En la década de 1960, Almería, un paraje desértico al sur de España, se convirtió en el escenario inesperado de una transformación que marcaría la historia del cine. Fue allí donde un joven actor estadounidense, conocido principalmente por sus papeles en series de televisión, se unió al director italiano Sergio Leone para dar vida a lo que se convertiría en la legendaria Trilogía del Dólar. Clint Eastwood, entonces lejos de ser una superestrella de Hollywood, viajó a esta región árida y remota para filmar Por un puñado de dólares (1964), un western que redefiniría su carrera y lo convertiría en uno de los rostros más icónicos del cine.
Eastwood llegó a Almería sin imaginar que las duras condiciones de rodaje quedarían grabadas en su memoria y en la leyenda del cine. Bajo un calor abrasador y en un entorno casi inhóspito, la producción de la película estuvo marcada por el choque cultural y las dificultades logísticas. No obstante, el paisaje desértico almeriense, con sus montañas y llanuras polvorientas, se convirtió en un personaje más de la historia. Esta atmósfera contribuyó a la creación del famoso spaghetti western, un subgénero que dio un nuevo sentido al cine del oeste y marcó una era.
Sergio Leone, quien hasta entonces había trabajado en proyectos menos ambiciosos, decidió cambiar las reglas del juego, tomando inspiración de las películas de samuráis de Akira Kurosawa y dándole un tono más áspero y violento al género. Eastwood, con su característico ceño fruncido, mirada gélida y poncho, encarnó al antihéroe por excelencia: un pistolero sin nombre, moralmente ambiguo y movido por la conveniencia. Este papel, por el que cobró apenas 15.000 dólares, redefiniría su imagen para siempre y le permitiría poner la primera piedra sobre el que se acabaría convirtiendo su gran proyecto.
El desierto que vio nacer una estrella
El éxito de Por un puñado de dólares fue solo el inicio. Siguieron La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), consolidando la trilogía como un fenómeno cultural. El impacto de estas películas no solo fue económico y artístico; también redefinió cómo se percibían los westerns en la industria y cómo Eastwood, con su presencia magnética y economía de gestos, se convirtió en un icono del cine. Almería, a su vez, quedó inmortalizada en la retina de los cinéfilos como un espacio mítico donde se libraban los duelos más tensos del Viejo Oeste.
Aunque la experiencia de rodaje fue físicamente exigente para Eastwood, el actor siempre tuvo grandes palabras para la tierra andaluza. Una tierra a la que llegaría como un actor más y que abandonaría ya como una prominente estrella, que posteriormente se convertiría también en un director legendario, como Leone. En entrevistas retrospectivas, Eastwood reconocía que en algún momento quiso volver a Almería, pero distintas circunstancias lo fueron postergando.
La visión de Sergio Leone y su capacidad para captar la intensidad emocional a través de primeros planos y largas escenas de suspense contribuyeron al desarrollo del estilo único de Eastwood como actor y, posteriormente, como cineasta. “Sergio me enseñó mucho sobre el poder del silencio y la narrativa visual”, dijo en una ocasión, refiriéndose a las técnicas que más tarde influirían en su trabajo como director de películas galardonadas como Sin perdón y Gran Torino.
El nacimiento de Malpaso y un nuevo Eastwood
El legado del paso de Eastwood por Almería llega hasta estos días, en los que el actor y director presenta su 40º largometraje como cineasta, Jurado Nº2. No ambientado en el desierto, sino en un tribunal de Georgia (Estados Unidos), la película cuenta la historia de un hombre de familia que es citado como jurado para un juicio en el que él mismo resulta estar implicado. Surge ante él un gran dilema moral en la línea de las anteriores obras de Eastwood —El francotirador, Sully, Richard Jewell— que pondrá al protagonista (Nicholas Hoult) contra las cuerdas.
Cuarenta películas después, Clint Eastwood puede decir que le debe mucho a Almería, ya que la productora con la que financia todas esas obras nació precisamente en tierra española. El nombre, que deriva de una parcela que compró en Malpaso Creek, bien podría ser una metáfora de lo que le dijo su agente que podía ser su carrera si aceptaba irse a España para rodar un spaghetti western. El tiempo daría la razón a Eastwood, que tras el éxito con la Trilogía del dólar expandió la compañía y comenzaría a producir y dirigir películas bajo este sello, convirtiéndose en una de las productoras independientes más prestigiosas del cine.
A sus 94 años, y a la espera de si continúa su labor como cineasta, es indiscutible que Eastwood está en deuda con Almería, a pesar de que no haya podido saldarla con una visita, dada su edad. No obstante, la provincia sigue recordando con orgullo que por sus tierras pasó un día un joven y salió de ella como una leyenda, igual que el propio Eastwood no olvidará el lugar en el que comenzó a forjar su nombre en la historia del cine, y donde alumbró el gran proyecto que hoy día le permite seguir siendo la leyenda viva más grande de Hollywood.