiría clases de un profesor italiano llamado Cellino Perotti, experto en el arte de la restauración. En 1929 compondría la mencionada Un mundo, un óleo de gran formato que representaba una estructura cúbica en forma de planeta de la que solo se veían tres de sus caras, permaneciendo ocultas las demás al ojo del espectador. A su alrededor, unas figuras que tomaban la luz del Sol y descendían por unas escalinatas para encender los diversos astros.
En la parte inferior derecha, unas mujeres (sin pelo ni orejas) acunan a otras mientras tocan diferentes instrumentos. ¿De dónde surgió la inspiración de este cuadro? ¿Cómo fue capaz de pintarlo una joven sin apenas contacto con las tendencias vanguardistas de la época?
Su participación en el IX Salón de Otoño de Madrid supuso un auténtico acontecimiento y buena parte de los intelectuales pertenecientes a la Generación del 27, con Jorge Guillén, Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez o Federico Garcia Lorca a la cabeza, se rindieron al genio de la nueva pintora que parecía beber tanto del expresionismo como del surrealismo.
Sin embargo, poco después la historia de Ángeles Santos daría un giro de una forma de lo más trágica. Sus padres la ingresaron en un sanatorio psiquiátrico porque su comportamiento era extraño. Decían que se había intentado suicidar. Seguramente padecía de depresión, pero en aquella época, que una mujer estuviera triste o nerviosa era considerado un caso de enfermedad mental.
Ese periodo de internamiento, aunque fuera solo de un mes, la marcaría para siempre. De hecho, nunca volvería a recuperar esa impronta que la caracterizó en ese breve momento de inspiración que supuso un auténtico descubrimiento. Otra de sus obras más célebres, Tertulia, también data de la misma época.
Un mundo forma parte de la exposición permanente del Museo Reina Sofía, y en la ópera prima de Marta Nieto, titulada La mitad de Ana, que se estrena ahora en cines, adquiere una importancia fundamental, apareciendo en plano durante algunos de los mejores momentos de la película. “Para nosotras, simbolizaba poder mirar las cosas desde otro sitio y nos servía de anclaje para entender cómo iba evolucionando la cabeza de la protagonista”, ha contado Marta Nieto a Infobae España.