Los Globos de Oro alcanzan su edición número 82 y con ella, parecen dispuestos a dejar atrás todas las polémicas que los han acompañado en los últimos años y que estuvieron a punto de terminar con su existencia.
Los premios que otorga la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA) han estado en el ojo del huracán durante los últimos años y han sido acusados, entre otras cosas, de tráfico de influencias, han estado relacionados con escándalos sexuales y han sido criticados por la falta de diversidad en sus nominaciones.
Así, parece que su proceso de selección, que se había cuestionado, ha sufrido un conato de renovación, al igual que ocurrió en los Oscar que, a su manera, también han intentado modernizarse después de movimientos como el Me Too, el Black Live Matters o el Stop Asian Hate.
Los Globos de Oro más inclusivos
Ahora, le toca el turno a los Globos de Oro y lo cierto es que las nominaciones de esta edición han resultado sorprendentes por su pluralidad. La mayoría de las películas no forman parte del sistema de estudios tradicional de Hollywood sino que corresponden a producciones independientes no norteamericanas.
Es el caso de la cinta con un mayor número de nominaciones, Emilia Pérez, hablada en español y de procedencia francesa, que tiene una protagonista transexual (interpretada por la española Karla Sofía Gascón) y que se convierte en una mezcla explosiva entre musical y drama de denuncia en el que además, participa la estrella pop Selena Gomez.
La segunda película favorita también está dispuesta a romper los esquemas ya desde su duración, más de tres horas y media, y por tratarse de un ‘biopic’ de un arquitecto de los años cuarenta de origen húngaro. Su director, Brady Corbet, al que conocíamos por su faceta actoral (había trabajado con Michael Haneke, Lars Von Trier o Gregg Araki), se ha convertido en una de las grandes sorpresas de la temporada por la ambición y la contundencia de su proyecto, que dejó a todos pasmados en el Festival de Venecia, donde alcanzó el León de Plata a la mejor dirección.
Estaba claro que la Palma de Oro del Festival de Cannes iba a estar presente en esta temporada de premios. Anora, de Sean Baker no deja de ser una apuesta inusual dentro de un ‘mainstream’ que precisamente se encarga de rechazar y de criticar. Parte de su reparto habla en ruso y, como la mayor parte de las películas del director, se encarga de criticar la imagen convencional del sueño americano, así como de reivindicar a los personajes al margen, como la joven ‘stripper’ que encarna Mikey Madison, una de las sorpresas a nivel interpretativo del año gracias a su frescura. La otra cara, la de la ‘stripper’ madura, también la representa Pamela Anderson y su ‘comeback’ con The Last Showgirl, de Gia Coppola.
Obras e interpretaciones audaces alejadas de convencionalismos
¿Y qué decir de La sustancia? Un film de body-horror abiertamente feminista que contiene algunas de las escenas más polémicas de la temporada, sobre todo las que corresponden a un final de lo más ‘gore’. Además, ha servido para reivindicar a Demi Moore en un papel de lo más satírico con su propia imagen y la carrera que construyó en los años noventa donde el físico era lo más importante.
También ha sorprendido la inclusión de la cineasta de India Payal Kadia, que competirá al Globo de Oro a la mejor dirección junto a Jacques Audiard, Brady Corbet, Sean Baker, Edward Berger (Cónclave) y la responsable de La sustancia, Coralie Fargeat. Kapadia ganó en el Festival de Cannes el segundo premio en importancia después de la Palma de Oro, el Gran Premio del Jurado, con la preciosa La luz que imaginamos, la vida de varias mujeres en el Mumbai contemporáneo.
En las categorías de interpretación, encontramos buenos ejemplos de riesgo kamikaze, como el de Nicole Kidman en Babygirl, reinterpretación en clave femenina de los thrillers eróticos de los años noventa o el de Daniel Craig, que de ser icono de la masculinidad en su era James Bond, ahora encarna a un homosexual con numerosas escenas de sexo en Queer, de Luca Guadagnino, que también estará presente en los galardones con el drama deportivo ‘pop’ Rivales.
Además, Sebastian Stan, también ha conseguido su plaza por encarnar a un joven Donald Trump en The Apprentice. La historia de Trump, sátira política de Ali Abbasi. Y, después de todo tipo de polémicas sobre si era o no el actor adecuado para ponerse en la piel de Bob Dylan, Timothée Chalamet encuentra su plaza gracias a A Complete Unknown.
Por supuesto, también encontramos éxitos de taquilla como Gladiator 2, pero mucho menos representación de lo que se esperaba y, en ese sentido, la película popular más nominada ha sido Wicked, por la que la cantante Ariana Grande y la actriz Cynthia Erivo, han sido seleccionadas en sendas candidaturas.
Lo que está claro es que no se trata de unas nominaciones conservadoras como se podría haber esperado y que han roto un buen puñado de esquemas a la hora de reivindicar un tipo de cine más valiente y arriesgado, lo que hace augurar el anuncio de las candidaturas a los Oscar sean más impredecibles que nunca.