El año pasado, una de las grandes figuras de la animación de la historia del cine, Hayao Miyazaki, estrenó la que probablemente sea su última película y el cierre a toda su carrera cinematográfica, El chico y la garza. La película ganó el Oscar en el apartado de animación, su segundo galardón después de una de sus obras más icónicas, El viaje de Chihiro.
Además, tanto el Festival de San Sebastián como el Festival de Cannes, le otorgaron sendos premios honoríficos a toda su carrera dentro del Studio Ghibli, que él mismo se encargó de fundar junto a su compañero ya fallecido Isao Takanata.
Después de toda una temporada repleta de reconocimientos, por fin se puede ver en plataformas El chico y la garza, concretamente en Netflix, donde se encuentran recopilados casi todos sus trabajos que nos llevan desde Nausicaä del valle del viento a Mi vecino Totoro, pasando por La princesa Mononoke o Ponyo en el acantilado.
¿De qué va ‘El chico y la garza’?
El protagonista de esta historia se llama Mahito, un niño que verá con sus propios ojos cómo bombardean el hospital en el que se encuentra ingresada su madre enferma, un comienzo que conectaría directamente con las consecuencias humanas de los conflictos bélicos, así como el sentimiento de orfandad infantil después de la pérdida de los progenitores, dos asuntos que han vertebrado muchas de las películas del autor.
Lo que continuará a ese comienzo devastador será un cambio de escenario y de vida. El padre de Mahito ha decidido rehacer su vida con la hermana de su esposa (que está embarazada) y los tres juntos se trasladarán al entorno rural, a la que fuera la casa de la infancia de las dos mujeres.
Mahito se sentirá totalmente solo dentro de ese nuevo espacio y comenzará a sentir una extraña conexión con la naturaleza que le rodea, en especial con una garza amenazante que parece querer comunicarse con él. Este animal mágico, será el responsable de adentrarnos en un mundo paralelo construido por uno de sus antepasados y donde podrá reencontrarse con su madre en su versión infantil.
Temas fundamentales de la obra de Miyazaki
Nos encontramos frente a una película totalmente ‘autoconsciente’, como si se tratara de una especie de testamento y en la que se encuentran aglutinados los temas fundamentales del corpus narrativo y visual del cineasta nipón, como si se cerrara una especie de círculo.
En El chico y la garza se hallan buena parte de las reflexiones que Miyazaki ha diseminado en sus obras, como la necesidad de preservar la naturaleza dentro de un mundo que se desmorona y la urgencia a la hora de construir un presente mejor a pesar de la violencia y las tensiones que nos amenazan.
Por supuesto, además del contexto de estirpe más conceptual, la película también está impregnada de la habitual imaginación torrencial de Miyazaki, convirtiendo la propuesta de nuevo en una experiencia única y repleta de inventiva avasalladora, de imágenes inolvidables.
Una obra irrepetible que parece contener un mensaje de esperanza del director alrededor de un mundo que necesita cimientos más sólidos para sostenerse en el que solo las nuevas generaciones pueden ser las responsables de salvarnos de la catástrofe.