El anuncio quedó opacado por la maestría del diseño que envuelve su tercer trabajo de estudio. El pasado miércoles, Amaia (Pamplona, 1999) anunciaba el lanzamiento de Si abro los ojos no es real, un nuevo álbum con el que regresa a la música después de Cuando no sé quién soy (2022). La portada del disco es una suerte de Cluedo: poco a poco, los seguidores de la cantante comenzaron a descubrir los easter eggs que ésta esconde. De un muñeco de Sylvanian Families -el juguete que vuelve locas a las centennials y que descansa sobre el borde de la cama-, a un total de 12 partituras que hacen referencia al tracklist del proyecto musical de la extriunfita.
Más tarde se acabaría cantando el bingo. Al alejarse unos metros de la pantalla o de la imagen, todos los elementos que aparecen en la fotografía adquieren la forma de la cara de la propia cantante, un efecto óptico exquisito que eleva el pilar artístico de su carrera. “La idea parte de Daniel, el director creativo, que me contacta con el objetivo de conseguir que se la vea a simple vista y entrecerrando los ojos, jugando así con el nombre del álbum”, explica Albert Gavalda (@albertgvld), diseñador que ha formado parte del proyecto, a Infobae España. Se refiere a Daniel 2000, de nombre Daniel Dalfó, miembro del grupo Mainline Magic Orchestra, músico y director creativo de Amaia, además de su actual pareja.
Gavalda, que estudió diseño audiovisual y lleva varios años trabajando como freelance en el ámbito de la publicidad, siempre había mostrado interés en proyectos de cross-media para elaborar “piezas únicas y honestas”. En el caso de la portada del disco de Amaia, fotografiada por Iñigo Awewave, “todas las referencias de este tipo de efecto que encontramos estaban hechas con inteligencia artificial”, una herramienta que preferían no usar. Ahora bien, fue la IA la que les marcó el camino para trasladar la fantasía visual “de la forma más física posible”.
Aunque a simple vista tenga un aspecto de corte minimal, su confección no fue nada sencilla. “Desarrollé decenas de imágenes de habitaciones con la cara de Amaia por medio de la IA para coger ideas de como podíamos llevar a cabo el efecto, y fuimos fijándonos en cuales eran los trucos para no hacerlo ni demasiado obvio ni demasiado imperceptible”, explica Gavalda a este medio. En Si abro los ojos no es real, la estructura facial de la pamplonica se (re)crea por medio de un juego de luces y sombras, y la presencia de bombillas o folios voladores.
“Desarrollé decenas de imágenes de habitaciones con la cara de Amaia por medio de la IA para coger ideas [...] no debía ser ni demasiado obvio ni demasiado imperceptible”
El furor que la portada ha generado se adscribe al magistral ejercicio visual y técnico de sus creadores. Ésta no solo presenta una armonía cromática, también vuelve a poner de manifiesto la importancia que hay detrás de un proyecto musical curado. Una vez que Gavalda había dado el primer paso creativo, comenzó a usar el 3D para conformar la imagen por medio de “libros, lámparas y mantas”, elementos básicos de cualquier hogar que le permitieron “bajar el concepto a ideas aplicables”. Es decir, hacer magia con objetos comunes.
Cuando llegaron al lugar que aparece en la carátula de Si abro los ojos no es real, Gavalda examinó el espacio de cara a la sesión fotográfica final junto a Marc Ferrer (set designer), Iñigo y Margaux (producción). “Hasta ese momento todavía había dudas de que realmente pudiéramos conseguir plasmar el efecto de forma efectiva y bonita, ya que la IA muchas veces hace cosas que son físicamente imposibles”, explica el diseñador. El resultado final, óptimo y preciso, lo achaca a la “coordinación” que hubo entre todas las partes involucradas, entre ellas la propia Amaia. Tenían que ir todos a una con una idea clara de qué se quería hacer y conseguir.
“Teníamos dudas de que realmente pudiéramos conseguir plasmar el efecto de forma efectiva y bonita, ya que la IA muchas veces hace cosas que son físicamente imposibles”
El día del shooting la cámara no dejó de hacer sonar el flash: “recorté, edité y junté todo lo que nos interesaba de cada foto y añadí algún elemento en 3D”, explica. En enganche de bolillo virtual cuenta, así, “con más de 20 capas distintas”, la pesadilla de cualquier adepto a Photoshop. Para acabar, Jose Luís, de Blackroom Studio, le dio el toque final. “No usamos IA para la imagen final porque el reto era poder hacerlo en físico, pudiendo controlar y decidir exactamente los elementos que queríamos que formaran parte de la imagen para construir una iconografía acorde a Amaia”, concluye Gavalda.