Diego San José, creador de la serie ‘Celeste’, en la que Carmen Machi interpreta a una inspectora de Hacienda: “Quería ir en contra del algoritmo”

Hablamos con el responsable de la nueva apuesta de Movistar Plus+, que se aleja de los convencionalismos para proponer una original mezcla entre comedia, drama y thriller sobre la evasión de impuestos

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Carmen Machi encarna a Sara Santano, una inspectora de Hacienda que investigará a la estrella del pop latino Celeste. Una serie creada por Diego San José y dirigida por Elena Trapé.

Diego San José formó durante años junto a Borja Cobeaga uno de los tándem más gloriosos de la comedia española. Juntos fueron responsables del programa de culto Vaya semanita, de las películas Pagafantas, No controles o, más tarde, Fe de etarras, aunque su gran éxito a nivel masivo llegaría con Ocho apellidos vascos, gracias a la que consiguieron que los guionistas por fin fueran reconocidos en su faceta autoral.

La pareja poco a poco fue concentrándose en sus proyectos particulares, como ocurrió con Diego San José y su tríptico Vota Juan, Vamos Juan, Venga Juan, una magnífica sátira política protagonizada por Javier Cámara.

Ahora, el creador va un paso más allá con Celeste (Movistar Plus+) en la que se aleja completamente de la comedia convencional para componer una de las ficciones más originales y arriesgadas de la temporada gracias a su mezcla inesperada de humor triste y thriller costumbrista.

Una inspectora de Hacienda como protagonista de una serie

Carmen Machi en 'Celeste', de Diego San José. (Movistar Plus+)
Carmen Machi en 'Celeste', de Diego San José. (Movistar Plus+)

Pregunta: Siempre ha fijado su atención en personajes de nuestra sociedad que no suelen ser los típicos protagonistas de las ficciones, ¿cómo se le ocurrió centrarse en una inspectora de Hacienda?

Respuesta: Yo creo que es la primera vez que se hace una serie sobre un inspector de Hacienda. Cuando empezamos a desarrollarla, no encontramos referentes en ningún sitio, así que sí que es algo inédito. Pero, sobre todo, ocurre una cosa que a mí me apetecía mucho poner en práctica: hacer una serie que no se acomodara a los oficios típicos, a las edades habituales, a los físicos normativos. En definitiva, quería hacer una serie que fuera en contra del algoritmo, en la que hay gente madura, no especialmente carismática, con trabajos grises en ubicaciones no especialmente bonitas. La producción audiovisual convencional hubiera contado la historia de la estrella del pop, la de Celeste, pero esa no era la intención. Como guionista, prefiero el gotelé a los chalets de lujo de Miami.

P: ¿Cómo se informó sobre el procedimiento que llevan a cabo los inspectores de Hacienda?

R: Creo que en esta ocasión la fase de documentación ha sido de las más especiales que he tenido, porque no recordaba acercarme a un mundo del que yo supiera menos a nivel técnico que toda la cuestión tributaria. Así que le dediqué más tiempo que nunca y me asesoré para que todo estuviera bien dicho y planteado. Pero también me interesaba a nivel personal cómo eran esas personas que se dedicaban a eso, porque me fascinaba que fuera una profesión que odie todo el país. Porque todos sabemos que hay dos Españas, pero si hay algo que las une es su miedo a los inspectores de Hacienda. Así que me senté con algunos de ellos para que me explicaran cómo se sentían.

P: ¿Y qué le dijeron?

R: Pues eso, que siempre intentan ocultar a lo que se dedican. Si van a una boda, por ejemplo, y se sientan en una mesa con ocho personas, probablemente una de ellas tenga un problema con Hacienda, así que se pueden generar situaciones incómodas. De hecho, hay una cosa que es curiosa. En nuestro equipo, nadie conocía a ningún inspector de Hacienda, y estadísticamente eso es imposible. Así que probablemente en algún momento de mi vida haya conocido a alguno, pero no sabía a a lo que se dedicaba (ríe). Es muy raro que haya un perfil profesional que es lo que más se asemeje en la vida real a ser Robin Hood, porque la función que tienen es quitar a los que más tienen para dárselo a los que menos tienen. Pero quitando esa poesía de la narrativa, resulta que son lo contrario, que son considerados como ladrones. Un inspector real me dijo una frase muy ‘jodida’: que la gente prefiere encontrarse un bulto en la ingle que una carta de Hacienda en el buzón.

¿Está basada ‘Celeste’ en el caso ‘Shakira’?

Andrea Bayardo en 'Celeste', de Diego San José. (Movistar Plus+)
Andrea Bayardo en 'Celeste', de Diego San José. (Movistar Plus+)

P: Desde el principio, la gente asoció esta serie con el caso Shakira, ¿fue intencional?

R: Supongo que funciona más como estrategia. En realidad, siempre me he intentado alejar de eso, porque en la serie el espectador no va a encontrar precisamente esa historia, no hay elementos sensacionalistas ni de la prensa rosa. La serie se titula Celeste, pero trata sobre quién no es Celeste, trata de Sara Santano, que es una inspectora de Hacienda que no tiene nada que ver con Shakira, que vive en un mundo opuesto al de ella.

La sinopsis puede remitir a ese caso, pero cuando ves el primer capítulo te das cuenta de que la serie va por otros caminos. Seguramente una serie sobre el caso Shakira hubiera estado bien, pero a mí no me apetecía. Quería centrarme en una señora que no sabe qué hacer con su vida después de jubilarse. La serie sobre Shakira no la hemos hecho.

P: En esta ocasión, ha cambiado su registro. Celeste es un poco más difícil de clasificar que sus anteriores ficciones, y supongo que eso también tenía que ver con esa voluntad de alejarse de los algoritmos.

R: Yo creo que hay una cosa muy bonita que nos está pasando a los guionistas. Hace 15 años, cuando la ficción se hacía en abierto, los géneros estaban muy definidos, y si no lo estaban, te pedían específicamente que los definieras al máximo. Es decir, que si hacías una comedia, tenía que ser graciosa todo el rato, y si hacías un drama, no podía volverse gracioso en ningún momento. Entonces, eran como cajones estancos, muy compartimentados. Ahora nos ofrecen más libertad y es la parte que más disfruto, jugar con los géneros. Es algo que he intentado poner en práctica en Celeste, donde hay momentos en los que te ríes y otros en los que te recorre un dolor muy profundo. Y es algo, además, que no tiene que ver con los presupuestos o con los temas, sino con el tono.

P: ¿Y cómo definiría el tono de Celeste?

R: Yo creo que el tono es de las cosas más abstractas y menos concretas que existen, pero creo que es donde realmente se determinan los proyectos. Lo más ambicioso de Celeste, en todo momento, fue el tono, hasta el punto de que yo en rodaje siempre insistía en que lo hiciéramos muy serio, que nadie hiciera comedia, porque confiábamos en que toda la comedia estaba antes del rodaje. Queríamos que nuestra inspectora de Hacienda estuviera investigando un caso como si fuera del FBI. Así que el tono era muy extraño, sí. No somos comedia ni drama, pero somos al mismo tiempo las dos cosas. No sé hasta dónde nos dejaran experimentar con este tipo de cosas y llegar a lugares menos esperados.

Cómo liberarse de las ataduras después de ‘Ocho apellidos vascos’

'Celeste', de Diego San José, una serie para Movistar Plus+.
'Celeste', de Diego San José, una serie para Movistar Plus+.

P: Parece como si se hubiera liberado de las ataduras después del fenómeno de Ocho apellidos vascos.

R: En 2014, cuando hacemos Ocho apellidos vascos y se convierte en la película más taquillera de España, había dos caminos. Uno, básicamente basado en lo económico, seguir replicando ese tipo de comedia, no solo a través de secuelas, sino apostar por el mismo modelo. Y luego estaba la otra posibilidad, que es la que yo he intentado seguir y pensar: bueno, eso ya lo he hecho. No me motivaba seguir haciendo lo mismo y decidí complicarme un poco la vida y apostar por cosas diferentes. Tiene que ver también con hacerme mayor. Uno va cumpliendo años y creo que los temas que me preocupan ahora son menos frívolos que cuando tienes ‘veintipico’ años y tu vida es más lúdica, festiva y, de repente, ahora estoy más tranquilo, me da más tiempo a observar a mi alrededor y a buscar otros temas que abren debates más interesantes, como en Celeste y el caso de lo público y de las ideologías.

P: En el caso de las ideologías, estamos viviendo una convulsión máxima, ¿cómo ve eso como creador?

R: Creo que me parece todavía más importante que se hagan series que las desafíen. A nivel editorial, Celeste me parece más pertinente que nunca, porque habla de la importancia de tener un estado fuerte, de que todos contribuyamos para que las instituciones públicas sean potentes, y para eso no vale con decir que eres de izquierdas en una cena, sino que realmente se es de izquierdas cuando uno contribuye con sus impuestos. Creo que mucha gente supuestamente concienciada, cuando llega la hora de pagar el IRPF, trata de regatear 75 euros a Hacienda. Y luego, creo que hay gente que dice que es muy española y que le importa mucho su país y que trata de no pagar impuestos.

Uno puede votar o no, pero su relación fiscal con el Estado es inevitable, siempre va a tener que contribuir, siempre va a haber impuestos. Pero es una cosa que, paradójicamente, nunca nos han explicado. Ni en el colegio ni en el instituto nos explican lo que son los impuestos y lo que suponen. Eso hace que muchos adultos piensen que son un atraco, pero es que a nivel educativo no se cuenta la importancia de los servicios públicos, del Estado del Bienestar.

P: En Celeste no hay héroes ni villanos. Hábleme de la construcción de personajes.

R: Odio cuando en las ficciones me dejan claro quién es el malo. Y ya no me refiero a las películas de asesinos, sino a cualquier drama social. Lo odio porque me deja fuera como espectador, no me piden que participe en un diagnóstico ético. Por eso, en el diseño de los personajes de Celeste había dos objetivos. Uno, que Sara Santano, la inspectora de Hacienda, tuviera un lado malo para el espectador, que no viera en ella a una heroína limpia e infranqueable, perfecta. Y luego, por otro lado, y esto me parece muy importante, que los personajes de la serie tuvieran sus propios argumentos para explicarse, aunque yo no pensara como ellos.

Elena Trapé, directora de 'Celeste' (c), junto a las actrices Carmen Machi (d) y Andrea Bayardo (i). (Helena Margarit Cortadellas)
Elena Trapé, directora de 'Celeste' (c), junto a las actrices Carmen Machi (d) y Andrea Bayardo (i). (Helena Margarit Cortadellas)

Además, si pensamos que es un thriller en el que hay un policía persiguiendo a un ladrón, no quería que Celeste fuera una ladrona al uso, que sus explicaciones fueran humanas y sensatas. No importa quién sea el villano, y me gusta que la protagonista no te termine de caer bien del todo. Incluso a la propia Carmen Machi, al principio, le caía mal, y eso me parecía perfecto, porque me parecía que su personaje estaría entonces mal escrito.

P: Hay también una dicotomía entre la cultura del éxito y del fracaso, de las vidas de colores y las grises. ¿Cómo cree que se encuentra integrado todo eso en nuestra sociedad?

R: Yo creo que se nos ha metido en vena desde el principio, desde que éramos pequeños. Desde que te pegabas fotos de famosos en tu carpeta del colegio. Siempre hay una especie de anhelo de tener vidas muy diferentes a las nuestras. Pero creo que ha ocurrido una cosa que no pasaba con las estrellas clásicas, y es que hemos ido entiendo que casi todas esas vidas están en la mierda, sobre todo en términos emocionales, de soledad, de sentirse admirados por la gente, pero abochornados en la intimidad de lo que es su carrera, su imagen. Entonces, lo que consideramos como vidas grises pueden tener todo lo que anhela esa vida luminosa, que a lo mejor no tiene de verdad ni familia ni amigos. Esas miserias está bien contarlas, porque creo que hay que romper un poco esa especie de espejo de aspiraciones en la fama, porque ya hemos visto que no debería darnos tanta envidia, sino, a veces, un poco de lástima.

P: ¿Cómo ha sido trabajar de nuevo con Carmen Machi? Además, en un registro tan diferente al que la habíamos visto hasta el momento.

R: Cuando hicimos Ocho apellidos vascos, ya me parecía una leyenda, como la mega actriz de nuestra generación. Es una cosa espectacular, porque es una cómica absoluta, haciendo tele y cosechando éxitos como Aída. Pero también se sube al escenario y recibe el aplauso de la gente más erudita del teatro. Entonces yo quería hacer un proyecto en el que combinara las dos cosas. Yo quería a una Carmen donde pudiera compaginar un chiste y poco después un ataque de ansiedad, sin edición, sin cortes, pura ella.

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