Se llama Paola Caracciolo (Buenos Aires, 1977), pero es más conocida por su seudónimo Pola Oloixarac. Se dio a conocer en el panorama literario con su novela Las teorías salvajes (2008), convirtiéndose en una de las principales voces de la nueva generación de autoras argentinas y, a lo largo de su trayectoria, ha simultaneado la escritura con el periodismo.
Una de sus investigaciones o trabajos de campo, precisamente ha dado lugar a Bad hombre (Random House), su última novela, un híbrido entre ensayo y thriller detectivesco en torno a la cancelación como reverso oscuro de #Me Too que conecta, de manera casi milagrosa, con la actualidad tras casos mediáticos como el de Iñigo Errejón y los movimientos populares #Seacabó o los testimonios anónimos recogidos en la cuenta de Instagram de Cristina Fallarás.
¿Tienen las mujeres la capacidad de destruir a los hombres? ¿Está el género femenino harto de continuas ofensas y abusos y, por tanto, se convierte en una fuerza vengativa? La autora se encarga de establecer un paralelismo con deidades del mundo antiguo regidas por fuerzas atávicas y la era de las nuevas tecnologías para componer un libro que plantea cuestiones incómodas dentro del mundo en el que vivimos.
Una escritora convertida en detective
¿Cómo comenzó esta investigación que dio lugar a Bad hombre?
Me impresionó mucho cuando me invitaron a formar parte de un grupo literario en Estados Unidos y, como condición, tenía que aceptar que alguien al que yo conocía era un violador. Yo me puse del lado de las posibles víctimas, pero nadie me quiso dar ningún dato. Por aquel entonces yo no conocía la palabra ‘cancelación’, porque estamos hablando de 2017.
A partir de ese momento me volví un poco detective para entender toda esta situación que me parecía muy extraña. Ese fue el primer caso y, luego, comenzaron a invitarme a sumarme a escraches contra hombres. Me di cuenta de que había una presión social al respecto para que se materializara una especie de castigo y que era un material literario muy potente en torno a la verdad dentro del mundo en el que vivimos.
Sin embargo, el punto de partida puede resultar algo controvertido desde la perspectiva femenina, porque se cuestiona la veracidad de los testimonios de las mujeres
Me parecía un espacio para explorar los espacios entre blanco y negra. A mí me importa mucho la causa de las mujeres y la defensa de sus derechos. Mi propia tía abuela fue asesinada a golpes. Así que me interesaba interpelar cómo estaban funcionando ahora los mecanismos de apoyo. ¿De verdad nos benefician o lo único que hacen es legitimar a los hombres? Por un lado, las redes funcionan para activarse, para destruir a alguien o para protegerlo. Pero también, en el momento que esa persona es extirpada, me da la sensación de que solo sirve para que otro hombre se beneficie, que se creen más falsos aliados y eso solo hace que se mantenga el machismo estructural. Son preguntas incómodas, pero son necesarias para seguir mejorando el feminismo y proteger mejor a las mujeres, porque evidentemente siguen habiendo cosas que no funcionan.
¿Qué cosas cree que no funcionan dentro del feminismo?
Creo que la idea de ‘esencializar’ al hombre como violador y a la mujer como víctima dentro del último feminismo ‘woke’ es complicada.
Cómo se relación ‘Bad hombres’ con el Caso Errejón
¿Tiene que ocurrir algún caso mediático para que se aborden estos temas?
Claro, es lo que ha ocurrido con Íñigo Errejón, que él mismo utilizaba el feminismo a su conveniencia y a mí eso me parece demencial porque no les podemos seguir el ritmo a estos señores. El feminismo es nuestro, y no tiene nada que ver con el de los machos que están en el poder.
Usted empezó a trabajar en el libro en 2017 y se publica en España precisamente en un momento tumultuoso al respecto
Me parece muy interesante que estas cosas sirvan para abrir debates, para seguir repensando el feminismo, que no se puede cerrar en una posición porque siempre está mutando. Todo el tiempo vemos como hay olas de feminismo que van y vienen. Tuvimos una ola puritana importada de Estado Unidos y me parece que fue aprovechada por los poderes políticos, para que gente como Íñigo Errejón se pusieran en el rol de sumos sacerdotes para decir cómo teníamos que actuar. Y justo ahora vemos cómo se les caen las caretas y las sotanas. Es tan la hipocresía que han aprovechado nuestra causa para seguir cometiendo sus excesos. ¿A quién le sirve este feminismo? A las mujeres, desde luego que no, me da la sensación de que solo protege a los hombres. Y es el momento de pensar en todo eso.
¿Qué le parecen las redes de apoyo, como la de Cristina Fallarás?
A mí me parece interesante el trabajo de Cristina Fallarás, lo veo como una especie de taller literario del trauma donde las mujeres pueden compartir cosas. A veces son delitos, a veces no, pero todas son forma de abuso o estafa moral. También ha aparecido una cuenta sobre víctimas dentro del sector editorial. Está bien poder leernos, poder compartir para ver cómo puede ser el nuevo feminismo, el que sea solo para nosotras, y que nadie venga a decirnos lo que está bien o mal.
Feminismo y política
Precisamente el título del libro hace referencia a la forma en la que Donald Trump llamaba a los hombres latinos durante su primer mandato. Y ahora acaba de ganar de nuevo las elecciones
Un hombre que ha sido condenado por abuso... y eso a nadie le ha parecido importante. Creo que la victoria de Trump tiene que ver con devaluación que sufre el feminismo, justamente por esas actitudes tan extremistas y por la forma en la que los demócratas se encuentran asociados al movimiento. Y mucha gente reaccionó frente a eso, ha habido como un rechazo. Ni siquiera Kamala Harris ha hecho campaña como feminista, no ha sido una bandera que haya enarbolado en ningún momento porque sabía que no le iba a funcionar.
También se ha hablado mucho de que muchas de las minorías, como la latina, han preferido apoyar a Trump
Es tan simple como esto, los demócratas nos ven como a una minoría ‘racializada’ y los republicanos te interpelan. Esa gente que votó a Trump, latinos, tienen papeles y se sienten norteamericanos y él les habla como tal. Por eso lo votan. En ningún momento, la creación de estas micro identidades que quisieron establecer los demócratas funcionó, porque en el fondo los dejaba fuera. Hay como una especie de racismo benevolente en el que las minorías son como invitadas a participar. Y eso es lo que ha funcionado, no la construcción identitaria intelectualizada.
Pero Trump también ha bebido del populismo. Usted que es argentina, ¿ve alguna relación con el ascenso al poder de Javier Milei?
Yo creo que mucha gente votó a Milei convencida de que no podía seguir apoyando más al kirchnerismo. No creo que hubiera una fascinación por Milei como tal, sino que el modelo económico anterior no se podía sostener por más tiempo. Al principio parecía un títere, pero terminó traicionando a todos para hacerse con el poder y desde ahí, ha hecho alarde de esa actitud mafiosa que nos es tan cercana a los argentinos, del quien está a mi lado o no, representando un nuevo populismo que se ejerce a la fuerza y eso siempre parece que se respeta.
Una actitud política que conecta con la de Trump
A la gente de Silicon Valley les encanta Milei, porque él está a favor de los monopolios. Así que les parece encantador que un sudamericano loco los apoye en su sistema capitalista.
¿Se puede sacar algo bueno de todo este panorama?
Yo soy optimista, creo que los debates, que cada vez sean más abiertos para, no sé, conseguir un feminismo más justo para las mujeres y no para los machos de turno.