No se ha sumergido en el universo sonoro de Brat, el disco de la británica Charli xcx que ha colapsado el verano -y ahora el otoño con su álbum de remixes-. “Muchas veces me preguntan: ‘¿Has escuchado esto? Pero yo no escucho música, intento apagar mis oídos cuando termino de trabajar”, cuenta. “La música ha dejado de ser mi hobby, pero mi hobby es mi trabajo”, apostilla. Carlos Jean (Ferrol, 1973) fue productor antes de que la palabra, y por ende la profesión, se convirtiera en un espacio de discusión e interés global. Previo a los Bizarrap, los Jack Antonoff, los Max Martin o los Sky Rompiendo, Jean convirtió la mesa de mezclas en un paraíso dedicado a la innovación.
“Cuando yo comencé me llamaban ‘el niño de los ruidos’”, cuenta a Infobae España. Ahora, en cambio, “cualquiera puede ser productor” debido a la democratización del acceso a la música y la inteligencia artificial, “una herramienta fundamental” que, admite, utiliza “todo el rato” y a la que no considera el “enemigo”: “Vivimos un momento de eclosión absoluta”, añade. Jean atiende a este medio para hablar de Alma Festival, un proyecto musical que ha conseguido traer a la capital de la mano de La Carbonería, empresa de la que es socio. “Madrid no podía dejar de tener un festival así”, dice. Este año, Alma Festival celebró su primera edición en el Parque Enrique Tierno Galván, una ocasión que repetirán el próximo junio con dos primeros confirmados: Wilco y The Corrs.
“España tiene 800 y pico festivales, no solo puedes distinguirte trayendo a los grandes artistas”, cuenta Jean. Alma Festival busca, así, convertirse en un espacio de “curación musical” que destaque por su trato y por sus espacios, amplios y pulcros. Al ser preguntado por si cree que en nuestro país hay demasiados eventos asociados a la música, Jean responde: “Nos tienen envidia, los españoles sabemos pasarlo bien, comer y beber bien. Somos expertos en vida y por eso somos una potencia turística”, indica. Aunque admite que ya no está en esa época “con 18 o 20 años” en la que iba a los festivales para “estar a gusto lleno de barro”, entiende que esa siga siendo la experiencia que muchos buscan en los meses estivales.
“España tiene 800 y pico festivales, no solo puedes distinguirte trayendo a los grandes artistas”
“La música se ha convertido, en muchas ocasiones, en una especie de accesorio”, dice crítico sobre los modelos empresariales de algunos de los festivales que se organizan en España. Destaca un caso que le llamó mucho la atención, el de uno que apela al público más joven, “que te da tu bolsa para que te organices el botellón” y en el que hubo quejas por lo alto que sonaban las canciones. “Si lo que te molesta de un festival es el volumen de la música, algo no estamos haciendo bien”, relata.
En todo lo relativo a las polémicas invitaciones de influencers, o las campañas publicitarias activas que se instalan entre escenarios, el productor alerta de que “al festival Alma no le gusta ese tipo de postureo”. A Jean le “revienta” que algunos espacios se dediquen a dar prioridad a los perfiles con followers, y no tanto a aquellos “que llevan un montón de tiempo esperando a verte en directo o a escuchar una sesión tuya”. Por eso cree que “los influencers no son el mejor medio de comunicación” para los festivales, una burbuja que puede estar llegando a su ocaso.
“Katy Perry tiene un ‘carrerón’, el tiempo pone todo en su lugar”
Para Carlos Jean, la música y la cocina comparten el mismo amor por las recetas. “Cocinar es algo muy parecido a la producción, el proceso es muy recíproco: los ingredientes, los instrumentos, el tiempo y cómo tienes que mezclar todo”, cuenta. Tomarse el tiempo necesario para llevar a cabo es una tarea que el productor domina a la perfección, pero que no ha heredado su hijo. “Me cuesta muchísimo inculcarle la paciencia de leer un libro”, cuenta. Cree que la incapacidad de “almacenar las cosas” viene dada por la cultura exacerbada de internet. “Es una batalla dura porque competimos contra el scroll. En una página de un libro caben diez o más TikTok”, explica.
Aunque admita que no escucha música y que no suele estar al día de las novedades de la industria, Jean cree que el gremio está a punto de sumergirse en una revolución similar a la producida por Nirvana con Nevermind. “Vamos a pasar de una música ultra tecnológica hecha a través de lo digital a otra que sea más orgánica, que esté asociada al corazón”, dice. Preguntado por el comeback del pop hegemónico a las listas de éxitos, y los regresos de algunas artistas que parecen haber sido sustituidas por nuevos productos comerciales, Jean sabe diferenciar quién vive un buen momento de fama de quien ha cimentado su carrera con más de una era exitosa.
“Un deejay trabaja al servicio de las emociones, no de las peticiones de la gente”
Preguntado por el auge de Chappell Roan o Sabrina Carpenter en detrimento de figuras como Katy Perry, que sacó hace unas semanas 143, su último disco, el productor lo tiene claro. “Katy Perry tiene un carrerón, lo único que pone las cosas en su lugar es el tiempo. Tu puedes subir como la espuma y pegarte una leche luego. El tiempo es quien define qué es lo que se ha de quedar”, relata. En sus sesiones, Jean se deja llevar por las sensaciones que recibe del público o de los asistentes. “Un deejay trabaja al servicio de las emociones, no de las peticiones de la gente”, concluye entre risas.