Si hay algo que le gusta a Miguel Herrán, es un personaje que le plantee un gran reto como actor, ya sea este ficticio o real. Desde que el joven malagueño fuese descubierto por Daniel Guzmán cuando este buscaba por Madrid al protagonista de su película A cambio de nada, mucho ha cambiado. Pero diez años después de aquello, Herrán continúan con el mismo talento y desparpajo, dispuesto a poner rostro y voz a personajes en los márgenes en la sociedad, adolescentes rebeldes y ladrones de poca (y gran) monta. Tras su ya icónico Rio de La casa de papel, Herrán ha vuelto a la carga con un nuevo gran reto, el de dar vida a uno de los ladrones más famosos de la historia de España, el Rubio.
El Rubio —apodo de José Juan Martínez— fue el líder del asalto al Banco Central de Barcelona que tuvo lugar el 23 de mayo de 1981, tan solo tres meses después del fallido intento de golpe de Estado por parte de Antonio Tejero, el 23-F. Este asalto, que es el que ahora da pie a la serie de Netflix Asalto al Banco Central, tuvo al Rubio como gran protagonista, pero fue solo una cortina de humo para algo mucho mayor. O, al menos, eso es lo que aseguró más tarde el Rubio desde prisión, donde apuntaba hacia una gran conspiración por enterrar toda la verdad acontecida el 23-F. El Rubio, que está cerca de salir de la cárcel, tuvo la oportunidad de verse con Herrán durante la producción de la serie, aunque es mejor que sea él quien lo cuente.
“No llegué a conocerlo del todo, pero sí tuvimos un pequeño encuentro. El Rubio me dijo que le gustaba cómo andaba, que había capturado muy bien su chulería”, reconoce Herrán a Infobae España con motivo del estreno de la serie de Netflix, que a través de cinco episodios aborda el caso desde varios puntos de vista. Uno de ellos es el del personaje de Herrán, el Rubio, pero también está el de los periodistas Berni (Hovik Keuchkerian) y Maider (María Pedraza), quienes se adentran de lleno en una investigación a contrarreloj. Mientras tanto, el Gobierno hace lo propio para desarticular el que fue el mayor atraco con rehenes en la historia de España.
Calparsoro, el director más rápido del planeta
Pero si un buen atraco necesita de un gran atracador, y un gran reportaje necesita de buenos periodistas, una serie requiere de un director a la altura. Y Netflix no ha acudido a otro que a Daniel Calparsoro, que si de algo sabe es de atracos, pues filmó una de las mejores películas españolas de atracos, Cien años de perdón. “Ya había trabajado algo similar en Cien años de perdón y tengo debilidad por los atracos”, confiesa junto a Herrán durante la entrevista, con el que ya trabajó en Hasta el cielo. De hecho, aquella película con Luis Tosar, José Coronado y Raúl Arévalo guarda un gran paralelismo con Asalto al Banco Central, pues también el robo es un hilo de fondo para un trasfondo político mayor.
Tal y como le sucediera con Todos los nombres de Dios, para la que tuvo que paralizar toda la Gran Vía y rodar en apenas horas una gran secuencia, Calparsoro ha tenido que concentrar todos sus esfuerzos en muy poco tiempo, para sacar adelante una serie que ha pasado por Barcelona, Madrid y hasta Segovia. Conocido por su gran capacidad para desenvolverse en situaciones de tensión y gran presión, Calparsoro se sirvió en gran medida de un concienzudo ejercicio de documentación, en el que fue clave el guionista Patxi Amezcua.
“Él es muy humilde y no lo va a decir, pero lo digo yo: Daniel es el director más rápido que conozco”, suelta entre risas Herrán, quien en seguida matiza que no es rápido en un sentido negativo, sino que también permite al actor llevar sus propios tiempos. Con respecto a si esta serie puede reabrir ciertos debates y teorías de la conspiración, el actor lo tiene claro: “Las conspiraciones tienen mucho que ver con la religión, es ese algo que mucha gente necesita de ello para darle un sentido a su vida”. “El ser humano es egocéntrico por naturaleza, cuando la realidad es que no somos distinto de una rata o un pez”, secunda Calparsoro, quien ha vuelto a demostrar por qué son el tándem perfecto para mezclar atracos con un poco de historia.