En su faceta como directora (ya que también se dedica a la interpretación desde hace décadas) conocimos a Valérie Donzelli gracias a Declaración de guerra, una película demoledora que narraba la pérdida de su hijo después de luchar contra el cáncer, en la que ella misma y su pareja, Jérémie Elkaïm, interpretaban a los protagonistas, como una manera de exorcizar el duelo.
Su cine nunca ha sido cómodo, se encuentra en esa línea difusa entre la fábula y el cuento de terror, entre la inocencia y su perversión, entre la alegría y la más absoluta tristeza. Ahora vuelve a ponerse detrás de la cámara para adaptar la novela de Éric Reinhardt titulada El amor y los bosques (publicada por Alfaguara en 2014), pero trasladándola por completo a su terreno para hablar de la masculinidad tóxica, el maltrato machista y la dependencia psicológica.
Anatomía de un maltratador
La protagonista se llama Blanche y tiene una hermana gemela, Rose, a la que está muy unida, aunque no tengan nada que ver entre sí (ambas interpretadas por Virginie Efira). Una noche se reencontrará con un antiguo compañero de clase, Grégorie (Melvil Poupaud, que también estrena esta semana Marcello Mio) e iniciarán una relación amorosa que culminará en un precipitado matrimonio.
Lo que seguirá a continuación es una detallada muestra de todo el proceso de abuso dentro del hogar que comienza con el aislamiento de la víctima (el ya marido pedirá un traslado lo más alejado posible de su entorno), continuará con continuados embarazos, con el abandono de la actividad profesional de la protagonista, las contestaciones y el comportamiento pasivo-agresivo y, cuando intente incorporarse al trabajo, al sometimiento de un constante escrutinio a través de una persecución avasalladora, en la que los celos se convertirán en una mera excusa de posesión.
Lo que pretende la directora en esta contundente película de denuncia, es desmontar los mitos del príncipe azul y enseñar la verdadera cara del monstruo. Sí, puede que en ocasiones resulte didáctica, pero en realidad, nos encontramos ante una película minuciosa a la hora de lo que significa anular por completo la identidad de una mujer.
Así, nos introduciremos en una travesía de lo más incómoda que nos lleva del enamoramiento al miedo más profundo, a la necesidad de escapar de una pesadilla cargada de violencia y de veneno que sienta las bases del torturador masculino por antonomasia, aquel que intenta atrapar a su víctima en su tela de araña para devorarla por completo.
El guion está escrito por la propia Donzelli y por Audrey Diwan, ganadora del León de Oro de Venecia por El acontecimiento, otra adaptación, en este caso de la novela de Annie Ernaux y que encarga de inaugurar el Festival de San Sebastián con su particular versión del hito erótico Emmanuelle.
Se nota la minuciosidad con la que ambas abordan esta película sobre la violencia de género, desde las entrañas, exponiendo cada detalle de alarma para terminar explotando en una espiral de horror doméstico que genera un malestar crudo, honesto y muy real.