Sudor, arena dorada y batallas que se libran para sortear la libertad propia y la ajena. Gladiator, la película dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Russell Crowe (que nunca fue la predilecta de los profesores de Historia por su libre interpretación de los hechos), convirtió el Coliseo romano en una cinta digna de alzarse con el Oscar en la categoría de Mejor Película. Más de dos décadas después, el director británico (que el año pasado estrenó la criticada Napoleón junto a Joaquin Phoenix, que interpretó al general Cómodo en la primera entrega) regresa con una secuela que llegará a las salas el próximo 15 de noviembre.
Ubicada 20 años después de la historia de Máximo, Scott pone, en Gladiator II, el foco en Lucius (Paul Mescal), hijo de Lucilla (Connie Nielsen, que también regresa a la nueva cinta). Este ha estado viviendo alejado de su familia en Numidia. Su vida cambia drásticamente cuando soldados romanos, liderados por el general Marcus Acacius (Pedro Pascal), invaden su hogar, matan a su esposa y lo llevan a la esclavitud en Roma, donde se entrena para convertirse en gladiador, inspirado por la leyenda del personaje al que Russell Crowe dio vida hace dos décadas.
Entre escenas y grabaciones, Pascal se encargó de que su compañera de reparto (y mujer en la ficción que presentan la próxima semana en todo el mundo) tuviera una sorpresa muy romántica y especial. “Era mi cumpleaños cuando estábamos rodando y Pedro insistió en prepararme una comida preciosa”, ha contado Nielsen en una entrevista con Marie Claire Australia. “Así que cogimos un barco y salimos a navegar todo el día, fuimos a nadar a unas cuevas de Malta y fue mágico. Todos juntos, fue maravilloso”, ha añadido.
Su química se trasladó a la gran pantalla y a la amistad que ambos atesoran en la vida real. “Pedro es una de las personas más carismáticas, amables y alegres”, ha declarado Nielsen a la revista femenina. Compartiendo algunos de los momentos más emotivos de la película juntos, la actriz de 59 años ha admitido que muchas de las escenas del matrimonio no terminaron pasando el filtro del corte final. “Hay una escena que no está en la película, pero que espero que Ridley incluya en la versión extendida cuando la haga, en la que realmente se ve tanto la conexión cultural como emocional entre estas dos personas”, ha revelado.
“Comí muchas pechugas de pollo”
Convertido en un gladiador, Paul Mescal tuvo que someterse a un duro entrenamiento para poder enfrentarse a todo tipo de rivales en la arena romana, un cambio físico que, al principio del rodaje, pensó que no tendría que acometer. “Cometí el error de que, cuando se anunció inicialmente que iba a interpretar a Lucius, hablé muy ingenuamente con un periodista y le dije: ‘Creo que voy a hacer de gladiador con un físico más o menos normal’. Me di cuenta de que estaba jugando en contra de lo que realmente requiere la película”, dijo al público que acudió a un pase de la cinta en Nueva York.
Aunque para él ha sido “divertido”, pues su entrenamiento se basó en “muchas pechugas de pollo y levantar cosas pesadas”, su compañero de reparto no ha vivido la misma experiencia. Pedro Pascal (que parece un híbrido entre su nombre y el del irlandés) ha contado a Entertainment Today que está “seguro” de que para su prójimo en la gran pantalla ponerse fuerte ha sido algo fácil y divertido, pero no tanto para él.
“Estoy seguro de que yo también me lo hubiese pasado bien si tuviese 20 años menos”, ha dicho en tono cómico el chileno. “He llegado a un punto de mi vida en el que, definitivamente, no me puedo levantar y hacer ese tipo de cosas”, ha añadido sobre el entrenamiento requerido para conseguir la masa muscular que requería su rol en Gladiator II. “Hoy he visto a Ridley [Scott] y me ha dicho: ‘Oh, ya no tienes el abdomen plano’. Así que no, tampoco me puse en tan buena forma”, ha comentado al medio estadounidense. Eso sí, su papel como Marcus Acacius le ha exigido algo más que simple disciplina. “Nunca había estado así de fuerte, lo hice únicamente para poder interpretarlo”, añade.