The Bear, Hierve, Cocina con química, A fuego lento o incluso El menú son solo algunos de los ejemplos de por qué la cocina ha pegado un boom en el mundo audiovisual. Tanto en el cine como sobre todo en las series, gracias a la ficción protagonizada por Jeremy Allen White, ha aflorado un interés particular. No ya por ver una cocina desde dentro, sino por adentrarse en las dinámicas entre chef y pinche, descubrir cómo se gestiona un negocio de ese tipo e incluso recrearse en más de un plato, en una estética que se ha denominado como foodporn y que reverbera en las redes sociales, gran nido culinario en la actualidad.
Ninguna de estas tendencias era del interés del director Alonso Ruizpalacios (Ciudad de México, 1978), quien desde el primer momento tuvo claro que quería alejarse completamente de ese mundo para construir el suyo particular con La cocina, la película que ahora presenta con su estreno en cines en España. “Para mí esto del boom fue un detractor. Cuando llevaba tiempo escribiendo esto, estábamos cerca de filmar y salió primero esta película, Boiling Point (Hierve en España, con una serie posterior con el título original) y después The Bear... Yo hice como una decisión de tajante de no ver nada de eso. A la fecha aún no las he visto porque no quería que me informaran ni para bien ni para mal”, reconoce el cineasta en su entrevista con Infobae España, tras presentar la película en la Seminci de Valladolid.
Basada libremente en la obra homónima del dramaturgo Arnold Wesker, La cocina se ambienta en un ficticio restaurante atrapaturistas en pleno Times Square, escenario de las desventuras de un grupo de cocineros liderados por Pedro (Raúl Briones), un joven mexicano sin papeles que busca aguantar el frenético día a día como tantos otros que han ido a parar allí con la vana esperanza de vivir el sueño americano, o al menos sobrevivir a él. Cansado de las inclementes condiciones de trabajo, encontrará algo de esperanza al conocer a Julia (Rooney Mara), camarera del restaurante y quien también arrastra sus propios problemas.
La cruda realidad sin filtros
“En realidad este proyecto viene de mucho más atrás. De hecho, lo empecé pensando que iba a ser mi primera película. Dirigí la obra de teatro hace 14 años y ahí empecé a pensar en que quería hacerla película. Fue una gestación muy larga. Después de Una película de policías fue el momento de cerrar el guion y terminar de buscar la financiación”, explica Ruizpalacios, quien menciona su último largometraje, el cual presentó en el Festival de San Sebastián y que mezclaba hábilmente ficción y realidad para narrar el día a día de un agente de policía en la Ciudad de México. Con La cocina no ha repetido del todo la misma fórmula, al escoger el camino de la ficción, pero eso no le ha impedido documentarse a fondo e inspirarse de historias reales para construirla.
“En mis años de estudiante trabajé en cocina y bares en Londres, y creo que de ahí viene mi fascinación y también el impulso de hacer esta película a través de experiencias personales. Ya cuando estaba escribiendo el guion, fui a hacer dos viajes de investigación a Nueva York y entrevisté a varios cocineros indocumentados. Me hice con un cuestionario muy amplio y fue muy interesante cómo muchas de estas cosas terminaron en la película. Algunos personajes incluso los reescribí ya pensando en cocineros específicos que conocí”, detalla Ruizpalacios, quien asegura que algunos de los monólogos de los cocineros están sacados directamente de personas que encontró en los aledaños de Times Square.
Con todo esto en mente, y sumando una capa de blanco y negro, es inevitable comparar la abismal diferencia entre la forma de representar la cocina y la comida con respecto al resto de ficciones, aunque Ruizpalacios no haya querido ver ninguna de ellas. “Mi intención siempre fue hacer una película antiestética, estoy en contra de lo que llaman foodporn. El único momento de foodporn en la película es cuando Pedro le hace un sandwich a Julia, pero porque es un acto de amor. Es la única vez en la película que se cocina por amor. El resto del tiempo la comida es solo una transacción, algo que tiene que ver con la eficiencia, un trámite. No quería que la película fuera algo romántico y suntuoso, prefiero lo crudo y descuidado”.
Rooney Mara, ‘Andor’ y el no tan lejano oeste
Pero que Ruizpalacios no buscase la estética bella y agradable de la cocina tanto como la podredumbre que hay escondida en ella, no significa que renunciase a una planificación impecable. “Todos aprendieron a cocinar lo que su personaje cocina. En esencia, teníamos un restaurante funcional. Podríamos haber abierto un restaurante, lo cual quizás hubiera sido mejor idea económicamente”, bromea el mexicano, quien defiende un rodaje abierto a las sorpresas y la improvisación, a los famosos “accidentes” de los que hablaba Orson Welles que hacían el oficio de director. “Hay que estar abierto a las sorpresas. Soy de la idea de que no puedes improvisar una improvisación, tienes que planear para que ocurran accidentes afortunados y que ocurra la espontaneidad. Pero tienes que ensayar y ensayar”, explica Ruizpalacios.
Esos ensayos implicaban llevarse a casi todo el equipo de rodaje un mes antes a México, y coger un pequeño espacio de teatro sobre el que comenzarían a dar forma la famosa cocina de la película. En este proceso de improvisación se generó mucha confianza entre los actores, mucho conocimiento de sus personajes. “Ellos ya tenían tantas horas de vuelo juntos, improvisando, que ya tenían cierta química, facilidad y confianza y ya conocían sus personajes mejor que yo”. Entre ellos estaba también Rooney Mara, para quien Ruizpalacios solo tiene grandes palabras: “Ella no pudo venir a todos los ensayos porque acababa de ser madre, pero en cuanto pudo llegó y se sumó a todos. Y creo que eso es precisamente lo que hace de ella una gran actriz, que puede llegar, prender el interruptor por así decirlo y adaptarse rápidamente”.
Tras La cocina, Ruizpalacios tiene entre manos dos grandes proyectos, en las antípodas uno del otro. El primero es nada menos que la segunda temporada de Andor, la serie de Disney+ basada en el universo de Star Wars y en la que coincide con su compatriota Diego Luna. El director no puede desvelar grandes detalles, pero avanza que ha sido una fantástica experiencia: “Mi experiencia fue muy positiva, muy, muy chida. Es probar algo distinto, por el presupuesto que manejas, por el hecho de que es una serie... No esperaba disfrutarlo tanto y realmente fue muy placentero y divertido”, confiesa.
El segundo, del que habla con tanta o más ilusión que de Andor, es un western. “Es un género que me gusta mucho, y no sé si todos los directores, pero diría que muchos directores tienen un western dentro que la mayoría no logran sacar. Está basada en una novela de Juan José Saer, un novelista argentino fantástico que en realidad no lo escribió como western. Yo lo estoy adaptando como western a la guerra de intervención de Estados Unidos a México, en donde México perdió la mitad de su territorio frente a los Estados Unidos. Es una especie de road movie, en medio de este contexto de violencia y de cambios geopolíticos”, concluye el cineasta.