Palmas, oscuridad y ruido. La víctima, interpretada por Ángela Cervantes (y por María Hervás en el pasado), entra en escena y se sienta en una silla metálica. Comienza a recordar las imágenes, las risas enlatadas, las escenas borrosas de aquella noche estival de 2016 que marcó un antes y un después en su vida. Al principio, su tono es jovial. Solo tiene 18 años y está celebrando San Fermín con un grupo de amigos. Al final de la obra, el dolor se solidifica entre sus enunciados tras más de tres años de juicios, declaraciones y acusaciones mediáticas.
Jauría ha vuelto. Lo hace cinco años después de su primer estreno y de la sentencia judicial que cambió a un país (y sus leyes). Del ‘Hermana, yo sí te creo’ a la ley del ‘solo sí es sí', pasando por el consentimiento ocupando un eje central en la discusión sobre las agresiones. La obra de teatro creada por Jordi Casanovas se ha instalado durante el mes de noviembre en la Nave 10 de Matadero, siendo este domingo su última representación en suelo madrileño. Dirigida por Miguel del Arco, y con un reparto renovado tras su nacimiento en el año 2019, la representación sigue manteniendo su idiosincrasia y poder. Esta Jauría sigue resonando con fuerza.
Ganadora del Premio Max a Mejor Espectáculo Teatral en el año 2020 y el XVI Premio Cultura Contra la Violencia de Género del Ministerio de Igualdad, esta creación de Teatro Kamikaze se encarga de llevar a escena algunas de las declaraciones judiciales del caso de La Manada: las de la víctima y los cinco miembros que componían el grupo que da nombre al caso. Basada en el juicio que tuvo lugar entre 2017 y 2019, Jauría se encarga de pisar las huellas que dejó la violación grupal ocurrida en los Sanfermines de 2016 por medio de fragmentos de las declaraciones de los acusados y la denunciante publicados en diferentes medios de comunicación.
“Me dijeron que siguiera adelante, que si necesitaba llorar, que llorara, que si necesitaba gritar, que gritara, que intentara hacer mi vida normal. Y fue lo que intenté”, declaró la víctima. Con Quim Àvila, Artur Busquets, Francesc Cuéllar, Carlos Cuevas y David Menéndez, además de Cervantes en el rol femenino, Jauría es una representación sobrecogedora. La intensidad se palpa desde el minuto uno. El movimiento de las sillas se convierte en un baile escénico de terror que narra el abecé de un caso que cambió la percepción del término ‘agresión’. El escenario muta de forma excelsa a un juicio en el que la denunciante es obligada a dar más detalles de su intimidad personal que los propios denunciados.
La representación se narra desde tres puntos clave: la noche de la violación grupal, el juicio y la deliberación del Tribunal Supremo, que aumentó la pena de 9 a 15 años de prisión a cada uno de los miembros de La Manada tras revisar el caso y considerar que se trataba de un delito continuado de violación y no de abuso sexual. La diferencia entre agresión y abuso fue un cálido debate que llevó a miles de ciudadanos a protestar la pena inicial, considerando que ésta era demasiado indulgente.
La ficción documental creada por Casanovas conduce al espectador a un viaje por la mente de la víctima, de sus agresores y de un caso que marcó a la sociedad española y sus leyes. Generando un debate público en torno a la masculinidad y el consentimiento, el caso de La Manada fue el inicio de una carrera de fondo que sigue gestándose. Emocionante, dura y cruda, Jauría es un retrato de lo que fue y lo que se quiere evitar que siga siendo.