“Querían adaptar una novela del siglo XX escrita por una mujer y rápidamente pensamos en Nada”, cuenta. El reto que se le posó a Beatriz Jaén, directora de la obra, no era nada sencillo: llevar -por primera vez- al escenario una de las grandes novelas literarias en español, ganadora del Premio Nadal en 1944. La dramaturga, madrileña de 35 años, se apoyó en Joan Yago, con quien ya había trabajado en Breve historia del ferrocarril español (también parte del programa del Centro Dramático Nacional en 2024), para convertir el relato magnánimo de Carmen Laforet en un espectáculo que mantuviese la esencia existencialista de su título.
“Hemos sido tan fieles que no nos hemos dejado casi nada, por eso es larga”, bromea Jaén en una entrevista con Infobae España sobre la duración de la representación, que supera las tres horas. “Resulta muy complicado eliminar cosas de novela porque todo es un paisanaje y para entenderla tienes que abarcarlo todo”, añade. Aunque la dramaturga admite que siente “el rumor” en la sala al anunciarse los más de 180 minutos de representación, “también noto un silencio muy grande” a lo largo de toda la obra, “y eso me alegra porque veo pocos móviles encenderse en la función”. La obra teatral encara sus últimas semanas -estará en el Teatro María Guerrero hasta el 22 de diciembre- con todas las localidades vendidas. Para la directora, la adaptación debía contener “el dolor, la precariedad, la miseria que deja que se abra hueco a las nuevas experiencias, a la juventud, a ese grito generacional que se cuela entre los muebles y sus familiares”.
Jaén y Yago tenían claro que, para mantener la esencia del relato de Laforet, debían mantener el peso que Andrea, la protagonista de la obra, tiene en Nada. “Queríamos darle mucha importancia a su narración, no quisimos ser intrusivos”, explica la directora a este medio. “La gente hace el viaje de madurez con ella”, cuenta. Desde su caótica llegada a Barcelona, a las escenas que moldean un crecimiento con el que se despide de la inocencia. Para conformar los espacios que moldean la personalidad de Andrea (protagonizada de forma magnánima por Júlia Roch), Jaén se basó en una de las frases que más le marcó de la novela: ‘Me encontré con un paisaje con un ambiente endiablado de muebles y personas’. “Ese es el motor de casi toda la obra”, dice.
“Aunque noto el rumor cuando se anuncia que la obra dura tres horas, también noto un silencio muy grande durante la representación, y eso me alegra porque veo pocos móviles encenderse” | Beatriz Jaén, directora de ‘Nada’
La narración y los diálogos “son frases cogidas de la propia obra”, lo que hace que el espectáculo teatral sea aún más fidedigno a los ojos de los espectadores que vienen con Nada bajo el brazo. “Es una adaptación muy rica en ese sentido, es casi una reescritura, porque la gente siente que está releyendo la novela”, relata Jaén. La directora quiso mantener muy vivos y latentes algunos de los elementos que conforman la grandeza del título que Laforet escribió con solo 22 años: la amistad, las heridas de la guerra, la precariedad o el hambre.
“La amistad entre Andrea y Ena es lo que más me llama la atención de la novela y es lo que más me gustó cuando me la leí, porque me pareció lo más moderno, transgresor y emocionante”, cuenta emocionada Jaén. La dramaturga admite “conectar” mucho con dicha parte de la historia porque puede trazar una a su realidad. “Sin mis amigas no sería nada, con ellas la vida tiene sentido”, añade. La directora de Nada considera que una de las claves que han llevado a la novela de Laforet a ser considerada como uno de los clásicos imprescindibles de nuestra literatura es su “canto de amistad entre mujeres”, un tema que no se solía abordar en las obras escritas por ellas en aquella época (relegadas a la faceta de la novela rosa). “Es revolucionario y vital”, apostilla.
Otro de los elementos que Jaén quiso mantener intactos, pese a las dudas iniciales, era las escenas en las que se muestra la violencia de género entre Juan y Gloria, pues “es increíble cómo está descrita en el libro”: con valentía y crudeza, y sin esconder los aspectos que la convierten en un claro ejemplo del machismo sistémico hacia las mujeres. El último es “cómo el dolor de la guerra les atraviesa a todos”. Para ella, “lo bonito de Carmen Laforet es que es súper moderna y súper valiente por describir una paliza en la novela o amistades que son un poco confusas y cuyos límites son inciertos”.
La amistad entre Andrea y Ena es lo que más me llama la atención de la novela y es lo que más me gustó cuando me la leí, porque me pareció lo más moderno, transgresor y emocionante | Beatriz Jaén, directora de ‘Nada’
“A Laforet la ha rodeado una fama equivocada”
Beatriz Jaén se muestra emocionada al hablar de los familiares que han acudido al Teatro María Guerrero para ver la obra de su madre o abuela cobrar vida. No en vano, uno de los cuadros que el personaje de Juan ‘pinta’ sobre el escenario está cedido por Agustín Cerezales Laforet, hijo de la autora. La dramaturga cree que Nada supuso un “chispazo” en la literatura por su forma de presentar a una protagonista muy alejada del perfil de mujer que solía tener la voz cantante en las historias de la época. “Creo que la gente se quedó muy sorprendida con que una escritora de 22 años escribiera una novela así de cruda y bella”, relata.
La directora admite que la “complejidad y modernidad” de Andrea “abrió un mundo de posibilidades al resto de escritoras que vinieron después”. Además, considera que la fama que Laforet atesora, “aquella de que escribió Nada y se quedó en Nada”, no es “verdad”, pues luego escribió La insolación, que considera “una maravilla”, o La mujer nueva, “una delicia por cómo está escrita”.
“Carmen Laforet abrió un mundo de posibilidades al resto de escritoras que vinieron después” | Beatriz Jaén, directora de ‘Nada’