Gabriela Wiener, la escritora peruana más reivindicativa, publica ‘Atusparia’: “El colonialismo sigue activo a base de represión y sangre”

La autora afincada en España regresa al panorama literario con una contundente novela sobre la lucha indígena en su país de origen desde el punto de vista de una mujer revolucionaria

Gabriela Wiener y su última novela, 'Atusparia' (Random House) (Foto de la autora, Natalia Grande)

Pedro Pablo Atusparia fue un líder indígena peruano que, a finales del siglo XIX, se situó al frente de una rebelión armada campesina que fue duramente reprimida por el ejército, causando la muerte de miles de personas.

Atusparia fue (y es) un colegio de la ciudad de Lima que fue fundado por egresados peruanos de la Universidad de Moscú que intentaron poner en funcionamiento las doctrinas del pensador y político José Carlos Mariategui, fundador del Partido Socialista Peruano.

En Atusparia estudió Gabriela Wiener durante los años ochenta y, también, la protagonista de esta novela que, además, terminará adoptando este nombre como seudónimo revolucionario. Así, la periodista y escritora establecerá un juego de espejos entre la realidad y la ficción para hablar de su país y de las luchas históricas que lo han atravesado desde el pasado hasta la actualidad.

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Un relato de iniciación, rebeldía y lucha

Gabriela Wiener (por Natalia Grande)

Así, después de Huaco Retrato, que quedó finalista del Booker Internacional, Gabriel Wiener sigue explorando en Atusparia (Random House) sus raíces, en esta ocasión apartándose del relato autobiográfico para abrirse a otros caminos. “Durante años escribí desde el yo, desde una primera persona que era muy identificable, primero como cronista y después como poeta, también como ‘performance’. En Huaco retrato sentí que ya había tocado techo en ese registro y la necesidad de cambiar el lugar desde el que enunciaba. Esa voz sigue teniendo que ver con mi experiencia, con mis vivencias, pero también, en esta ocasión, encontramos otro narradores, otros registros”, cuenta Gabriela Wiener para Infobae España.

En efecto, en Atusparia encontramos un relato de iniciación que nos lleva desde la infancia del personaje (entre clases de ruso, bailes tradicionales andinos, partidas de ajedrez y un hogar ‘desestructurado’), a una adolescencia marcada por la rebeldía, las drogas, la rabia y la autodestrucción, para desembocar en la creación de un icono de la lucha política. Y, dentro de toda ese camino encontraremos dentro de la narración archivos policiales, poemas, artículos periodísticos, entrevistas, cartas, poemas, incluso, una puerta a la ‘distopía’. “Quería jugar con los géneros, descolonizar las categorías en sí y buscar lo híbrido”, continúa la autora.

Además de Atusparia, en la novela encontraremos otro personaje fundamental, el de Asunción Grass, que empezará siendo su maestra, para terminar siendo su compañera en la disidencia y la que le introducirá dentro de la resistencia a través de un colectivo indigenista, antirracista y antipatriarcal llamado las Ritas, formado por un grupo de mujeres dispuestas a iniciar la revolución.

‘Atusparia’ como memoria política de un país

'Atusparia', de Gabriela Wiener (Random House)

“Creo que mis ideas políticas y mis luchas están repartidas entre los personajes, sobre todo entre Atusparia y Asunción. Ellas están como creadas para hablar de esos dos polos opuestos que hay en los movimientos emancipatorios (una cree en la democracia y la otra está desencantada) que a veces se traducen en luchas de poder, pero también en romance, atracción, en sentimiento comunitario”.

Con Atusparia, Gabriela Wiener quería contar cómo son los orígenes de la vocaciones políticas y revolucionarias, haciendo un recorrido por la historia educativa y formativa de una mujer porque, como ella dice, “desde la izquierda parece que solo conozcamos las historias de hombres revolucionarios”. Pero también quería hablar del presente en el que vivimos, de la manera en la que parecen haberse desactivado las protestas y las luchas, así como cualquier visión que hable de la justicia social.

“En mi país hay una criminalización muy fuerte del movimiento indígena, así que yo quería hacer una memoria de esas luchas y resistencias que tienen que ver con la defensa de la tierra y de la participación política y democrática. Como dice Manuel Scorza, el escritor que se convierte en la figura tutelar del libro, “en los Andes hay cinco estaciones: primavera, verano, otoño, invierno y masacre”. Siempre que hay un levantamiento campesino, es resuelto con violencia y ahora, nos encontramos en ese momento, en el de la persecución y el asesinato de los defensores de la Tierra. Así que hay que contarnos, en mi caso a través de una mujer mestiza, chola en un país donde están ocurriendo cosas muy graves. El colonialismo sigue activo a base de represión y sangre y, en lugar de escuchar lo que tienen que decir las comunidades indígenas, se les persigue y se les llama terroristas.”.

Una mujer víctima del ‘lawfare’

Gabriela Wiener (por Natalia Grande)

En la novela, Atusparia se verá envuelta en un escándalo para desacreditar su figura a través de la emisión de un vídeo que contiene un capítulo terrible de su juventud. De esta manera, se pone de manifiesto, lo fácil que puede ser deslegitimar a una mujer a través del poder patriarcal.

“En el momento que una mujer tiene un poco de visibilidad, resulta incómoda. Esta historia básicamente va, cómo no, al meollo del ‘lawfer’, de cómo se encuentran las armas legales para derribar cualquier perfil de liderazgo que no represente el ‘establishment’ y eso también ocurre de forma cotidiana en redes sociales. Yo no manejo Twitter porque es un lugar de bullying y de violencia brutal”

Para Gabriela Wiener resulta fundamental la implicación a nivel comunitario, crear espacios de seguridad frente a la hostilidad que parece haber en el ambiente. Por ejemplo, a través de proyectos como Sudakasa, en el que distintas artistas se reúnen para compartir sus experiencias y creaciones.

La literatura escrita por mujeres latinoamericanas ha protagonizado un nuevo ‘boom’ en estos últimos años en el que los hombres ya no tienen la hegemonía. La autora piensa que hay que tener una responsabilidad con eso. “No se trata solo de una cuota, hay que tener una responsabilidad, porque sería un error verlo como una especie de ascenso social, como el que impulsó el feminismo blanco del techo de cristal, es decir, cambiar a cuatro poderosos escritores por cuatro poderosas escritoras de manera individual. Yo tengo la esperanza de que esa base se amplíe, y seamos muchas más las trabajadoras de la cultura que podamos empezar a hablar desde esos altavoces de privilegio y que se distribuya el dinero, la visibilidad”.

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