El estreno de Nosferatu, la nueva película de Robert Eggers con Nicholas Hoult, Lily-Rose Depp, Willem Dafoe o Aaron Taylor-Johnson ha traído de vuelta al cine una de las historias más famosas, la del vampiro Drácula. Aunque el director ha explicado que su película trata más de readaptar el clásico de Bram Stoker que de repetir la película original, lo cierto es que las semejanzas siguen ahí, aunque la situación es muy distinta. Antes de convertirse en una de las grandes cintas del expresionismo alemán y una de las primeras representaciones cinematográficas del mito del vampiro, lo cierto es que la Nosferatu original estuvo envuelta de gran polémica, con reclamaciones legales e historias de vampiros de por medio.
El rodaje de Nosferatu: Eine Symphonie des Grauens como fue llamada originalmente (1922), estuvo dirigido por el alemán F. W. Murnau, y envuelto en una fascinante y accidentada historia que refleja las dificultades de hacer cine en los primeros días del expresionismo alemán. Esta icónica película de terror, basada libremente en la novela Drácula de Bram Stoker, enfrentó desafíos legales, creativos y técnicos que contribuyeron a su leyenda. Murnau y la productora Prana Film no obtuvieron los derechos para adaptar Drácula. En lugar de ello, modificaron los nombres de los personajes y detalles de la trama, incluyendo ligeros cambios con la intención de sortear cualquier litigio, cosa que no acabó sucediendo, pero que contribuyó a forjar su leyenda.
De esta forma, el vampiro pasó de llamarse Drácula a Conde Orlok, y la historia fue trasladada a Alemania en lugar de Inglaterra. Sin embargo, la viuda de Bram Stoker, Florence Balcombe, demandó a la productora por infracción de derechos de autor. El caso resultó en una orden judicial para destruir todas las copias de la película, aunque algunas lograron sobrevivir y ser distribuidas clandestinamente, lo que permitió que el filme se convirtiera en el clásico que es hoy día. Prana Film, la compañía detrás de Nosferatu, se declaró en bancarrota poco después del estreno de la película debido a los problemas legales con los herederos de Stoker. Fue la primera y única producción de la compañía. La falta de recursos financieros durante la producción también obligó a Murnau a tomar decisiones creativas para compensar las limitaciones presupuestarias.
Max Shcreck, uno de los primeros actores “de método”
El rodaje se llevó a cabo en varias ubicaciones en Alemania y Europa, incluyendo el castillo de Orava en Eslovaquia para las escenas en el castillo de Orlok. Las condiciones eran duras, con equipos técnicos rudimentarios y climas impredecibles que dificultaban las filmaciones en exteriores. Las jornadas de trabajo eran largas, y el equipo tuvo que lidiar con desafíos logísticos para transportar cámaras y equipo pesado a lugares remotos.
Max Schreck, quien interpretó al Conde Orlok, fue objeto de rumores y especulaciones durante años. Su caracterización era tan convincente y perturbadora que algunos miembros del público y la prensa especularon que realmente podría haber sido un vampiro. Se decía que no compartía tiempo ni espacio fuera de cámaras con el resto del equipo, y el rumor más difundido es que llegó a intentar morder a algún miembro o que se le pagaba en litros de sangre. Aunque estas teorías son infundadas, reflejan el impacto de su interpretación en la época, en lo que se podría considerar uno de los primeros actores “de método”, ya que permaneció durante el rodaje metido literalmente en su papel. En la película La sombra del vampiro (2000), se dramatiza esta idea, mostrando a Schreck como un verdadero vampiro contratado por Murnau. Una película en la que, curiosamente, el encargado de dar vida a Shreck no es otro que Willem Dafoe, presente ahora en el remake aunque en un papel muy distinto.
A pesar de los problemas, Nosferatu se destacó por su audaz cinematografía y efectos visuales innovadores. Murnau utilizó técnicas de cámara avanzadas para la época, como la exposición doble y el stop motion, para crear la atmósfera sobrenatural y los movimientos inquietantes del Conde Orlok. Estas innovaciones requerían mucho tiempo y precisión, lo que sumó más desafíos técnicos al rodaje. El estilo visual de Nosferatu está profundamente influenciado por el expresionismo alemán, caracterizado por el uso de sombras, ángulos extremos y decorados estilizados para evocar emociones y crear una atmósfera inquietante. Esto demandó un enfoque meticuloso en la iluminación y la puesta en escena, complicando aún más el rodaje.
Al igual que otras películas de terror icónicas, Nosferatu ha sido rodeada de historias sobre una supuesta “maldición”. Algunas anécdotas hablan de accidentes inexplicables durante el rodaje y del destino trágico de algunos de los involucrados en la producción, aunque muchas de estas historias son exageraciones o fabricaciones posteriores. Es cierto que tanto Murnau como Shreck fallecerían antes de lo esperado, el primero en un accidente y el segundo de un ataque al corazón, pero la película superó la mayor maldición de todas que no es otra que caer en el olvido. A pesar de sus problemas durante el rodaje y su difícil estreno, Nosferatu es considerada una obra maestra del cine mudo y un pilar del cine de terror incluso hoy día. La película marcó un antes y un después en el género, influyendo en generaciones de cineastas y cincelando el mito del vampiro añadiendo incluso nuevos elementos, como el hecho de que este muriese al ver la luz del sol. Su accidentada historia y su resistencia al olvido contribuyen a su estatus como uno de los clásicos más importantes y duraderos de la historia del cine.