Dice que los galardones y el circuito mediático que acompaña al lanzamiento de un libro no van con ella. “Soy un poco crítica con toda esa parte porque me sobra un poco”, alerta. Neus Canyelles no estará muy acostumbrada a los focos, pero tiene claro lo que cuenta, y lo que no, en Autobiografía autorizada (Editorial Tránsito), un relato que se alzó con el Premio Lletra D’Or en el año 2022 y que se traduce, ahora, al castellano. En él, la autora le tiende la mano al lector para que conozca, a través de dos estaciones muy marcadas, los pasajes más destacados de su infancia (de ahí lo de ‘autorizada’). “Lo veo como un ejercicio de libertad, de contar lo que a mí me parezca”, relata a Infobae España.
Verano e invierno. Entre la nieve y el calor mediterráneo, Canyelles elabora una delicada narración sobre la nostalgia de la juventud y el duro encuentro con la realidad coyuntural, marcada por una crisis intergeneracional de salud mental. Los capítulos estivales, cargados de energía e inquietud, se mezclan con las realidades de la etapa escolar y la añoranza de un álbum cargado de recuerdos y dolencias. “Me encantó escribirlo porque soy muy feliz cuando lo hago. No entiendo a los escritores que dicen sufrir con la página en blanco”, comenta. Si le pasase algo parecido, admite que “no insistiría en escribir, haría otra cosa”.
Banyalbufar, un pueblo situado en la Sierra de Tramontana, protagoniza la etapa veraniega de Autobiografía autorizada, describiéndose como un enclave paradisíaco en el que una joven Neus disfrutaba de una naturaleza (todavía) poco explotada por la avaricia capitalista. Verbenas en su plaza principal, mañanas en la playa, noches infinitas, amistades que se adscriben al adjetivo anterior y castillos de arena que se desmoronan conforme avanza el relato. Preguntada por esa descripción casi onírica del espacio, la autora admite que la localidad que narra “se ha conservado muy bien” porque no permiten edificar en ella. También porque no presenta “la masificación que hay en toda la isla”: “Los turistas que hay en Banyalbufar están ubicados en dos hotelitos dedicados a excursionistas o gente mayor”, precisa la escritora.
“Me iría corriendo a los años 70. Me hubiese gustado nacer antes para no haber tenido que conocer el mundo de la tecnología”
Aunque no haya sido un espacio transformado por el turismo, sí cree que muchas cosas han cambiado desde entonces. “Cuando yo era pequeña, todo estaba cultivado con el agua que corría por las acequias. Es un mundo que se ha perdido completamente”, relata. “Antes también había muchos niños de pandillas distintas y ahora no. Paseas y no ves a nadie, en invierno es un pueblo fantasma”, indica. Su narración va más allá de su cronología vital, es la historia de un pasado casi antagónico con la realidad. “La vida ha cambiado, antes estábamos en la calle y ahora tenemos las pantallas”, dice.
Canyelles no titubea a la hora de admitir su desasosiego con los tiempos actuales, una opinión que deja entrever en las opiniones volcadas en Autobiografía autorizada. “Me iría corriendo a los años 70″, admite. “Me hubiese gustado nacer antes para no haber tenido que conocer el mundo de la tecnología”, apostilla. También hay espacio para el cariño, sobre todo a la hora de hablar sus padres, ambos ya fallecidos. “Lo bonito es que tú sepas lo que tienes que hacer o decir simplemente mirando el comportamiento de las personas que son de tu referencia”, cuenta.
“Ningún psicólogo me ha ayudado”
Infancia idílica y presente confuso. En Autobiografía autorizada, Neus Canyelles toca todos los palos: la educación, la clase social, la familia o la salud mental. Este último es, precisamente, uno de los pilares que funcionan como nexo entre los dos capítulos estacionales del libro. Cuando era pequeña, admite, desconocía qué eventos sociales y culturales merecían de una celebración mayor, pues no hay nada más homogéneo que la alegría que inunda los primeros años de vida. “Los niños tienen la facilidad, o la suerte, de que incluso en guerras o épocas muy malas suelen ser felices”, dice.
La evasión se presenta como un acto de rebeldía ante una realidad que requiere de una atención más precisa. El auge de la ultraderecha, catástrofes naturales y Donald Trump volviendo a ser elegido como presidente de Estados Unidos. Todo lo anterior, mezclado con la angustia del presente, se convierte en el caldo de cultivo idóneo para la ansiedad, la depresión o los problemas asociados con la autoestima. “Te sientes muy solo porque nadie te entiende, o a veces sí lo hacen, pero parece que es una molestia, una piedra en el zapato”, cuenta la autora.
“Puedes estar triste un tiempo por alguna razón y sentirte fatal, pero eso no significa que tengas una depresión”
Considera, además, que la terapia se ha “banalizado”, pues ahora “todo el mundo” recibe este tipo de acompañamiento o ayuda: “Puedes estar triste un tiempo por alguna razón y sentirte fatal, pero eso no significa que tengas una depresión o que te tengas que medicar”, insiste. “Ningún psicólogo me ha ayudado en nada, los psiquiatras sí, porque por lo menos te dan medicación y te vas más contento”, concluye.