‘Cien años de soledad’, la adaptación imposible de la obra de García Márquez que se convierte en una serie fiel a su espíritu torrencial

Se ha estrenado en Netflix la primera parte de esta ambiciosa producción latinoamericana sobre el clásico del realismo mágico por antonomasia

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Bienvenidos a Macondo, el pueblo mítico que comenzó con veinte casas de barro a la orilla de un río donde el realismo mágico cobró vida y la familia Buendía empezó su historia. Una historia sobre las adversidades de los amores imposibles, las confrontaciones con un pasado que sigue sus huellas y una maldición que los condena. Basada en la obra cumbre de Gabriel García Márquez llega la serie Cien años de soledad. Disponible el 11 de diciembre. (Crédito: Netflix)

Siempre se ha dicho que la obra de Gabriel García Márquez no se podía trasladar a imágenes, que su narrativa poética no era adaptable. Muchos lo han intentado y pocos han salido airosos. Eso sí, nadie se atrevía a tocar su gran novela, Cien años de soledad, con la que instauraría parte de las bases del realismo mágico latinoamericano en los años del ‘boom’.

Ahora, la adaptación de Cien años de soledad es ya una realidad y, su primera parte, que consta de ocho episodios, acaba de aterrizar en Netflix. La han supervisado las únicas personas que podían enfrentarse a ese reto o, lo que es lo mismo, los propios hijos del autor, con Rodrigo García a la cabeza, que se ha embarcado en esta ambiciosa producción que contaba con el handicap de abarcar un relato inabarcable y de capturar una esencia intangible sin traicionar el espíritu original.

El formato serie, en este caso, se adaptaba a la perfección a las necesidades de la obra dada su caudalosa narrativa y quizás por eso, más que una ficción de dieciséis episodios, podría considerarse como un conjunto que va fluyendo más allá de cualquier cuestión capitular, algo fundamental ya que el libro se caracterizaba, precisamente, por su estructura no lineal (aunque aquí sí la tenga y se establezca una cronología), así como la constante fusión de realidad y fantasía, de manera que ambas convivían de manera armónica.

Una adaptación sabia y rigurosa

Susana Morales como Úrsula Iguarán en Cien Años de Soledad'. Cr. Mauro González /Netflix ©️2024
Susana Morales como Úrsula Iguarán en Cien Años de Soledad'. Cr. Mauro González /Netflix ©️2024

Cien años de soledad, la serie, no podía empezar de otra forma que no fuera la célebre frase de apertura de la propia novela. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota que su padre lo llevó a conocer el hielo”.

A partir de ahí, nos sumergiremos en la historia de la familia Buendía a través de varias generaciones, comenzando por el patriarca José Arcadio Buendía, que fundaría la ciudad de Macondo de acuerdo a una serie de principios que, a lo largo de las líneas de sucesión, se irán desmoronando hasta caer en la decadencia moral más profunda, en clara resonancia a la propia historia del país del escritor.

¿Cómo poder exponer de forma clara para el espectador todos los personajes de una novela que casi necesita tener a un lado el árbol genealógico para no perderse? Era una de las tareas más complicadas y, lo cierto, es que se consigue que cada uno de ellos adquiera su espacio y su personalidad y que se siga de forma intuitiva el relato sin por caer en la simplificación.

Marleyda Soto como Úrsula Iguarán in Cien Años de Soledad. Cr. Mauro González /Netflix ©️2024
Marleyda Soto como Úrsula Iguarán in Cien Años de Soledad. Cr. Mauro González /Netflix ©️2024

Capturar la magia que desprendía la prosa también era complicado, pero se nota la dedicación que hay detrás de cada fotograma para que el resultado sea lo más fiel y honesto con el material de partida. Puede que no sea suficiente (quizás no lo sea), pero desde luego es la mejor adaptación que se podía hacer, respetuosa, contundente, telúrica y con un torrente de imágenes que, como las páginas del libro, van llenando nuestra cabeza de elementos imaginativos inauditos.

Se nota una especial delicadeza a la hora de componer las elipsis, de un enorme refinamiento, así como los fuera de campo, la naturalidad de las interpretaciones y la forma en se integran los presagios, los malos augurios, los sueños y las alucinaciones en el tejido narrativo.

Y, aunque sea obvio decirlo, no deja de ser un logro que la serie esté hablada en español, sea una producción autóctona y se ambiente en Colombia, tal y como al escritor le hubiera gustado.

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