Se ha convertido en una de las películas de la temporada, destinada a causar sensaciones viscerales de amor y de odio. Y es que lo que propone La sustancia es una experiencia visual absolutamente desenfrenada y extrema, en la que la sátira social en torno a la dictadura del cuerpo de la mujer se convierte en una orgía de carne y sangre, en la que todo lo que se supone ‘perfecto’ se deforma hasta límites monstruosos para certificar la naturaleza más oscura del ser humano dentro de un mundo asfixiante y perverso.
De qué va ‘La sustancia’
Su directora, Coralie Fargeat ganó por esta película el Premio al Mejor Guion en el Festival de Cannes por la originalidad y el alcance de su planteamiento: una ex actriz de éxito en Hollywood que desde hace años tiene un programa de gimnasia en la televisión, Elizabeth (Demi Moore), será despedida porque el director de la cadena (Dennis Quaid) quiere a alguien más joven que la reemplace.
A partir de ese momento, nuestra protagonista, entrará en una espiral de frustración que la sumergirá en su lado más sombrío, hasta el punto de aceptar una misteriosa propuesta: la inyección de una sustancia que le permitiría alternar el cuerpo original con una versión mejorada y más joven de él. Así, a través de un proceso tan retorcido como doloroso, Elizabeth intercambiará su identidad con la de Sue (Margaret Qualley), cuya naturaleza ambiciosa pondrá en peligro el experimento al saltarse todas las reglas y condenar a su ‘alter-ego’ original a una progresiva descomposición física que no tendrá vuelta atrás.
Las claves de ‘La sustancia’ por su directora
En una época en la que estamos acostumbrados a los ‘remakes’ y la falta de guiones originales, ¿cómo se le ocurrió la idea de La sustancia?
Para mí era muy importante escribir un guion original precisamente por lo que dices, porque necesitamos historias nuevas que nos hablen del mundo en el que vivimos, no una serie de ‘remakes’ interminables. Lo cierto es que la capacidad que tiene todo el mundo para juzgarte por el físico o la apariencia siempre me ha sorprendido desde que era joven. Cuando cumplí los 40, todas esas cuestiones adquirieron un carácter más fuerte y violenta, hasta el punto de pensar que me convertiría en una mujer invisible, que ya no le interesaría a nadie y que no serviría para nada. Por eso, todos esos sentimientos, los intenté reflejar en la película.
La película es visualmente muy fuerte. ¿Supone alguna forma de ‘empoderamiento’ para usted?
Es cierto que la película resultaba para mí una forma de representar de forma poderosa lo que estaba sintiendo dentro de mí y que no podía expresar de ninguna otra manera en la vida real. Creo que todavía no se habla lo suficiente de algunas cuestiones y me sorprende que, en esta materia, a la hora de juzgar a las mujeres por su edad o su cuerpo, estemos en el mismo punto que hace muchos años. Así que quería hacer algo violento, disruptivo, con las herramientas que tengo, es decir, a través del cine y para mí era una cuestión casi política hacer una película extrema, intransigente, visceral y con un toque también absurdo, porque todo eso está presente en nuestra sociedad actual.
En ese sentido, también es una forma de desafiar al sistema propio de Hollywood y a las formas repetitivas, a las fórmulas que se repiten en las plataformas de ‘streaming’ en la que prima lo ‘políticamente correcto’
En efecto, esta película está hecha para convertirse en una experiencia en el cine, creo que es muy diferente si se ve en una pequeña pantalla. En las plataformas se consume de forma compulsiva y al día siguiente se olvida todo lo que has visto, no deja huellas en el espectador. Por eso, quería que La sustancia se digiriera de otra manera por parte del espectador porque, desde luego, esta confeccionada para no dejar a nadie indiferente.
Demi Moore en el papel más valiente de su carrera
¿Por qué eligió a Demi Moore para este papel?
El guion de La sustancia está repleto de símbolos, ya que no hay muchos diálogos, todo se plasma a través de la imagen. Una de las primeras decisiones fue convertir a la protagonista en una actriz, porque representa el impacto de la mirada externa. Buscaba un icono de Hollywood que personificara la idea de éxito a través de la belleza y que, de alguna manera, a lo largo de su carrera, hubiera sido ‘cosificada’ precisamente por eso. En ese sentido, Demi Moore creo que ha pasado por experiencias similares a las del personaje.
¿Cómo fue para ella sumergirse dentro del género de terror?
Creo que fue un momento en su vida en el que estaba lista para asumir riesgos. El guion resonó en ella y conectó con la historia. Discutimos mucho sobre el proyecto, sobre la dificultad de filmar con prótesis, con el hecho de que tuviera que mostrarse desnuda ante la cámara. Y, también, de que fuera un rodaje largo, en Francia y con un presupuesto limitado. Ella estuvo dispuesta a asumir todos esos retos, lo cual resultó crucial para que el proyecto saliera adelante.
Desde el #MeToo, ¿cree que ha cambiado algo la mirada masculina en la sociedad?
No creo que haya cambiado mucho. Algunas cosas superficiales han evolucionado, pero en lo profundo, la estructura sigue siendo desigual y dominada por hombres, profundamente patriarcal. Ser feminista sigue siendo difícil porque enfrentas a muchas críticas. Si miras los datos sobre violencia de género, la situación sigue siendo muy grave. Como dijo Emma Thompson, no entiendo cómo aún no ha habido una revolución violenta de las mujeres. Creo que todavía hay mucho miedo de que las mujeres tomen su lugar en el mundo.
¿Tiene referencias literarias o cinematográficas que le hayan influido en su trabajo?
Creo que somos el producto de lo que vemos y leemos. Para mí, las películas de género han tenido un gran impacto porque tratan nuestros miedos y deseos humanos. El horror corporal, la ciencia ficción y el cine de terror están muy ligados a lo que escribo, ya que exploran la definición misma de nuestra humanidad.