Hay muchos actores que cambian de registro. Esta misma semana se estrenaba Heretic (Hereje), en la que Hugh Grant dejaba a un lado su imagen de galán romántico para convertirse en un estremecedor villano dentro del cine de terror. Los casos pueden ser infinitos, intérpretes que han sido encasillados dentro de algún género y que intentan escapar de él para arriesgarse a probar otros registros.
Sin embargo, hacía tiempo que no veíamos un caso tan impactante como el de Daniel Craig. El intérprete británico ha pasado parte de su carrera instalado en el arquetipo de hombre duro que exudaba testosterona. Evidentemente, parte esta etiqueta tiene que ver con su larga etapa al frente de la franquicia de 007 interpretando a James Bond, pero también tenía que ver sus propias características físicas que acabaron por circunscribirlo a papeles de macho alfa.
Especialista en ‘machos alfa’
El actor tuvo que deambular por la más variada gama de películas hasta alcanzar la fama y asentar su estatus. Hizo todo tipo de cine, histórico, independiente, papeles anecdóticos en superproducciónes, hasta que comenzó a llamar la atención en Hollywood gracias a Camino a la perdición y, sobre todo a raíz de Layer Cake (Crimen organizado), la ópera prima de Matthew Vaughn en la que ya comenzó a perfilar su rudeza estética y sus carisma heterosexual.
Poco después conseguiría uno de los papeles más disputados dentro de la industria, el del agente con licencia para matar, relevando en el cargo al más refinado Pierce Brosnan. El actor ha estado ligado a la franquicia durante 15 años, desde Casino Royale (2006) a Sin tiempo para morir (2021), pasando por piezas de culto como Skyfall y componiendo una saga que ya forma parte de la cultura popular contemporánea.
A lo largo de toda esa larga etapa, protagonizó otras películas, pero la sombra de Bond parecía demasiado alargada. Solo pareció desquitarse de su imagen estereotipada en Puñales por la espalda, encarnando al detective Benoit Blanc, marcado por un tono muy irónico, dentro de un puzzle de misterios en el que por fin parecía relajarse y pasarlo bien después de haber estado tanto tiempo constreñido a su icónico personaje.
De James Bond a ‘alter-ego’ de William S. Borroughs
Sin embargo, su siguiente movimiento, nadie lo vio venir: convertirse en un homosexual cincuentón con problemas de adicción a la heroína en la nueva película de Luca Guadagnino, director de Rivales. El actor se mete en la piel de William Lee, un hombre que ahoga sus días y sus noches en alcohol y otras sustancias mientras busca contacto físico con personas de su mismo género para combatir la soledad.
La película, que se llama Queer y está basada en la novela homónima de William S. Burroughs, uno de los exponentes de la Generación Beat (aunque el propio escritor renegara de ella) junto a Allan Ginsberg y Jack Kerouac y que se caracterizó por su estilo experimental y lisérgico, dos características que se encuentran muy presentes en la adaptación que ha hecho Guadagnino, en la que encontramos desde viajes con ayahuasca a momentos carnales de una enorme potencia sensual.
En Queer, Daniel Craig se aleja de su imagen de seductor para componer un personaje autodestructivo y derrotado por la vida y sus circunstancias. Un cuerpo maduro que necesita contacto aunque no sea correspondido. En ese sentido, el actor se arriesga en toda una serie de escenas íntimas de lo más explícitas con el que se convertirá en su objeto de deseo, el misterioso Eugene (Drew Starkey). Pero no solo eso, su retrato humano resulta de lo más desolador y desgarrador, convirtiéndose sin duda en una de las grandes interpretaciones de su carrera.
Por esa razón ha sido nominado a los Globos de Oro en la categoría de mejor actor dramático junto a Adrien Brody (The Brutalist), Timothée Chalamet (Un completo desconocido), Colman Domingo (Las vidas de Sing Sing), Ralph Fiennes (Cónclave) y Sebastian Stan (The Apprendite. La historia de Trump). Gane o no, sin duda, Craig ha conseguido dar un nuevo impulso a su carrera al adentrarse en territorios indómitos a los que muy pocos se atreven dentro del ‘stablishment’.