En el año 1944 se aprobó en España un nuevo Código Penal recordado como un texto que empeoró gravemente la situación de la mujer en el mundo de las leyes. Estaba, por ejemplo, la inclusión del uxoricidio como tipo penal, donde se reconocía el delito de que un hombre, para defender su honor, matara o lesionara a su mujer o a su hija, sorprendidas cometiendo adulterio. Del mismo modo, en el artículo 449 de dicho texto, se señalaba que “cometen adulterio la mujer casada que yace con el varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que es casada”.
Frente a este delito, cuya condena podía ir de los seis meses y un día a los seis años en una cárcel, los hombres solo cometían un delito igualmente punible si tenían una “manceba dentro de la casa conyugal o notoriamente fuera de ella” -artículo 452-. Es decir, que mientras a ellas el mero hecho de engañar a sus maridos era ya razón de encarcelamiento, en el caso de los varones hacía falta que resultara evidente.
Un juicio por adulterio
Con este marco legal ya es suficiente para valorar tanto la carga dramática como la relevancia histórica de Prefiro condenarme, una película que ha causado furor en Sevilla tras presentarse en el Festival de Cine Europeo de la ciudad andaluza. Este documental, en el que también se produce una mezcla de imágenes con voz en off, grabaciones y hasta performances musicales, narra la historia de Sagrario Ribela Fra, una mujer enjuiciada en 1972 por el Tribunal eclesiástico de Compostela por un delito de adulterio.
Cabe recordar que, tras la firma del Concordato con la Santa Sede firmado por España y el Vaticano en 1953, en nuestro país se reconocía la competencia “exclusiva” de los tribunales eclesiásticos en casos de nulidad, separación y disolución del matrimonio. Yendo más allá, la promulgación de la Ley del 24 de abril de 1958 obligaba, en el artículo 82, a la jurisdicción civil a ejecutar las sentencias con la misma plenitud y eficacia que cualquier otra resolución de los Tribunales.
La mujer que desafió y venció
Al tratarse, en la película, de un juicio civil, no había posibilidad de que Sagrario fuese a la cárcel. Sin embargo, los abogados del marido pretendían que, en vez de eso, fuera encerrada en un manicomio. Un contexto en el que, lo más lógico sería pensar que el tribunal de religiosos no tuvo ningún reparo en condenar el adulterio de Sagrario, más aún teniendo en cuenta que la mujer no negó en ningún momento ni su relación extramatrimonial ni que hubiera tenido una hija de dicha relación. Sagrario, no obstante, tenía una prueba en su poder capaz de cambiar el juicio por completo, y no solo eso, sino que logró incluso que le concedieran el divorcio.
Prefiro condenarme se presentará ahora en otros festivales, como el Cormorán Film Fest de A Coruña o el Cineuropa de Santiago de Compostela. Finalmente, a partir del 22 de noviembre, solo unos pocos días antes del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se podrá ver en los cines. Será entonces cuando los espectadores puedan descubrir una historia real de una mujer que se rebeló contra las normas de una sociedad que la oprimía, y que reivindicó hasta el infinito tanto su deseo como su libertad.