Pocas partituras hay en la historia del cine tan reconocibles como la de Tiburón. Con tan solo escucha un par de notas, casi cualquier espectador es capaz de asociar ese sonido al del gigantesco animal de la película de Steven Spielberg. Aquella película, que suponía la segunda colaboración entre el director y el músico John Williams, marcó un antes y un después en la historia del cine, pero también en la relación entre ambos artistas. Y eso que todo comenzó con un gran malentendido.
Tal y como se cuenta ahora en el documental La música de John Williams, disponible en Disney+ desde el pasado 1 de noviembre, la historia de cómo la partitura de Williams llegó a Spielberg bien merece su propia película. En el documental dirigido por el francés Laurent Bouzereau, el propio Spielberg hace aparición para relatar cómo es su relación con el afamado compositor, autor de partituras que ya son historia del cine como Superman, Harry Potter, Star Wars o Indiana Jones. Sin embargo, antes de convertirse en uno de los dúos más exitosos del cine comercial, Williams y Spielberg pasaron por un momento algo extraño, precisamente a cuento de la partitura de Tiburón.
Spielberg ya era fan de Williams incluso antes de conocerle, ya que le había entusiasmado su trabajo en Los rateros, una película de Steve McQueen basada en una novela de William Faulkner. El director de Salvar al soldado Ryan se acercó al músico durante un almuerzo sorpresa en los estudios de Universal, donde Spielberg no dudó en aproximarse y proponer una colaboración a Williams. Su primer trabajo juntos fue en Loca evasión, la road movie protagonizada por Goldie Hawn. No obstante, su primer gran éxito -y el que le valdría a Williams su segundo Oscar tras El violinista en el tejado- fue en Tiburón. Una película para la que Spielberg tenía otra música en mente.
Duelo de tiburones
En el documental se cuenta que, cuando Williams le interpretó el icónico tema a Spielberg, este se echó a reír. No pudo haber sido el tema principal de la película, ¿verdad? Él, que imaginó una melodía más épica y mucho menos despojada. “John Williams tiene un gran sentido del humor. ¡Pensé que estaba bromeando!”, confiesa Spielberg en el documental, hablando con Williams, y rememorando su primera impresión tras escuchar aquellas notas. “Me dije: ‘Dios mío, no tendremos orquesta, habrá un piano y Johnny tocará algunas notas bajas’. Me dijiste que escuchara con atención. Y terminé entendiendo que tu idea era genial”, admitía el cineasta frente al músico. Sin embargo, esa no es la única revelación que el director de E.T. El extraterrestre realiza durante el documental.
El cineasta revela que ni siquiera estaba del todo satisfecho con “su tiburón”, a saber, el animal mecánico que tenía para representar el real, una colosal construcción cuya presencia terminó reservando casi hacia el final de la película, jugando solo con que esta se intuyese. Una idea para la que sin duda ayudó la música de Williams, que consistía más en generar un miedo inquietante, y que a la postre fue lo que hizo del tiburón algo más aterrador, porque no sabías en ningún momento cuándo podía aparecer. “Mi tiburón no funcionó. Y no me di cuenta de que John me iba a regalar un tiburón que funcionaba gracias a la música. Su tiburón musical era mucho más eficaz que mi tiburón mecánico”.