Ha descubierto a Chappell Roan horas antes de su entrevista con Infobae España. “Tengo más de 40 años y pensaba que era un fenómeno asociado a la gente joven, pero mi marido me ha dicho que es muy buena”, dice de una estrella del pop que está cambiando los códigos de la música mainstream, en parte, entre la comunidad LGTBIQA+ (por sus más que sentidos homenajes a figuras como Divine o las drag queens). Justin Torres (Nueva York, 1980) atiende a este medio para presentar Blackouts (Random House), una obra con la que ganó el National Book Award y que se traduce, ahora, al castellano. “Me presioné mucho a la hora de escribirlo, sobre todo después del furor inesperado del primero”, cuenta. Habla de Nosotros los animales (2012), una novela de corte semiautobiográfico y “muy claustrofóbica” en la que diseccionó algunos de sus pasajes familiares.
Con Blackouts, Torres se aleja de su diario personal para confeccionar un homenaje literario que recupera uno de los estudios sexuales y psicológicos más notorios de la historia. El escritor estadounidense rescata a Jan Gay (Helen Reitman) del letargo social, poniendo de manifiesto, a través de una narración ficticia entre dos personajes, las investigaciones pioneras que llevó a cabo durante los años 30 y 40. La escritora y activista recopiló centenares de entrevistas que exploraban la diversidad sexual, la homosexualidad y el nudismo: una enciclopedia, un abecé de lo queer, que terminó siendo convertida en un manual sobre la desviación. De la mano del psiquiatra George W. Henry, los estudios de Gay se publicaron en Sex Variants: A Study of Homosexual Patterns (1941) con un enfoque de patología y enfermedad.
“La historia queer es muy rica y está llena de vacíos, de apagones, falta muchísima información y no toda puede ser recuperada”, relata el autor. Su obra pretende articular un nuevo diálogo en torno a la forma de vida de los gais y las lesbianas hace un siglo. Tras su primera novela, Torres quería hacer algo distinto. “Quería cambiar la forma en la que escribía, leer mucho más sobre el mundo y la historia, y apostar por temas más densos en mi narrativa”, cuenta. Blackouts es ambiciosa, “y no apta para todo el mundo”, pues presenta una estructura de puzle que puede resultar “inusual”.
Tras volcarse emocionalmente en Nosotros los animales, el autor quiso aparcar la parcela personal para centrarse en un elemento más global. “Quería salirme de mí mismo y beber del archivo histórico del colectivo queer, pero a la vez escribir una novela que fuese capaz de emocionar”, relata. Torres es consciente de que “la literatura popular siempre va a existir”, y es algo que no rechaza, más bien celebra, pero él siempre ha buscado apelar a una demográfica alejada de las concesiones basadas en una historia con un desenlace. “He visto a escritores que, debido a las fuerzas del mercado o de alguna figura editorial, han tenido que simplificar cosas en sus novelas para llegar a más gente”, explica.
“He visto a escritores que, debido a las fuerzas del mercado o de alguna figura editorial, han tenido que simplificar cosas en sus novelas para llegar a más gente”
Lo ‘queer’ en 2024
La cultura hetero volvió su atención hacia nuestra cultura, y el súbito aumento de visibilidad naturalmente tuvo represalias, narra uno de los protagonistas en Blackouts. ¿Cree Justin Torres que dicho enunciado se aplica a la coyuntura actual? La pansy craze de los años 20 y 30 convirtió en “chic y cool” que las personas heterosexuales se acercasen a los lugares en los que actuaban drag queens o personas queer. “En cuanto se convirtió en algo cotidiano y común, hubo un rechazo” hacia las comunidades que habían quedado relegadas a los márgenes y que, ahora, parecían ser un mero entretenimiento para la cúspide social. “Si piensas en la visibilidad trans de las últimas dos décadas, ha habido muchísimas ganancias positivas y mucha más representación, lo que hace sea más hablado y, por ende, propenso a ser rechazado”, dice.
Torres perfila su respuesta aún más, incapaz de resumir la realidad de la transexualidad en Estados Unidos: “Hay una reacción masiva y negativa contra los derechos y la inclusión de las personas trans. Hay un aumento de la vigilancia de las personas trans y sus cuerpos, también de los jóvenes trans y de lo que se puede decir o no en las escuelas”, explica. El autor no cree que el pasado sea mejor, simplemente habla de una “mirada social general” que no implicaba un discurso “violento” hacia su existencia. “Este es el ciclo de la historia del colectivo, sucede una y otra y otra vez”, dice resignado.
“Si piensas en la visibilidad trans de las últimas dos décadas, ha habido muchísimas ganancias positivas y mucha más representación, lo que hace sea más hablado y, por ende, propenso a ser rechazado”
Torres cree que la cultura queer está atravesando “un momento interesante”. Habla de una necesidad por conocer historias que inspiren, y eleven, a las nuevas generaciones del colectivo LGTBIQA+, sedientas de héroes que puedan enarbolar los discursos por ellos mismos. Hay interés por recuperar las realidades de aquellos que fueron obligados a exprimir su sexualidad en un rincón. Sin embargo, el autor ha detectado que muchos jóvenes terminar por aupar a figuras “que quizá no eran tan heroicas”: “Hay este rechazo de la vergüenza y el estigma, la gente ya no quiere relatos trágicos, quiere escuchar narrativas edificantes. Creo que el mundo es más complicado que eso”, relata. “Jan Gay es una figura fascinante, es fácil hacer de ella una heroína, pero sería un error porque no sabemos nada de ella”, explica.
El escritor considera “liberador” que nadie te preste atención. “Muchas de las formas en las que la gente se identificaba no estaban definidas, el lenguaje no se solidificó, había cierta libertad en las sombras”, cuenta sobre un tiempo anterior. “No estoy diciendo que me gustaría volver a una época en que toda la cultura queer estaba metida en el armario”, precisa.
“Hay un rechazo de la vergüenza y el estigma, la gente ya no quiere historias trágicas, quiere escuchar narrativas edificantes. Creo que el mundo es más complicado que eso”
Donald Trump y sus ‘soldados’ puertorriqueños
El padre de Justin Torres es puertorriqueño. Nacido en Nueva York, el escritor no titubea a la hora de analizar la situación del territorio, sobre todo de cara a las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre en Estados Unidos. Durante las últimas semanas, el expresidente y candidato republicano a ocupar la Casa Blanca, Donald Trump, ha seleccionado a diversos cantantes urbanos de elevado perfil para decantar el voto puertorriqueño a su favor. Primero fueron Anuel AA y Justin Quiles, después Nicky Jam.
“Muchos cantantes de reguetón y hiphop ven a Trump como un gánster”, dice el escritor. “Creen que él tiene mucha actitud, con él lo que ves es lo que tienes”, añade. “No es un matón, es un misógino”, precisa. En la cuestión de cómo se gestiona el territorio y sus crisis (véase el huracán María o la ley Promesa), Torres cree que “el gobierno de Estados Unidos falla a Puerto Rico en cada momento”. No se sorprende al ver la “desilusión” del pueblo con la gestión de los diversos presidentes del país, pero no cree “que Trump sea la respuesta”.