Esta semana llega a los cines Gladiator II, la nueva película de Ridley Scott y la cual continúa la entrega original, estrenada en el año 2000 y protagonizada por Russell Crowe. Si la primera se ambientaba en la época de Marco Aurelio y Cómodo, los emperadores a los que daban vida Richard Harris y Joaquin Phoenix respectivamente, su secuela da un pequeño salto en el tiempo. Esta nueva entrega tiene lugar en los tiempos de Caracalla y Geta, emperadores descendientes de los llamados Severos y quienes cogobernaron en Roma durante el año 211 d.C.
Sin embargo, en la película hace aparición un tercer personaje que también se convertiría en emperador, Macrino. Interpretado por Denzel Washington, inicialmente mucha gente pensó que podía tratarse de una “inclusión forzada”, pero nada más lejos de la realidad. Macrino, cuyo nombre completo era Marco Opelio Macrino, nació alrededor del año 165 d.C. en Cesarea, en la provincia de Mauritania (actual Argelia), es decir, África. Si bien el emperador Septimio Severo había nacido también en una región de lo que hoy conoceríamos como África, este tenía descendencia itálica, mientras que Macrino era descendiente directo de africanos. Pero Macrino fue mucho más que eso, y a falta de un mayor desarrollo en el filme de Ridley Scott -del que de hecho se ha tenido que eliminar alguna que otra escena-, merece la pena recordar la figura de este emperador.
A diferencia de muchos de sus predecesores, Macrino no provenía de la nobleza romana ni de una destacada familia senatorial. Esto lo convierte en el primer emperador romano que no tenía ascendencia senatorial, sino que provenía de un origen ecuestre, la clase media-alta del Imperio. Su carrera se centró en el ámbito judicial y administrativo, y con el tiempo, gracias a su competencia y habilidades políticas, ascendió hasta ocupar el puesto de prefecto del pretorio bajo el emperador Caracalla.
Como prefecto del pretorio, Macrino era responsable de la seguridad personal del emperador y de la supervisión de la guardia pretoriana, lo que le daba acceso directo al poder y a las decisiones importantes. Fue durante este tiempo que desarrolló ambiciones de gobernar, especialmente cuando percibió la impopularidad y los riesgos del reinado de Caracalla, que se caracterizaba por políticas impopulares y un enfoque militarista excesivo.
Ascenso al trono
En el año 217 d.C., Caracalla fue asesinado mientras estaba en una campaña militar en Mesopotamia. Las fuentes históricas sugieren que Macrino, temiendo por su propia seguridad y motivado por la posibilidad de tomar el poder, estuvo involucrado en la conspiración para eliminar a Caracalla. Poco después de la muerte del emperador, Macrino fue proclamado emperador por sus propias tropas, y sin consentimiento por parte del Senado, algo prácticamente inédito en la Antigua Roma. Además, Macrino también nombró como César a su hijo Diadumeniano.
El reinado de Macrino fue una transición significativa, ya que él representaba una ruptura con las tradiciones de la dinastía de los Severos. Intentó implementar políticas que calmaran el descontento general, particularmente entre los senadores y los ciudadanos, mediante la reducción de los gastos militares y el establecimiento de acuerdos de paz con los partos, un enemigo recurrente de Roma. Estas medidas, aunque sensatas desde un punto de vista económico, alienaron a las legiones, que veían en Macrino a un líder menos dispuesto a recompensarlas con beneficios y campañas gloriosas. Su mayor valedor, el ejército, se terminaría volviendo en su contra.
La batalla de Antioquía y la damnatio memoriae
El punto de inflexión del breve reinado de Macrino ocurrió en la Batalla de Antioquía, en el año 218 d.C. Esta batalla fue el enfrentamiento decisivo entre las fuerzas de Macrino y las leales a Heliogábalo (Vario Avito Basiano), un joven de la dinastía de los Severos que fue proclamado emperador por las legiones en Siria, con el apoyo de su poderosa abuela Julia Mesa. Macrino intentó resistir la sublevación, pero su ejército, descontento y mal pagado, se mostró poco comprometido. Las fuerzas de Heliogábalo lograron vencer a las tropas de Macrino, quien huyó del campo de batalla pero fue capturado y ejecutado poco después intentando huir hacia el Bósforo.
Aunque Macrino gobernó por poco más de un año, su importancia radica en varios aspectos clave. Fue el primer emperador sin antecedentes senatoriales, marcando una rareza en la historia romana y demostrando que el Imperio podía ser gobernado por alguien de un rango social más bajo. Su política de reducción de gastos militares y búsqueda de la paz fue una estrategia que mostraba una visión más pragmática y administrativa, aunque poco popular entre los soldados, acostumbrados a las campañas expansivas y generosas de sus predecesores. Por otro lado, su ascenso y caída acentuaron el fin de la estabilidad relativa de la dinastía Severiana y prepararon el escenario para el caótico reinado de Heliogábalo, que llevó a Roma a nuevas dificultades.
Macrino es un recordatorio de las luchas internas por el poder en Roma y de cómo la lealtad militar, las alianzas dinásticas y las políticas económicas podían determinar el destino incluso de los emperadores más astutos. Su representación en Gladiator II probablemente enfatice estos aspectos, destacando su carácter estratégico, sus dilemas políticos y las conspiraciones que lo llevarían a convertirse en emperador. Aunque tras su muerte se enfrentó a la damnatio memoriae, una condena al olvido, Ridley Scott lo ha traído de vuelta a la pantalla para concoer un poco más de su increíble figura.