La Marimorena es uno de los villancicos más conocidos de habla hispana. Por su ritmo alegre y animado y su melodía sencilla y pegadiza, es uno de los que más se escuchan al llegar estas fechas. Pero teniendo en cuenta que, en general, “marimorena” se utiliza para referirse a una fuerte pelea o trifulca, la mayoría debe suponer, al cantarlo, que está animando a que se desate una buena bronca por el simple hecho de ser Nochebuena.
Aunque tendría su gracia imaginar que las celebraciones navideñas del siglo XVIII —la época en la que empieza a extenderse este villancico— tenían que acabar, sí o sí, a puñetazo limpio, en realidad la marimorena que se arma no es la misma que la que protagoniza el villancico.
El origen de la expresión
En el Madrid de los Austrias, allá por el siglo XVI, existía una taberna en la Cava Baja que regentaban un tal Alonso de Zayas y una mujer llamada María que, o bien se apellidaba Morena o era conocida como “La Morena”. Cuentan las historias que María era localmente famosa por su fuerte carácter. Debía ser algo con pocos precedentes, dado que su nombre se ha convertido en sinónimo, no de pelea, sino de gran pelea. Todo un hito, desde luego, y siendo tabernera —con el añadido de que sus clientes pertenecían a generaciones marcadas por la guerra— lo más probable es que le hiciese mucha falta.
Según se dice, corría el año 1579 cuando un grupo de soldados entró en la taberna de María. Exigieron, sedientos, que se les sirviese el mejor vino del local, a lo que los taberneros se negaron, debido a que esas existencias estaban reservadas para una clientela más “selecta” y exclusiva, compuesta principalmente por miembros de la corte y otros funcionarios.
A los soldados no les sentó nada bien la negativa, por lo que acabó montándose una pelea en la que, de acuerdo con las historias, María dejó clara su naturaleza repartiendo para todos y como ninguno, con el apoyo de sus clientes habituales. Fue tal la bronca que acabó por llevar a María y Alonso a juicio, en el que se popularizó el término “armarse la marimorena” que, casi 500 años después, se sigue utilizando.
La Marimorena del villancico
Pero hay otra “Marimorena”: una de las muchas apariciones de la Virgen, con su propia leyenda. En particular, hace referencia a la Virgen de Montserrat: según las historias, unos pastores habrían visto una gran luz bajando del cielo seis sábados consecutivos del año 880, y llevaron consigo al rector de Olesa durante los cuatro últimos para que verificase el suceso.
Al enterarse de aquello, el obispo Gotmar, de Manresa, organizó una visita al lugar. Una luz que se adivinaba en una cueva de la montaña de Montserrat habría guiado a la comitiva a su interior, donde, de acuerdo con los testimonios, se encontraba una talla románica policromada del siglo XII: una bella representación en madera de álamo de la Santa María, con la tez oscura y ropajes dorados.
Esa tez oscura de la virgen le daría el mote popular de “La Moreneta”, y de ahí, supuestamente, lo de La María Moreneta, que daría lugar a la “Marimorena” tan conocida del villancico.
El obispo trató de hacerla trasladar procesionalmente a Manresa, pero al sacarla de la cueva, cuenta la leyenda que se volvió tan pesada que moverla se hizo imposible. Así, Gotmar interpretó la reticencia de la figura a ser extraída como la voluntad de la Virgen de quedarse en el lugar, por lo que mandó construir una capilla en la misma montaña, donde pudiera ser venerada.