“Representa muy bien el paradigma de los artistas hoy en día, no sólo hace música, también tiene una presencia estética y una imagen súper fuerte”, dice. David Camarero comenzó a pulir el diamante artístico de la cantante de Fiebre en el año 2019, cuando grabó unos clips cortos de su gira apodados Miss Sold Out. Cinco años después, el director presenta La Joia: Bad Gyal, un documental que ahonda en el proceso de creación del primer disco de Alba Farelo (Vilassar de Mar, 1997): un hito de curaduría de la catalana dentro del género urbano.
De interesarse por el “marcado imaginario” de Bad Gyal -pelucas, uñas y el comeback estético de los años 2000-, a un proceso de frustración continuado por un proyecto que terminó retrasándose casi un año. La Joia: Bad Gyal no es tanto un relato orgánico de cómo una artista conquista el mainstream. Tampoco una explicación pormenorizada de cómo es su día a día: no hay voyeurismo que valga en el documental de Camarero. El suyo es un completísimo ejercicio de acompañamiento, y entendimiento, de los elementos que componen a la cantante. “Se me abrió una historia que era mucho más interesante”, cuenta el director a Infobae España. “Es el relato humano de una chica que quiere sacar un disco y no puede porque la vida, o la industria musical, no para de ponerle palos en las ruedas”, añade.
El documental se mostrará en el festival In-Edit Barcelona antes de llegar a las salas de cine este jueves, donde estará una semana en exclusiva (para más tarde formar parte del catálogo de Prime Video). Ya se han vendido más de 30.000 entradas para la cita entre palomitas y karaokes improvisados. El director, que también se ha encargado de la realización de los conciertos de La Joia: 24 karats tour, se esperaba una buena recepción en taquilla porque Alba “estaba un poco más alejada del foco público” tras el lanzamiento de La Joia. Eso sí, no contaba con tanto furor previo.
“El documental es el relato humano de una chica que quiere sacar un disco y no puede porque la vida le pone palos en las ruedas”
Camarero ha estado tres años rodando la vida de Bad Gyal: “Es una tía majísima, es súper perfeccionista y consigue que ese nivel de exigencia permee en el equipo”, cuenta. “Luego es divertidísima”, apostilla. No hace falta que lo jure. Su proyecto se nutre de la naturalidad de una artista joven que compone con su tabaco, que se desliza por la nostalgia y que hace crecer su mito musical a partir de su distintiva personalidad. Entre porros y vestidos de Paco Rabanne, Farelo construye una leyenda que crece paralelamente a su fama.
La cercanía ha sido clave a la hora de confeccionar el documental, pues al director le ha permitido que la porosidad de su relación con la artista se traslade a la pantalla. “Me interesaba la presión que estaba sufriendo”, explica. La salud mental de Alba comienza a deteriorarse progresivamente por los constantes retrasos que sufre el lanzamiento de La Joia, el proyecto vital de Bad Gyal. Ya sea por nuevos cantantes que se suman, por problemas con los derechos o el papeleo, o por el éxito inesperado de singles como Chulo Pt. 2, el álbum se escolló. “Esos niveles de locura, estrés y cansancio a los que estaba expuesta ella y su equipo” se convierten en el foco principal de la cinta.
Bad Gyal ha sido criticada por su propio fandom a raíz del retraso de la salida del disco, pero Camarero no cree que el documental sea una respuesta directa a los comentarios negativos (o la presión) que Farelo recibió de sus seguidores. “No quiero hablar por ella, en la prensa esto se estila mucho últimamente, pero desde mi visión te diría que no es tanto una bofetada a esos comentarios, sino una muestra de todo el trabajo que hay detrás”, indica. Cree que si la cantante hubiese querido responder a lo anterior -y no en un toque cómico-, “me habría pedido hacer más leña del tema”. Sin embargo, el objetivo es plasmar que, mientras la espera se hacía eterna, la cantante “no estaba en su casa fumando porros”.
“Alba es muy buena escribiendo”
David Camarero explica el ‘fenómeno Bad Gyal’ en dos simples pasos: su estilo musical, que bebe del dancehall jamaicano y de los sonidos más underground; y su capacidad para hacer versos pegadizos que conviertan su música en una suerte de Biblia centennial, ratchet y radicalmente divina. “Es una artista que, pese a que tiene una vocación mainstream, tiene una visión muy personal de la música que le gusta”, cuenta. Aunque “podría tener cualquier colaboración en su disco”, Farelo apuesta por nombres que apelan a su cronología musical, como en el caso de Tommy Lee Sparta, artista jamaiquino al que idolatra. “Esto le hace tener un toque diferencial”, relata el director.
Por otro lado, las barras que confecciona en sus canciones son otro de los elementos que convierten a Bad Gyal en un ente único en la industria. “Es muy buena escribiendo, su forma es similar a la de un rapero, con sus punchlines y sus barras graciosas”, explica Camarero. “Genera frases icónicas con las que la gente se queda”, apostilla. Se nos ocurre alguna como: Ahora que estoy bien me llamas/ Ni desnuda ni con ropa vuelvo a tu cama/ Mientras el móvil suena, yo bebo con las nenas/ En otro nivel tú no le llegas a esta beba, de Perdió este culo.
“Bad Gyal es una artista que, pese a que tiene una vocación mainstream, tiene una visión muy personal de la música que le gusta. Esto le hace tener un toque diferencial”
En La Joia: Bad Gyal, Camarero no quiso inmiscuirse en la vida privada y familiar de la cantante, “un enfoque muy peligroso”, pero sí hacer entender a los espectadores de dónde viene Alba Farelo. “Sus padres se dedican al mundo de la cultura y le han trasladado esta ética del esfuerzo, de que no hay nada asegurado, que te lo tienes que currar a diario”, relata. Con el auge de la hermana de Alba, Mushkaa (Irma Farelo), en la escena urbana y musical, ¿se volvería a adentrar Camarero en la vida de una Farelo? Aunque admite ser un groupie más de la hermana pequeña de Bad Gyal, prefiere dejar tranquila a la familia esta vez. “Es una película que no quiero hacer, pero sí ver como público”, concluye.