Max Porter, escritor: “Me gustaría parar el mundo y meter a Elon Musk y Donald Trump en una sesión de psicoanálisis”

El británico habla con ‘Infobae España’ para presentar ‘Shy’, una novela sobre un adolescente que se escapa del reformatorio juvenil. “Las personas que describimos como mentalmente enfermas son las más valiosas”, dice

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El escritor británico Max Porter (Francesca Jones)
El escritor británico Max Porter (Francesca Jones)

Su primera novela, El duelo es esa cosa con alas, ganó numerosos premios internacionales, aunque admite que fue un “accidente”; la segunda, Lanny, estuvo nominada al Man Booker Prize; y ahora Max Porter (High Wycombe, Reino Unido, 1981) regresa con Shy, un relato fantasmagórico sobre un adolescente con dificultades para afrontar sus reacciones, pensamientos y conductas. “Estaba escribiendo una obra, metido en otros proyectos, y de repente tuve un sueño sobre un joven que era como una suerte de membrana que todo el mundo podía atravesar. Pensé: ‘Qué idea más excitante’”, cuenta el autor a Infobae España desde su hogar familiar en la ciudad inglesa de Bath.

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Shy es una novela distinta por su capacidad de trasladar, en sus páginas, la idea de que alguien está siendo consumido por sus vivencias. Recuerdos, diálogos, escenas que reviven y realidades que parecen oníricas. Con ella, Porter quiso cuestionarse las etiquetas que se adscriben a aquellas personas que no encajan en los estándares. “La forma más fácil de entender el libro es pensar en él como un fantasma”, cuenta. El autor habla de las limitaciones que encuentra el ser humano a la hora de hablar “de conciencia e identidad”: “Existen profundas implicaciones ancestrales que explican lo que somos”, relata.

Su nueva obra es una suerte de homenaje literario a la incertidumbre, a la idea de que el ser humano verídico es aquel que tiene cortes y heridas, y no tanto el robot perfecto que obedece al ritmo del capital. “Las personas que describimos como mentalmente enfermas o delincuentes son las más afinadas, sofisticadas, ambiciosas y potencialmente valiosas para la sociedad”, relata el escritor desde el otro lado de la pantalla.

“Tenemos que dejar de decir que hay una normalidad, que hay una abeja trabajadora capitalista feliz y funcional”

También ironiza sobre la capacidad de evolución lingüística centrada en crear nomenclaturas para las diversas patologías, una realidad cambiante que, para el autor, resulta del todo ridícula. “La caja en la que hubiesen metido a Shy, mi protagonista, en los años 70 es diferente a la de los años 80, y ahora tendríamos un diagnóstico diferente para hablar de sus sentimientos”, cuenta. Sorprende la capacidad que tiene el autor para convertir la entrevista en una suerte de alegato contra el hastío coyuntural. No esconde su malestar y tampoco se opone a hablar de aquello que, como al joven al que da vida en su novela, le atormenta.

“Tenemos que dejar de decir que hay una normalidad, que hay una abeja trabajadora capitalista feliz y funcional. Es jodidamente absurdo decir eso del ser humano, cuyo principal atractivo, para mí, es que es excéntrico, roto, interesante, pervertido y culpable. Tenemos cicatrices. ¿No es esa la gracia del asunto?”, se cuestiona.

'Shy', la nueva novela de Max Porter. (Random House)
'Shy', la nueva novela de Max Porter. (Random House)

“La brújula política está fundida”

Max Porter construye en Shy un relato de concupiscencia adolescente que mantiene la fidelidad a la época: violencia masculina e insultos noventeros. “Sabía que tendría que ser un espacio que incluyera la homofobia, fórmulas misóginas viciosas, chistes de retretes, penes y culos”, cuenta. Admite que, al preguntar por el vocabulario callejero que reinó en su país durante dicha década, el insulto clave era “gay” (una suerte de ‘maricón’ en su traducción anglosajona). “Es una superficie política y literaria desagradable, pero ahí era donde estaba la comunicación masculina dominante”, relata.

Para el escritor británico, sus novelas nacen de situaciones esotéricas que deciden habitar su tranquilidad rutinaria. Cuando estaba pensando en su primer libro, El duelo es esa cosa con alas, un cuervo se posó en su jardín. “Estás contratado”, pensó él entonces. Cuando los primeros pasajes de Lanny rondaban su cabeza, estaba en el bosque y vio “una cara entre los arbustos”. Con Shy, “estaba en una playa pensando sobre este adolescente sobre el que quería escribir” y de repente empezó a oler muy mal. “Se abrió un hueco en medio de todas las familias que estaban jugando al fútbol”, añade.

“Si hubiera mejores formas de entender hasta qué punto estamos motorizados por la supremacía blanca y el racismo, quizá no estaríamos donde estamos”

Porter no puede evitar esconder su malestar durante su conversación con este medio. “Estamos atravesando un momento de profunda crisis, no me siento muy optimista”, dice. “Si hubiera mejores formas de entender hasta qué punto estamos motorizados por la supremacía blanca y el racismo, quizá no estaríamos donde estamos. Hay una violencia interior en nosotros que es insaciable”, cuenta desolado. El autor comienza a explicar por qué la vitalidad que atesoraba hace un año, cuando estaba dando lecciones de escritura creativa en prisiones, se ha disipado por completo. “Acabo de volver de una semana en Palestina, así que, francamente, no tengo ninguna esperanza” por el futuro del ser humano. Por eso, “me gustaría parar el mundo y meter a Elon Musk y Donald Trump en una sesión urgente de psicoanálisis”, dice ahora con una sonrisa pícara.

Su actitud no cambia a la hora de hablar de la realidad política en Reino Unido. Le sorprende, y “alegra”, que algunas de las noticias de su país crucen las fronteras informativas. “Tenemos un Gobierno que parece extrañamente peor que los anteriores”, dice consternado, pero manteniendo ese humor único a su pasaporte. “La brújula política está fundida en Reino Unido”, añade después de una conversación sobre la noticia de que su país dará Ozempic a los desempleados con sobrepeso. “Es distópico, es de ciencia ficción”, apostilla. “Debemos documentar este momento, porque todo el mundo piensa que el suyo es el último y el peor, pero nunca lo es ni lo será”, concluye.

La publicación, que mezcla política, entretenimiento y un tono apocalíptico, logró resonar con millones de usuarios en la red, reflejando la influencia de Musk en la narrativa de Dark MAGA.
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