Aun no ha cumplido treinta años y ya ha estado en una serie de culto, trabajado con algunos de los directores más importantes y protagonizado películas de lo más arriesgadas. Entre medias ha realizado anuncios para el recuerdo, se ha casado con una estrella de la música y ha conseguido que (casi) nadie se pregunte de quién es hija, pues su apellido tampoco da muchas pistas. Margaret Qualley se ha convertido en la nueva nepobaby de Hollywood sin ni siquiera ser considerada como tal, y su 2024 da buena prueba de que su carrera no ha hecho más que empezar.
El de Qualley es de esos rostros que inspiran cierta familiaridad, como si siempre hubiera estado ahí a pesar de llevar diez años en la industria, y tan solo siete de ellos con papeles regulares en películas. Y esa familiaridad se debe nada más y nada menos que a su madre, Andie MacDowell, la icónica actriz de películas como Atrapado en el tiempo o Cuatro bodas y un funeral. A Margaret la tendría justo después de estrenar la película de Mike Newell junto a Hugh Grant, cuyo éxito le permitiría adquirir un gran rancho en Montana, pero también le obligaría a permancer allí durante buena parte de la infancia de Margaret junto a sus hermanos Justin y Rainey y su padre, el también modelo Paul Qualley.
La joven se crió en un entorno muy protector, en el cual no había televisión ni mucho contacto con el exterior, pero a los 5 años sus padres se separaron y se tuvo que trasladar a la ciudad. Allí comenzó a desarrollar pasión no por la interpretación como su madre, sino por la danza. Siendo adolescente ingresó en una escuela de ballet en Carolina del Norte y no tardó en destacar como una de las bailarinas más aventajadas de su clase. Qualley ingresó en la prestigiosa American Ballet Theatre e incluso llegó a ser instruida por profesionales del Ballet de la Ópera de París, pero conforme todo se volvía más y más serio, la ilusión de Margaret se iba apagando. O más bien, trasladándose a otra disciplina artística que había tenido presente desde niña: la actuación.
De Palo Alto a Hollywood
Tras desencantarse del ballet y hacer una pasantía como modelo para varias revistas y marcas de renombre, Margaret decidió seguir los pasos de su madre y centrarse en la interpretación. El año 2013 fue clave para ella, ya que hizo su primera incursión en el cine y comenzó a rodar la serie con la que se daría a conocer. La primera fue la película Palo Alto, curiosamente rodeada de otros nepobabies como ella: Emma Roberts (sobrina de Julia Roberts), Jack Kilmer (hijo de Val Kilmer) y Gia Coppola como directora, nieta de Francis Ford Coppola y sobrina de Sofia Coppola. La segunda fue The Leftovers, la serie de Damon Lindelof (Perdidos) sobre un mundo distópico en el que ha desaparecido el 2% de la población y en la que interpretaba a Jill Garvey, la hija del protagonista (interpretado por Justin Theroux).
Tras The Leftovers, y también el popular anuncio del perfume Kenzo dirigido por Spike Jonze en el que llamaba la atención por su histriónico baile y su expresividad, a Margaret le empezaron a ofrecer papeles en pequeños proyectos. Irónicamente, el papel que peor le salió fue el de la película a priori más popular, una adaptación del mítico anime Death Note para Netflix. La plataforma aprendió la lección tras el fracaso con One Piece, pero Qualley también: más valía trabajar en proyectos atrevidos y atraer la atención de grandes directores que llenar su carrera de superproducciones.
Así se interesó por ella un tal Quentin Tarantino, quien esta vez no la rodeó de nepobabies pero sí de otro elenco de jóvenes actores que ahora están en todos los grandes proyectos: Austin Butler, Sydney Sweeney y Mikey Madison. Junto a ellos, Margaret daba vida a un miembro del clan Manson que habitaba en el perturbador rancho en el que se adentraba el personaje de Cliff Booth (Brad Pitt) y que quién sabe si después de todo le recordaba a aquel en el que había pasado su infancia. Sea como fuere, parecía un hecho que su mirada era capaz de llenar la gran pantalla, y no iba a tardar en volver a la pequeña para demostrar que podía sostener por sí misma toda una producción.
Netflix, estrellato y ¿consagración?
De esta forma, Netflix le ofreció su primer papel como absoluta protagonista en la serie La asistenta, en la que se ponía en la piel de una madre soltera ejerciendo como empleada del hogar para llegar a fin de mes y en la que, por primera vez, actuaba al lado de su madre. La serie recibió grandes elogios por las interpretaciones de ambas y Qualley obtuvo su primera nominación al Emmy a Mejor actriz protagonista -ya la había recibido con a reparto con la serie Fosse/Verdon-, pero sobre todo el reconocimiento como la gran estrella de la próxima década.
Con su nuevo estatus obtenido, la carrera en los últimos años de Margaret Qualley se ha caracterizado por escoger papeles algo excéntricos, desde luego atrevidos pero avalados por grandes cineastas. El de la periodista de guerra en Las estrellas al mediodía de Claire Denis, la dominatrix de El templo o la “sustituta” de Emma Stone en Pobres criaturas. Este 2024 se ha presentado como su año de consagración a las puertas de cumplir los 30, con la película de Ethan Coen Dos chicas a la fuga, su nuevo trabajo con Yorgos Lanthimos en Kinds of Kindness o su loco papel en La sustancia, la película que presenta ahora en cines.
En La sustancia, Margaret Qualley da vida a una joven modelo y presentadora de televisión que desplaza en gran medida a la estrella en horas bajas que interpreta Demi Moore, quien desesperada se ha encomendado a una misteriosa sustancia que podría arreglar sus problemas. Su interpretación ha sido ampliamente elogiada en su paso por festivales como Cannes o Sitges, espoleada por la originalidad de la película de Coralie Fargeat que coprotagoniza junto a Demi Moore. A nadie parece sorprenderle ya el rango interpretativo y el talento de Qualley, salvo quizá a sus más allegados.
Tal y como desvelaba la actriz en una reciente entrevista, su 2024 ha sido tan positivo en lo profesional como incómodo en lo personal. No por su relación sentimental, la cual ha fortalecido con su compromiso con el músico Jack Antonoff, líder de la banda Bleachers y productor para otras grandes artistas como Taylor Swift, Lorde o Lana del Rey -quien dedicó una de sus últimas y bellas canciones a la propia Margaret-, sino por su familia. Ese ambiente protector y en gran medida puritano ve ahora como la joven se ha embarcado en proyectos de lo más arriesgados, y la actriz cuenta que ha recibido más de una llamada de sorpresa o incluso escandalización de su padre o de su antigua niñera, miembro de una organización católica. “Ha sido un año duro para la familia”, bromeaba la actriz, que no por ello piensa dejar de demostrar por qué se ha convertido en la nueva actriz de moda en Hollywood, con apellido nepobaby o sin él.